Pediatras españoles y un estudio realizado en los países del pacífico asiático advierten de que los niños son especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático ya que puede producirles déficit cognitivo, obesidad o trastornos respiratorios con mayor facilidad



El cambio climático ha comenzado a tener efectos directos en los seres humanos. Así lo ha expuesto un estudio de la Alianza Australiana de Salud Global (GHAA, por sus siglas en inglés) que afirma que la crisis climática puede causar deficiencias psíquicas, defectos de nacimiento e incluso obesidad en las personas, especialmente los niños
Según el estudio, en el que se han tomado como referencia a los habitantes de pacífico asiático, los expertos de la organización han observado que las mujeres embarazadas que han sufrido algún tipo de desastre natural, normalmente asociados al cambio climático, han tenido hijos con una capacidad cognitiva reducida.
Esto se manifiesta a los dos años con la pérdida de al menos 14 puntos de coeficiente intelectual, así como un menor vocabulario. Mientras que, a largo plazo, el estudio ha revelado deficiencias en el proceso de aprendizaje, problemas de obesidad y mentales.
El estudio también ha señalado que el aumento del calor puede producir o exacerbar pandemias como el zika y otras enfermedades transmitidas por los mosquitos, y agravar otros problemas por el deterioro de la calidad del aire y el agua como el asma, las alergias, neumonía o diarreas.
Asimismo, el aumento del nivel del mar o los desastres naturales pueden mermar los cultivos, lo que puede causar un mayor problema de desnutrición entre las poblaciones vulnerables, según el estudio, que señala que cosechas de granos como el maíz, el trigo, el arroz o la soja caerán en al menos un 10% en 2050.
Los niños, los más vulnerables
La Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria de Atención Primaria, por su parte, ha avisado de que los problemas medioambientales pueden causar en los niños trastornos de neurocomportamiento, déficit de atención, hiperactividad e, incluso, peor función pulmonar.


«El impacto del medio ambiente en los niños es mucho mayor que en los adultos, porque sus conductas, su altura y el hecho de que respiren más aire por kilogramo de peso que los adultos e ingieran más alimentos y más agua en proporción los hace más vulnerables a los tóxicos ambientales en un periodo en el que, además no tienen todavía desarrollados los mecanismos para eliminar los tóxicos del cuerpo», ha destacado Antonio Ortega, pediatra e investigador medio ambiental.
Además, el experto ha recordado que el cóctel químico de sustancias que se utilizan en la vida diaria que pesan más que el aire se concentran a menos de un metro de altura. Por ello, a su juicio, los departamentos de Salud y Medio Ambiente de las comunidades autónomas deberían «estar unidas» porque tanto el aire como el agua pueden afectar a la salud de la población.
«El déficit de contacto con la naturaleza tiene enormes repercusiones en los niños. Las consecuencias pasan por trastornos de neurocomportamiento, déficit de atención, hiperactividad, impulsividad, déficit de vitamina D por no tomar el sol necesario, una peor función pulmonar por no ejercitar la ventilación en un aire limpio, impronta cardiovascular y, por supuesto, un menor rendimiento escolar», ha dicho Ortega.
La SEPEAP ha recordado que los niños que pasan más tiempo jugando en el parque «tienen un mejor índice académico», por lo que ha apostado por reconectar a la infancia con una dosis extra de naturaleza como la mejor vacuna porque ahorrará muchos daños a los niños en los siguientes años.
Trastornos en los animales
Tradicionalmente, los estudios sobre cómo el cambio global está afectando a los organismos marinos se han centrado en los efectos fisiológicos, a pesar de que estos también están sufriendo cambios en su comportamiento debido a este fenómeno.


Por ello, la doctora Emily Rivest del William & Mary’s Virginia Institute of Marine Science se propuso revisar 120 artículos que abordan temas relacionados con trastornos sensoriales en los animales marinos con el fin de esclarecer que tipos de transformaciones se están llevando a cabo en ellos.
Gracias a los datos recabados, la doctora y su equipo descubrieron que durante los últimos años los animales marinos habían llevado a cabo una serie de conductas inusuales como consecuencia de la crisis climática.
Por ejemplo, encontraron que las aguas más cálidas y la mayor turbidez alteran la producción de los sonidos que utilizan los machos de especies de peces que habitan en la en la bahía de Chesapeake, lo que podría afectar el éxito reproductivo.
Los estudios investigados sobre cormoranes revelaron que el aumento de la turbidez del agua, debido a la contaminación por nutrientes, y las ráfagas de nubes más frecuentes pueden degradar la transmisión de la luz y reducir el éxito de alimentación entre estos depredadores.
«Si podemos iluminar mejor dónde los factores estresantes del cambio climático afectan la vía sensorial de estos animales, entonces podemos desarrollar esfuerzos de conservación y manejo más específicos y efectivos», comentó Erin Satterthwaite, coautor del estudio.
