Érase una vez... una España que quería salvar sus costas

Érase una vez… una España que quería salvar sus costas

Érase una vez… una España que quería salvar sus costas

España se presenta como un país eminentemente costero que ha desarrollado su cultura y economía alrededor de sus miles de kilómetros de litoral. Sin embargo, este movimiento se realizó sin empatizar con el medio que, bajo la amenaza del cambio climático, necesita protegerse más que nunca


Carlos de Pablo
Madrid | 24 julio, 2020


Érase una vez una España con una cultura y economía intrínsecamente relacionadas a los más de 7.900 kilómetros de costas que componen su territorio. Por mucho tiempo convivieron en paz y armonía ligados mediante los recursos naturales que las costas ofrecían a los españoles y que, en definitiva, le aportaron una posición estrategia envidiable entre sus homólogos europeos, sin duda gracias también a las particularidades climáticas de nuestro país.

Cierto día, a España se le ocurrió potenciar el uso que daba a sus costas y decidió transformar el modelo de pesca tradicional, que había imperado en estas regiones, a uno más vanguardista basado en el turismo de sol y playa. Los frutos de aquella apuesta no tardaron en aparecer y, en cuestión de años la economía española se catapultó hasta unos niveles inimaginables para un país con su pasado inmediato.

La franja costera acoge a un tercio de la población española, a pesar de que solo constituye un 6,7% del territorio

Todo parecía perfecto, sin embargo, España no tuvo en consideración que aquel desarrollo estaba supeditado al bienestar de los ecosistemas que, sin ápice de empatía, modificó para su propio beneficio. Así pues, casi de forma paralela a este milagro económico, surgieron de la mano una serie de problemas que, como en cualquier otra historia, debían ser resueltos de inmediato, como si se tratasen de una cuestión de vida o muerte.

Tal y como detallan los científicos, nuestro país presenció como el litoral inició una degradación sin precedentes que incrementaron en gran medida la exposición y vulnerabilidad de muchas regiones costeras debido a la incesante presión de la urbanización. La prueba queda registrada en los registros demográficos, según el anterior estudio , en los que se destaca que en cuestión de 50 años la costa pasó de tener una urbanización que rondaba el 20% a presentar una tasa del 75% en el 2006.

«La demografía española es singular, pues la franja costera acoge a un tercio de la población española, a pesar de que solo constituye un 6,7% del territorio», señala el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miterd).

Perdida de Biodiversidad

La presión generalizada derivada de la urbanización de las costas, plasmada en la construcción de puertos, carreteras, viviendas, piscifactorías, entre otros, han provocado que estas zonas presentes una continua degradación o disminución de los hábitats naturales.

La Manga del Mar Menor es un perfecto ejemplo para ilustrar este impacto. En cuestión de años, este paraje natural quedó urbanizado prácticamente en su totalidad, a pesar de las figuras de protección que se han ido estableciendo con el objetivo de conservar los pocos hábitats que resistían en ella.

En la actualidad, el futuro del Mar Menor pende de un hilo tras los constantes impactos del cambio climático y la sucesión de malas prácticas que continúan llevándose a cabo.

La Albufera de Valencia es otro ejemplo claro de pérdida de hábitat, por causas naturales y por presiones de tipo agrícola y urbanístico. La información del siglo XII indica que la Albufera tenía en aquella época unas veinte mil hectáreas de humedales de las que, tras el proceso de urbanización, tan solo queda el 10%.

A la izquierda, la Manga del Mar Menor a principios del siglo XX, antes de su urbanización. A la derecha, la Manga tras la implantación del turismo de sol y playa | Foto: El Ágora

A esta degradación del medio, y la correspondiente disminución de su biodiversidad, se agregó otro gran problema que, si bien España no era responsable directamente de su aparición, sus acciones habían colaborado en su nacimiento. Se trató ni más ni menos que del ya conocido cambio climático.

De acuerdo con los informes y proyecciones elaborados por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), el cambio climático se presentará a través de distintos fenómenos en nuestras costas, siendo las inundaciones su forma más peligrosa no solo por la pertinente destrucción que puede causar en las edificaciones humanas, sino por la erosión y la intrusión salina que acarrea.

En este sentido, los expertos del IPCC prevén que el nivel medio del mar se incremente aproximadamente en 85 centímetros en un escenario con altas emisiones de gases de efecto invernadero, y en 50 centímetros en el caso de encontrarnos en uno con menores emisiones. En cualquier caso, se trata de cifras considerables teniendo en cuenta la situación en la que nos encontramos ahora.

En España, este incremento no se manifestaría de una forma tan agresiva, al igual que tampoco lo haría de forma homogénea, dadas las características de las distintas vertientes hidrográficas. Aun así, el aumento del nivel del mar ya ha comenzado a exhibirse, como en la costa atlántico-cantábrica, donde se ha observado una tendencia de crecimiento medio entre 2,8 mm/año a 3,6 mm/año durante 1993 y 2010.

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Principales factores climáticos de cambio para los sistemas costeros, sus efectos, tendencias y proyecciones basadas en el AR5 del IPCC (Clic para ampliar) | Mitred

“A modo de ejemplo se ha estimado que, en la ciudad de Bilbao, la cota de inundación en un periodo de 50 años pasaría de 3,85 metros en 2010 a 4 metros en 2040. Sin embargo, la cota de inundación de 3,85 metros pasaría de alcanzarse una vez cada 50 años, a una vez cada 15 en 2040”, narran los documentos oficiales Mitred.

Tras las inundaciones que sufre España se encuentran nuevas y más poderosas Depresiones Atmosféricas Aislada en Niveles Altos, popularmente conocidas como DANAs, que prometen exacerbar aun mas si cabe el problema de las inundaciones, además de destruir todo aquello que encuentre a su paso.

Este fenómeno ha llegado ser considerado como el desastre natural que más costes ha acareado a la humanidad en el 2019, algo que no es de extrañar pues solo la borrasca Gloria, que azotó nuestras costas a principios del 2020, desató una deuda de más de 2.000.000 de euro en el municipio castellonense de Peñíscola en concepto de daños. Allí, la fuerza de las olas y el viento destruyó un paseo marítimo poco adaptado en cuestión de segundos y trasladó ingentes toneladas de tierra hasta la puerta de las viviendas.

“Mi familia y yo llevamos toda la vida en frente del mar. Mi padre incluso era marinero, pero os puedo asegurar que ninguno de nosotros habíamos vivido en la historia, por lo menos en esta zona, un temporal tan fuerte como este. Jamás había visto llegar el agua hasta la altura de mi bar”, comenta Alfredo Barberá, dueño de uno de los establecimientos afectados por la borrasca.

Una estrategia que salve las costas

Estos dos fenómenos son solo la punta del iceberg de una larga lista de sucesos que pueden agravar de manera exponencial el estado de las vulnerables costas de España. Por ello, consciente de la gravedad de la situación, el país decidió aplacar el problema de raíz y embarcarse en una travesía con la que alcanzar su propia redención.

Peñíscola
La borrasca Gloria arrasó con toda la costa mediterránea. En Peñíscola los daños estuvieron valorados en decenas de miles de euros | Foto: El Ágora

Travesía que inició en el año 2004 y que vivió sus primeros momentos de felicidad con el nacimiento del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC) en el 2006, un documento que, además de poner de relieve los principales problemas que sufrían las costas, establecía algunas pautas para poder adaptarse a este nuevo entorno.

Junto al PNACC, España decidió financiar el proyecto «Cambio Climático en la Costa Española» (C3E), que fue coordinado por la Oficina Española de Cambio Climático y ejecutado por el Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria en el marco de la Acción Estratégica de Energía y Cambio Climático.

Este proyecto estaba encaminado a aportar una visión de los principales cambios acontecidos en las costas españolas, proporcionar una cuantificación de los cambios futuros, inferir los posibles impactos en horizontes de gestión, proporcionar una visión de la vulnerabilidad actual de las costas y establecer métodos, datos y herramientas con el fin de establecer líneas de actuación encaminadas a la gestión responsable y la disminución de los riesgos.

Como apoyo a estas iniciativas, desde un punto de vista jurídico se introdujo la Ley 2/2013 relativa a la protección y uso sostenible del litoral y de modificación de la Ley 22/1988 de Costas con el fin de establecer una regulación específica para afrontar con garantías la lucha contra los efectos del cambio climático en el litoral.

Entre otras cuestiones, esta ley obligaba al entonces Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente a elaborar una estrategia para la adaptación de la costa a los efectos del cambio climático que fue aprobada a finales del 2016.

Estrategias de adaptación

La estrategia que elaboró el Gobierno diferencia tres caminos para lograr la adaptación:

Protección: esta línea está enfocada a blindar los espacios naturales en riesgo para evitar que penetren los posibles impactos humanos. Desde el punto de vista marino, destaca estrategias de adaptación como el establecimiento y gestión de una red de espacios marinos protegidos de manera coherente, conectada y representativa, que favorezca la resiliencia ante el cambio climático.

Acomodación: en esta ocasión, los elementos en riesgo potencial se mantienen en las zonas afectadas, priorizándose la reducción de la vulnerabilidad mediante fórmulas diversas, como la introducción de normativa específica para la construcción de infraestructuras y viviendas.

Reubicación: esta estrategia se basa en el abandono planificado de las zonas susceptibles de verse afectadas por los impactos del cambio climático o de los riesgos extremos. Ejemplos en este sentido son la reubicación de viviendas e infraestructuras muy expuestas en zonas seguras y la adquisición pública de terrenos en el litoral, con objeto de incorporarlos al Dominio Público Marítimo Terrestre.

En vista de los resultados arrojados durante el segundo decenio de este siglo, España se prepara para el siguiente desafío enmarcado en una década crucial para salvar sus costas y el planeta en general. La herramienta que utilizará en esta nueva etapa será el nuevo Plan de Adaptación con el que aspira incrementar la ambición de las metas conseguidas por la estrategia de adaptación del 2016 y de la que toma, de hecho, muchas ideas para desarrollar dentro del periodo de actuación.

Así pues, se observa que pretende, por un lado, crear una serie de herramientas y bases de datos con los que nutrir a la población, agentes públicos y privados sobre las consecuencias de los impactos del cambio climático en las costas. En particular, su objetivo es concienciar y aumentar su conocimiento sobre las zonas inundables del país para que queden señalizadas y bajo la constante lupa de los gobiernos pertinentes.

Dentro de las líneas de acción, el PNACC también vela por la protección de las zonas portuarias frente a los estragos del cambio climático, sobre todo, al aumento del nivel del mar

«Esta información servirá de apoyo para la elaboración de informes de riesgo planes de adaptación en los espacios e infraestructuras dentro de las competencias estatales y autonómicas. En este sentido, el proyecto C3E aportará un enorme valor a la causa«, exclaman desde el Mitred.

Por otro lado, el PNACC quiere orientarse al estudio y la propuesta de cambios en el marco normativo orientados a mejorar la eficacia de las respuestas frente a los riesgos costeros, por ejemplo, mediante la incorporación de criterios objetivables para el otorgamiento de títulos de ocupación del Dominio Público Marítimo-Terrestre, o sus prórrogas, basados en la mejor ciencia disponible.

“En la actualidad, toda ocupación de los bienes de dominio público marítimo-terrestre estatal con obras o instalaciones no desmontables, así como las desmontables en algunos casos, estarán sujetas a previa concesión otorgada por la Administración del Estado. Por tanto, un cambio en este aspecto podría facilitar los procesos de adaptación de la costa española”, señala el PNACC.

En último lugar, existe una tercera estrategia marcada dentro del compendio de líneas de acción que se focalizada en la identificación, planificación, desarrollo de proyectos e iniciativas de adaptación en el dominio público marítimo terrestre. En esta ocasión, se observa claramente la influencia del plan estratégico del 2016, pues las intervenciones que planea el PNACC guardan una estrecha similitud con las líneas planteadas en el documento pasado.

“Entre las intervenciones destacan la restauración de espacios naturales, las demoliciones de elementos artificiales deteriorados o la reubicación de estructuras muy vulnerables”, reza el PNACC.

Ahora, a España, como nuestro particular héroe, solo le queda vencer a este temible enemigo en combate singular y en una batalla que promete prolongarse durante muchos años. Nadie sabe quién saldrá victorioso, aunque todo el mundo espera que sea el país quien regrese con vida porque, si no es así, todo lo que conocemos cambiará para siempre y nadie de nosotros podrá vivir para contarlo.

¿Podremos seguir comiendo perdices al final de esta historia? Seguro que sí porque tanto los españoles como los europeos necesitamos que la costa española siga existiendo por sí misma y por las propias necesidades de todos nosotros.



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