La Comisión Europea ha presentado este miércoles una estrategia de la UE para reducir las emisiones de metano, con la que prevé crear un observatorio internacional y promover medidas legislativas para transformar los sectores de la energía, la agricultura y los residuos



El metano es, tras el dióxido de carbono, el segundo factor que más contribuye al cambio climático, aunque también es un potente contaminante atmosférico local que causa graves problemas de salud. En concreto, tiene un poder calorífico 20 veces superior que el CO2, por lo que, durante un periodo de 20 años, el potencial de calentamiento global de una tonelada de metano atmosférico es similar al de alrededor de 85 toneladas de CO2, según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC). Por esta razón, combatir las emisiones de metano es fundamental para alcanzar los objetivos propuestos de reducción de emisiones para 2030 y lograr la neutralidad climática de aquí a 2050, el pilar en el que se basa la estrategia de la UE que condensa el Pacto Verde Europeo.
Para intentar reducir unas emisiones de metano que este año han alcanzado un nuevo récord, la Comisión Europea ha presentado este miércoles una estrategia de la UE para reducir las emisiones de metano, que establece diversas medidas para reducir la contaminación provocada por este gas a nivel nacional e internacional. La propuesta se compone de medidas legislativas y no legislativas que afectarían a los sectores de la energía, la agricultura y los residuos, que suponen cerca del 95% de las emisiones mundiales de metano asociadas a la actividad humana.
«Hoy hemos adoptado la primera estrategia para combatir las emisiones de metano desde 1996. Aunque la energía, la agricultura y los residuos son sectores determinantes en este sentido, el de la energía es aquel en que las emisiones pueden reducirse más rápidamente a un menor coste. Europa liderará este proceso, pero no podemos hacerlo solos. Tenemos que colaborar con nuestros socios internacionales para abordar las emisiones de metano de la energía que importamos», ha asegurado la comisaria europea de Energía, Kadri Simson.
De hecho, una de las prioridades de la Estrategia es mejorar la medición y la notificación de las emisiones de metano. Actualmente, el nivel de seguimiento difiere según los sectores y los Estados miembros, así como en la comunidad internacional, pero la Comisión pretender crear un observatorio internacional de las emisiones de metano en colaboración con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Coalición Clima y Aire Limpio y la Agencia Internacional de la Energía. La idea es utilizar el programa Copernicus de la UE, sobre satélites, para mejorar la vigilancia, ayudar a identificar a los superemisores mundiales y detectar las principales fugas de metano.
«La tecnología satelital de la Unión Europea nos permitirá controlar de cerca las emisiones y elevar los niveles de exigencia a escala internacional», ha explicado Frans Timmermans, vicepresidente ejecutivo para el Pacto Verde, que también ha apuntado que el proyecto de la Comisión «brindará a las zonas rurales la oportunidad de producir biogás a partir de residuos«.
Energía, agricultura y residuos
Para reducir las emisiones de metano en el sector de la energía, la estrategia propone obligar por ley a mejorar la detección y reparación de fugas en las infraestructuras de gas, e incluso se valorará la elaboración de legislación que prohíba las prácticas de combustión en antorcha y venteo, que emiten grandes cantidades de metano a la atmósfera. Para evitar una externalización de las emisiones de metano a países menos desarrollados, la Comisión también estudiará posibles normas, objetivos o incentivos aplicables a las importaciones de energía en la UE, así como los instrumentos para garantizar su cumplimiento.
Por otro lado, la Comisión reforzará la notificación de las emisiones procedentes de la agricultura mediante una mejor recopilación de datos, y promoverá oportunidades para reducir las emisiones respaldándose en la política agrícola común. La atención se centrará principalmente en el intercambio de mejores prácticas sobre tecnologías innovadoras de reducción del metano, alimentación animal y gestión de la reproducción.
También contribuirán a esa reducción la investigación específica en materia de tecnología, las soluciones basadas en la naturaleza y los cambios en la dieta. Además, se fomentará que los residuos orgánicos no reciclables de origen humano y agrícola puedan utilizarse para producir biogás, biomateriales y sustancias bioquímicas, algo que puede generar flujos de ingresos adicionales en las zonas rurales y, al mismo tiempo, evitar las emisiones de metano, por lo que se seguirá incentivando la recogida de esos residuos.En este sentido, la Comisión estudiará nuevas medidas para mejorar la gestión de los gases de vertedero, de modo que se aproveche su potencial energético y se reduzcan al mismo tiempo las emisiones. Además, revisará la legislación sobre vertederos pertinente en 2024, ya que minimizar la eliminación de residuos biodegradables en los vertederos es crucial para evitar la formación de metano. Además, la Comisión valorará la posibilidad de proponer nuevas investigaciones sobre las tecnologías de producción de biometano a partir de residuos.
Por último, la Comisión también revisará el Reglamento de reparto del esfuerzo, para que cada país pueda realizar las reformas más adecuadas a su situación, y estudiará una posible ampliación del ámbito de aplicación de la Directiva sobre las emisiones industriales, a fin de que abarque los sectores emisores de metano todavía no incluidos.
