Frenar el calentamiento global, una prioridad que necesita más ambición

Frenar el calentamiento global, una prioridad que necesita más ambición

El 28 de enero se celebra el Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2, una buena ocasión para recordar la necesidad de aumentar la ambición global en la lucha climática si se quiere evitar el mayor desastre natural de la historia


La desaparición de los glaciares y los casquetes polares, la escasez de agua en muchos países, los cada vez más numerosos eventos climáticos extremos como huracanes o el aumento generalizado de las temperaturas son solo sus consecuencias más visibles, pero el problema va mucho más allá. El calentamiento global provocado por el ser humano tras décadas de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que se acumulan en la atmósfera y retienen la radicación solar, puede suponer el fin de la Tierra tal y como la conocemos. Sobre todo, si en los próximos años no aumenta la ambición y se hacen grandes esfuerzos para reducir estas emisiones.

Este jueves 28 de enero se conmemora el Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2, también conocido como Día Mundial de la Acción frente al Calentamiento Global. Establecido por acuerdo de 140 países que ratificaron el Protocolo de Kioto, el primer gran tratado climático impulsado por Naciones Unidas, esta efeméride busca recordar la urgencia de la crisis que afronta todo el planeta y servir de llamada a un aumento de la ambición por parte de la comunidad internacional.

Y es que, a pesar de que la pandemia de coronavirus ha acaparado casi toda la atención social y mediática durante el pasado año, el problema del calentamiento global está lejos de resolverse. Según un informe publicado por el PNUMA en diciembre, a pesar de que los confinamientos y la desacelaración económica provocaron una disminución temporal de las emisiones, las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera se encuentran en niveles récord y continúan aumentando. Es más, el último lustro ha tenido cuatro de los cinco años más cálidos jamás registrados, en una tendencia que es probable que continúe.

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Muchos eventos climáticos extremos han empeorado con el calentamiento global.

Por desgracia, actualmente los diferentes países del planeta no están en camino de cumplir los objetivos establecidos por el Acuerdo de París para mantener el aumento de la temperatura global de aquí a 2050 en 1,5 grados centígrados (o, como mucho 2°C) por encima de los niveles preindustriales, que es el punto de no retorno para nuestro clima y nuestros ecosistemas, según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, conocido por el acrónimo en inglés IPCC.

“Nunca antes había estado tan claro que necesitamos transiciones limpias, inclusivas y a largo plazo para abordar la crisis climática y lograr el desarrollo sostenible. Debemos convertir la recuperación de la pandemia en una oportunidad real para construir un futuro mejor», aseguró durante la Asamblea General de Naciones Unidas del pasado octubre António Guterres, secretario general de la ONU, que también destacó la importancia de «crear e impulsar alianzas» entre los Gobiernos, las instituciones internacionales, el sector privado y la sociedad civil para poder «aumentar la ambición» y resolver el que sin duda es el gran reto del siglo XXI.

¿Por qué hace falta reducir las emisiones?

De acuerdo con diversos organismos, los gases de efecto invernadero son aquellos componentes gaseosos presentes en la atmósfera que absorben y emiten radiación en determinadas longitudes de onda del espectro de radiación terrestre emitida por la superficie de la Tierra y contribuyen a su calentamiento. Este se produce porque gases como el dióxido de carbono (CO2) o el metano dejan pasar los rayos ultravioletas provenientes del sol, mientras retienen los infrarrojos que emite el planeta, impidiendo que el exceso de calor escape del planeta Dentro de estos gases, el dióxido de carbono es el más común y extendido, razón por la que suele ser la prioridad.

Es importante saber que este efecto siempre ha existido en la Tierra y es el que permite a nuestro planeta mantener una temperatura apta para la vida. Sin embargo, desde comienzos de la Revolución Industrial a mediados del sigo XVIII (1750), los avances tecnológicos y los combustibles fósiles que motivaron el ascenso de los primeros propiciaron la emisión descontrolada de los gases de efecto invernadero. Un problema que perdura hasta día de hoy, ya que los grandes sumideros de dióxido de carbono, como los bosques, son incapaces de asimilar las grandes cantidades de GEI que los humanos han creado y están creando.

Los gases de efecto invernadero son los artífices del calentamiento del planeta.

Por supuesto, no todos los países tienen la misma responsabilidad en este asunto. Aunque China aglutina cerca del 27% de las emisiones actuales, históricamente está lejos de países como Estados Unidos o Inglaterra, que debido a su pronto desarrollo han emitido más gases de efecto invernadero durante más tiempo. De hecho, según un estudio que el think tank Climate Perspective realizó para el New York Times en 2018, si el mundo hubiera hecho un reparto equitativo de cuotas de CO2 para frenar el calentamiento global, Estados Unidos habría agotado la suya en 1944.

En cualquier caso, ahora es el momento de remar todos juntos, porque sin la colaboración de todos será imposible frenar el calentamiento global. En este sentido, 2021 puede ser un año clave para la lucha global contra las emisiones de CO2, tras un año de parón por culpa del coronavirus. En noviembre de 2021, los líderes mundiales se reunirán en Glasgow, Escocia, para trabajar en el sucesor del histórico Acuerdo de París de 2015. Y lo hará con los grandes contaminantes, como China y EEUU, alineados por primera vez en la necesidad de recortar cuanto antes las emisiones.



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