Los líderes del G20 han clausurado su reunión en Roma, que sirve de antesala a la COP26, con un llamamiento a «esforzarse» para limitar el calentamiento global a 1,5 grados, una fórmula vaga con la que se logró cerrar filas pero que no supone grandes avances concretos



Las grandes economías del planeta están de acuerdo en qué el cambio climático es un grave problema mundial que hay que atajar cuanto antes. Pero todavía existen importantes diferencias respecto a las estrategias a adoptar y las responsabilidades a repartir. Una falta de entendimiento que dificulta la adopción de medidas internacionales y que ha quedado patente este domingo en Roma, donde los líderes del grupo del G20, que representan el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero, se han comprometido a «esforzarse» para limitar el calentamiento global a 1,5 grados, aunque la descarbonización se cumplirá «en torno a mitad de siglo», una fórmula vaga con la que se logró cerrar filas pero que no satisfizo a todos.
A pesar de esta falta de compromisos concretos, la mayoría de líderes políticos se ha congratulado del resultado porque hace solo días las posiciones estaban mucho más alejadas. «Estamos orgullosos del resultado, es un comienzo», ha asegurado el primer ministro anfitrión, el italiano Mario Draghi, en el cierre de las reuniones. «Esta Cumbre traslada un mensaje de confianza a la opinión pública mundial sobre nuestro compromiso conjunto con una recuperación fuerte, sostenible, justa e inclusiva; y nuestra firme voluntad de hacer frente a los grandes retos globales del presente y del futuro», apuntó por su parte el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.
En concreto, la cumbre del G20 terminó con una extensa Declaración en la que los líderes por escrito su determinación por una «completa y efectiva implementación» de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1992 y el Acuerdo de París de 2015. Sin embargo, no se ha logrado un compromiso claro en materia de descarbonización para 2050, sino que se habla de «alrededor de mitad de siglo», pues países como Rusia y China, el más poblado del planeta, piden al menos otros diez años para cumplirlo.


Lo que deliberara el G20 era importante porque este foro, con España y Países Bajos como invitados permanentes, engloba el 80% de la riqueza y el 60% de la población mundial además de la mayor parte de las emisiones, por lo que que sus acciones marcan la diferencia en la batalla climática. Además, la cita de Roma ha sido presentada como la antesala de la Cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26) que ha arrancado este domingo en la ciudad británica de Glasgow.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha expresado su decepción pero sin caer en fatalismos al apuntar que dejaba Roma con sus «esperanzas incumplidas pero no enterradas» y animó a la COP26 a «mantener vivo» el acuerdo del grado y medio. Una actitud similar a la adoptada por el anfitrión de la cumbre climática, el primer ministro británico Boris Johnson, que dio la bienvenida a los «progresos razonables» en cuanto a compromisos climáticos que han salido del G20, si bien recalcó que «no son suficiente».
«Solo doce miembros del G20 se han comprometido a alcanzar las cero emisiones netas en 2050 o antes» y cerca de la mitad del grupo no ha presentado «planes mejorados sobre cómo se recortarán las emisiones de carbono», tal como se comprometieron en 2015, afirmó Johnson en una rueda de prensa. «No hay excusas para la procrastinación», dijo el jefe de Gobierno británico, que recalcó que el mundo ya ha notado de primera mano «la devastación del cambio climático en forma de olas de calor y sequías, incendios forestales y huracanes».
Dejar de financiar el carbón
A pesar de la falta de compromisos de calado, la cumbre del G20 si que ha producido algunos pequeños avances. En concreto, los países miembros del grupo han asegurado que dejarán de financiar plantas de carbón en el exterior para finales de este año, un paso más en el camino hacia el final de este combustible fósil, altamente contaminante, que sigue lo anunciado por China, el principal consumidor global, el pasado septiembre. Sin embargo, el texto acordado no impide el desarrollo de esta fuente de energía dentro de los países y no prevé ningún horizonte temporal para acabar con su uso, una situación que se debe a que India y China todavía dependen en gran medida del carbón para producir electricidad.
Más allá de esta medida, el resto de la declaración final del G20 contiene múltiples referencias a la acción climática pero sin promesas concretas. Los jefes de Estado o de Gobierno del G20 han acordado ahora tomar acciones «de mitigación, adaptación y financiación» con tal propósito en «esta década crítica», aunque con un matiz importante: «en base a las circunstancias nacionales». En concreto, reflejando «el principio de responsabilidad común» de cada país y sus capacidades respectivas y diferenciadas.
En este sentido, el presidente estadounidense, Joe Biden, ha asegurado está «decepcionado» con China, Rusia y Arabia Saudí en su lucha contra la crisis climática, después de que esas naciones no se hayan comprometido durante la cumbre del G-20 a esforzarse para limitar el calentamiento global a 1,5 grados. «La decepción se relaciona con el hecho de que Rusia y China no se presentaron en términos de compromisos para hacer frente al cambio climático», dijo Biden en una rueda de prensa en Roma, en la que también criticó la ausencia de Arabia Saudí.


Por otro lado, para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero los líderes del mundo se comprometen a tomar nuevas medidas a lo largo de esta década, pero también a ayudar a los países más vulnerables, que son debido a su falta de medios económicos los más expuestos ante un desastre climático. A sabiendas de que cambiar la transición ecológica cuesta dinero, se quieren movilizar 100.000 millones de dólares (unos 86.500 millones de euros) anuales hasta 2025 para ayudarles, además de acelerar la transferencia de tecnología a esos países para facilitar su desarrollo sostenible.
Además, los negociadores estadounidenses estaban especialmente interesados en sumar a más países al Compromiso Mundial sobre el Metano, impulsado junto a la Unión Europea, pero todo quedó en que el G20 «toma nota» de iniciativas de reducción de ese hidrocarburo.
