Los líderes de las economías desarrolladas más importantes acuerdan en Cornualles «acelerar los esfuerzos» para recortar la contaminación e impulsar planes para proteger al menos el 30% de la tierra y el 30% de los océanos durante esta década



Las economías más importantes quieren reforzar su ambición climática. Aunque será díficil saber hasta la celebración de la COP26 en que medida se traducirá esta intención en recortes concretos de emisiones, los líderes del G7 han acordado este domingo en la clausura de una cumbre de tres días en Cornualles, Inglaterra, «acelerar los esfuerzos» para frenar el cambio climático. Además, el grupo formado por Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia, Canadá, Japón, Reino Unido y la Unión Europea ha prometido vetar desde el próximo año nuevas partidas de financiación pública directa a proyectos extranjeros para generar energía a partir del carbón, la mayor fuente de emisiones de gases de efecto invernadero e impulsar planes para proteger al menos el 30% de la superficie terrestre y el 30 % de los océanos durante esta década.
«Proteger nuestro planeta es lo más importante que nosotros, como líderes, podemos hacer por nuestra gente. Existe una relación directa entre reducir emisiones, reparar la naturaleza, crear empleos y asegurar un crecimiento económico a largo plazo«, ha afirmado el primer ministro británico, Boris Johnson tras finalizar la reunión del G7, que celebraba la primera cumbre en persona en casi dos años debido a la pandemia. «Como naciones democráticas, tenemos la responsabilidad de contribuir a que los países en desarrollo cosechen los beneficios del crecimiento limpio a través de un sistema justo y transparente», ha agregado.
Para lograrlo, los líderes de las economías más desarrolladas del planeta tienen previsto hacer valer un «Pacto por la Naturaleza», que aunque está principalmente destinado a detener y revertir la pérdida de biodiversidad, también les comprometerá a reducir casi a la mitad sus emisiones de carbono para 2030. Precisamente la semana pasada, durante la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente se recordaba la importancia de detener la degradación de los hábitats y reforzar la conservación de ecosistemas con el lanzamiento por parte de la ONU de la Década de la Restauración.
Por el momento, los líderes del G7 han suscrito la obligación de eliminar «lo antes posible» el carbón de la producción de energía, además de poner fin de las ayudas gubernamentales a los combustibles fósiles en el extranjero y la eliminación progresiva de automóviles de gasolina y diésel. Además, el G7 ha acordado aumentar sus contribuciones financieras al desarrollo para poder cumplir con su promesa de aumentar el gasto hasta los 100.000 millones de dólares al año para ayudar a los países más pobres, haciendo un llamado a los países desarrollados y las empresas multinacionales para que se unan al esfuerzo.
A pesar de los avances, la falta de concreción en las propuestas, que no fijan fechas concretas al final del carbón ni partidas exclusivas que respalden la promesa de más financiación, no termina de convencer a la sociedad civil. Mientras los líderes del G7 se reunían frente a una idílica playa de Cornualles, decenas de protestas por el cambio climático tomaron las calles de las poblaciones cercanas. Liderados por el movimiento juvenil Exctinction Rebellion, los manifestantes han pedido ver «cómo las palabras se transforman en acciones firmes».
Biden llega a Bruselas
Tras la reunión del G7, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha llegado este domingo a Bruselas, donde tiene previsto participar en la cumbre de la OTAN y en otra entre su país y la UE, antes de reunirse el miércoles en Ginebra con su homólogo ruso, Vladímir Putin. Una serie de reuniones de alto nivel en las que quiere reforzar el perfil diplomático de su país aumentando la cooperación trasatlántica y tendiendo puentes con Putin, con el que ha tenido algún roce en los últimos meses. Biden tendrá, además, una reunión bilateral con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.
Desde el inicio de su Presidencia en enero, Biden ha insistido en su voluntad de restaurar las alianzas tradicionales de su país, tras el mandato de su predecesor Donald Trump (2017-2021), quien puso en duda la utilidad de la OTAN e insistió en los aliados elevasen su gasto militar. Sin embargo, la presencia del demócrata probablemente sirva también para tratar la cuestión climática climática en la Alianza atlántica, que recientemente anunción su intención de empezar a trabajar activamente en la monitorización e información climática.


Tras el foro de la OTAN, Biden tomará parte el martes en la primera cumbre EEUU-UE desde 2014, donde se tocarán algunos asuntos espinosos, como los aranceles al aluminio y al acero heredados de la era Trump y la disputa por los subsidios a Airbus, en detrimento a Boeing. La lucha climática, la seguridad del 5G, las tecnologías emergentes y su regulación será otros de los puntos que se abordarán.
Por último, está previsto que Washington y Bruselas busquen la fórmula de reforzar su compromiso con el objetivo de la ONU de limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, para convertir esta meta en un principio rector de la diplomacia y la inversión extranjera. Esto prepararía el escenario para un impulso transatlántico para poner fin a la financiación de combustibles fósiles, paso imprescindible en el camino hacia la neutralidad climática.
