Las nubes de polvo que nacen en los desiertos de África y Oriente Medio y que se desplazan hacia el Himalaya juegan un papel más importante del pensado en la descongelación del hielo y nieve de la cordillera. Para los científicos, se trata de una nueva visión que hay que tener en cuenta en el contexto de cambio climático que estamos viviendo



El transporte de partículas de polvo en las capas altas de la atmósfera es un fenómeno habitual durante los meses cálidos del hemisferio norte. El evento más conocido en este sentido es la gran nube que viaja cada año desde el Sáhara hasta Amazonas, sin embargo, en el mundo existen sucesos similares que poseen la misma relevancia.
Es el caso de las nubes de polvo que viajan desde el desierto del Thar, entre la India y Pakistán, Arabia Saudita e, incluso desde el Sáhara, y que van a parar a las cumbres más altas del Himalaya, donde se ven obligadas a posarse en la nieve debido a la gran altura de la cordillera, que actúa de freno para el viento.
Los científicos son bien conocedores de los beneficios y desventajas de estas nubes de polvo. Sin embargo, en el particular ecosistema del Himalaya, su influencia no ha sido estudiada con detenimiento, y por este motivo un equipo de expertos ha decidido investigar el caso a fondo para determinar posibles impactos sobre la imponente cordillera.
Los resultados de sus esfuerzos, recogidos en la revista Nature Climate Change, han señalado que las nubes de polvo tienen un enorme potencial para reducir el albedo de la nieve, provocando así que la nieve y el hielo absorban más calor y, por lo tanto, precipitando su descongelamiento.“Resulta que el polvo que viaja desde África y Asia y que aterriza en elevaciones muy altas tiene un gran impacto en el ciclo de la nieve en una región que alberga una de las masas de nieve y hielo más grandes de la Tierra”, ha indicado Yun Qian, científico atmosférico del Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico del Departamento de Energía de Estados Unidos y autor del estudio.
“Descubrimos que el polvo juega un papel mucho más importante en la fusión de la nieve que el hollín y otras formas de contaminación, conocidas como carbono negro, en elevaciones superiores a los 4.500 metros”, ha añadido Yun Qian.
Junto a este hallazgo, los investigadores han observado que las partículas de polvo suelen permanecer durante mucho más tiempo que el carbono negro, que suele localizarse a una altura menor de 4.500 metros. El motivo que han ofrecido los científicos señala al tamaño de las partículas de polvo, mucho más grande que las del carbono negro, que las convierten elementos más difíciles de eliminar de forma natural.
El problema de la presencia de este polvo en zonas altas del Himalaya es que más de 700 millones de personas en el sudeste asiático, así como en partes de China e India, dependen del derretimiento de la nieve en el Himalaya para satisfacer sus necesidades de agua dulce, sobre todo, durante verano y principios de otoño.
Según han detallado, la presencia de grandes cantidades de polvo en cotas altas provoca que la nieve se derrita más rápido y que el agua obtenida sea más sucia. Esto puede generar problemas de salud y graves afectaciones en la agricultura, según los científicos.


En este sentido, han querido dejar claro que, si bien el polvo del desierto es natural, su prevalencia en el Himalaya no deja de tener cierta influencia humana. Esto es porque el aumento de las temperaturas por la crisis climática ha motivado cambios en la circulación atmosférica, afectando así a los vientos que pueden transportar polvo a cientos o miles de millas.
“Los cambios en los patrones de uso de la tierra y el desarrollo creciente han reducido la vegetación, liberando polvo que de otra manera habría estado atado a la tierra, entre otras consecuencias”, han destacado los científicos en el estudio.
“En un contexto donde la nieve del Himalaya y su disponibilidad está retrocediendo notablemente como consecuencia del calentamiento global, necesitamos comprender todas las posibles consecuencias”, ha comentado Chandan Sarangi, coautor del estudio.
«Hemos demostrado que el polvo puede contribuir en gran medida al deshielo acelerado. Cientos de millones de personas en la región dependen de la nieve para beber agua, por lo que debemos considerar factores como el polvo con seriedad para comprender lo que está sucediendo», ha concluido.
