Los huracanes podrían moverse a latitudes medias por la crisis climática

Los huracanes podrían moverse a latitudes medias por el calentamiento global

Un nuevo estudio expone que el calentamiento de los océanos por el cambio climático aumentará las probabilidades de que los huracanes, además de ser más numerosos e intensos, puedan desplazarse a latitudes medias, llegando a afectar a ciudades icónicas como Nueva York


Como norma general, los huracanes o ciclones tropicales se forman en latitudes bajas donde el agua cálida y la ausencia de corrientes en chorro ayudan en gran medida a que los remolinos no sufran cambios fatales durante su etapa más crítica. Sin embargo, parece que la tendencia parece estar cambiando por culpa del cambio climático.

Por un lado, los expertos están observando cómo el calentamiento de los océanos está ofreciendo “más combustible” para que los huracanes se formen, dando como resultado temporadas de huracanes en el Atlántico no solo con un mayor número de estos eventos, sino que además más destructivos. La temporada de este año, en este sentido, fue la tercera más activa registrada.

Por el otro lado, las diferencias de temperatura entre el Ecuador y los polos están disminuyendo, lo que está causando un debilitamiento o incluso una división en la corriente en chorro, abriendo una ventana en las latitudes medias para que se formen e intensifiquen los huracanes.

Si bien esto último se trata de una línea que todavía levanta mucha incertidumbre, los investigadores de las Universidad de Yale acaban de reafirmar la teoría con un estudio publicado en la revista Nature Geoscience en el que además afirman que durante el siglo XXI los huracanes se expandirán a latitudes medias, impactando en ciudades como Nueva York, Boston, Pekín y Tokio.

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Imagen captada por satélite de cinco huracanes presentes en la cuenca atlántica en el 2020 | Foto: Centro Nacional de Huracanes

Huracanes en Europa

De hecho, Europa ha visto cómo en los últimos años varios huracanes intentaron asediarla. Lorenzo, el huracán de categoría 5 que más al Este se ha formado, fue uno de los últimos ejemplos, donde también destaca el caso de Vince en 2005 que llegó a afectar a Canarias y Ophelia en el 2017.

“Hay grandes incertidumbres sobre cómo cambiarán los ciclones tropicales en el futuro. Sin embargo, múltiples líneas de evidencia indican que podríamos ver más ciclones tropicales en latitudes medias, incluso si la frecuencia total de ciclones tropicales no aumenta, lo cual todavía se debate activamente”, comenta Alexey Fedorov, profesor de ciencias oceánicas y atmosféricas en Yale y coautor del trabajo.

“Esto representa un riesgo importante y subestimado del cambio climático”, argumenta el experto, que junto a sus compañeros analizaron simulaciones numéricas de climas cálidos del pasado distante de la Tierra, observaciones satelitales recientes y una variedad de proyecciones meteorológicas y climáticas, así como la física fundamental que rige la convección atmosférica y los vientos a escala planetaria.

En este sentido, exponen en el trabajo que las simulaciones de climas más cálidos durante el Eoceno (hace 56 a 34 millones de años) y el Plioceno (hace 5,3 a 2,6 millones de años) vieron cómo se formaban e intensificaban ciclones tropicales en latitudes más altas.

“El problema central al hacer predicciones de huracanes en el futuro es que los modelos utilizados para las proyecciones climáticas no tienen la resolución suficiente para simular ciclones tropicales realistas. En cambio, normalmente se utilizan varios enfoques indirectos diferentes que parecen distorsionar la física subyacente de cómo se forman y se desarrollan los huracanes. Varios de estos métodos también proporcionan predicciones que se contradicen entre sí”, puntualizan los autores en un comunicado.

El nuevo estudio deriva sus conclusiones al examinar las conexiones entre la física de los huracanes en escalas demasiado pequeñas para ser representadas en los modelos climáticos actuales y la dinámica mejor simulada de las corrientes en chorro de la Tierra y la circulación de aire de norte a sur, conocidas como las células de Hadley.



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