Un estudio, que ha analizado el riesgo de desbordamiento de las costas de todo el mundo teniendo en cuenta factores como el oleaje, ha expuesto que un escenario pesimista de cambio climático acelerará el riesgo por inundaciones en 50 veces



El exceso de calor ha incrementado el nivel de los océanos desde principios del siglo XX hasta elevarlos 0,16 metros en el 2015 con respecto a los niveles preindustriales, según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). Y lejos de estabilizarse, podrán crecer entre 60 centímetros y un metro durante los próximos 80 años.
Para el 40% de la población mundial que viven a menos de 150 kilómetros de las costas esto significa la hecatombe porque precisamente sus hogares y sus propias vidas dependen de esos océanos que ahora se encuentran en transformación y de unas protecciones antropogénicas y naturales ineficientes frente a la magnitud de los desafíos, sobre todo a las inundaciones esporádicas.
“Se espera que estos eventos episódicos se vuelvan más severos y frecuentes debido al calentamiento global, mientras que las consecuencias también aumentarán debido al aumento de la presión antropogénica, como el desarrollo costero y de infraestructura, la rápida urbanización”, Rafael Almar, principal autor de un estudio que aborda este tema.


Sin embargo, para él, el papel de las olas en los procesos que rigen los desbordamientos de las protecciones de las costas-y por tanto las inundaciones- y los diferentes niveles se han ignorado en gran medida en la mayoría de los trabajos de este tipo, en particular “debido a la falta de información global sobre la topografía costera detallada”.
“Los estudios globales que explican la contribución de las olas a los niveles del mar todavía se basan en supuestos de topografía y/o batimetría costera muy simplificados, como en las que se consideran pendientes costeras constantes en todo el mundo. Todo ello a pesar de que se reconoce que la topografía local puede influir en gran medida en el avance de las olas y, en consecuencia, la exposición a las inundaciones y el riesgo asociado”, aclara el experto.
Para salvar esta brecha, Rafael Almar y su equipo estudiaron durante 1993 y 2015 más de 14.000 perfiles costeros repartidos a lo largo y ancho del globo con ayuda de un modelo digital novedoso que combinaron con las cada vez más precisas estimaciones de los niveles de los océanos y datos satelitales.
Entre otras cosas, esto les permitió conocer al detalle la topografía costera y el número anual de horas durante las cuales las defensas costeras podrían superarse en cada área. Como curiosidad, en su estudio señalan que uno de los puntos calientes en este sentido se encuentra en el sur del Mediterráneo y zonas del litoral mediterráneo español.


“Por primera vez se ha evaluado cuantitativamente el potencial de desbordamiento costero a escala global, tanto durante las últimas décadas como en el siglo XXI, combinando topografía costera de alta resolución a partir de satélites globales y productos digitales de cálculos de última generación”, comenta el autor principal.
“Identificamos puntos calientes, donde el aumento de los riesgos de rebasamiento es mayor, como en el Golfo de México, el sur del Mediterráneo, África occidental, Madagascar y el mar Báltico”, añade
Sus conclusiones muestran una tendencia creciente en el desbordamiento que “resulta en un factor añadido de 1,5 -50%-en las horas de desbordamiento anuales desde 1993 hasta 2015”. Asimismo, advierte que, en relación con los datos actuales, el número de horas rebasadas a nivel mundial podría multiplicarse por 50 a medida que se avanza por un escenario de altas emisiones.
«La frecuencia de los rebasamientos se está acelerando exponencialmente y será claramente perceptible a partir de 2050, independientemente del escenario climático. Para fines de siglo, la intensidad de la aceleración dependerá de las trayectorias futuras de las emisiones de gases de efecto invernadero y, por lo tanto, del aumento en el nivel del mar”, expone Rafael.
“Se necesitarán más estudios a nivel local y regional para concretar estas proyecciones globales, que proporcionan una base sólida para proponer medidas de adaptación efectivas en los puntos críticos identificados”, concluye el experto.
