Científicos de una decena de entidades de cinco países distintos analizan las señales registradas en sedimentos de los humedales de Sierra Nevada y zonas cercanas. El trabajo permite reconstruir los cambios producidos en el paisaje ibérico por el ser humano desde hace miles de años



Un equipo científico internacional dirigido por los profesores del departamento de Estratigrafía y Paleontología de la Universidad de Granada (UGR) Antonio García-Alix y Gonzalo Jiménez Moreno, está ayudando a desvelar el impacto del cambio climático y de la acción humana en el medio ambiente, a través de un proyecto de investigación multidisciplinar denominado PALEODUL-II que estudia los sedimentos depositados en lagunas y humedales de Sierra Nevada y alrededores.
Su aportación resulta sumamente interesante no solo para la ecología sino el propio estudio de la Historia de la civilización, ya que aporta evidencias sobre el contexto físico en el que acontecieron los hechos del pasado. Las lagunas de conocimiento que puedan existir en el registro escrito y otras fuentes de conocimiento pueden ser rellenadas por la paleoecología o estudio de la ecología del pasado, como es el caso.
En los últimos tiempos va aumentando esta confluencia de saberes que ayuda a alumbrar una nueva disciplina del todo estimulante: la historia ambiental, que puede entenderse en varias formas. Aborda la evolución del medio ambiente, pero también cómo la propia transformación del medio natural influye en el desarrollo humano y, al mismo tiempo y sobre todo, trata de comprender cómo el propio ser humano ha afectado al medio que le rodeaba, marcando con ello su propio devenir.En nuestro diario hemos entrevistado a intelectuales como el geógrafo y premio Pulitzer Jared Diamond, un destacado estudioso y popularizador de la historia ambiental. Los hallazgos de Sierra Nevada suman un nuevo capítulo a esta interesante disciplina, pues permiten cotejar cambios ambientales con documentos históricos, iluminando así partes de nuestro pasado para entender mejor cómo la interacción entre el ser humano y el medio ambiente afectó a ambos.
Fuegos en aumento desde hace 4.000 años
En el caso de las revelaciones sobre lo que ha ocurrido en el sur de la Península ibérica en los últimos miles de años, podemos descubrir conclusiones sumamente interesantes.
El estudio ha permitido entender el impacto de la acción humana en el medio ambiente, que se hace visible desde hace 4.000 años por un aumento en la frecuencia de incendios y por la presencia de contaminación por plomo provocada por la minería. El estudio revela también otros aspectos referidos a modificaciones en la vegetación, como la presencia creciente del cultivo de olivo en las faldas de Sierra Nevada y la repoblación con pinos de las últimas décadas, según indica la UGR.


“Se observa un aumento de incendios desde hace 4.000 años, coincidiendo con la mayor presencia humana”
La turbera de El Padul y otras localizaciones cercanas a la granadina Sierra Nevada han demostrado ser una rica enciclopedia de la historia, humedales en cuyos sedimentos han quedado registrados todo tipo de cambios ambientales que los científicos pueden desvelar ahora gracias a un arduo trabajo de campo y sofisticadas técnicas de laboratorio.
El trabajo multidisciplinar, llevado a cabo por expertos de una decena de entidades de cinco países distintos analiza las señales biológicas, físicas y químicas que han quedado registradas en los sedimentos depositados en los lagos de ambiente alpino de Sierra Nevada y en la turbera de El Padul, donde se encuentran registros de distintos ciclos glaciares e interglaciares ocurridos durante el último millón de años.
El equipo incluye expertos de diferentes áreas para poder extraer la máxima información registrada en los sedimentos estudiados.
Los análisis de polen, por ejemplo, han revelado cambios en la vegetación que crecía en la región. Los carbones muestran la presencia y variaciones en la abundancia de incendios en la zona cercana a los lagos.
Por su parte, los restos de gasterópodos y ostrácodos, organismos de agua dulce, ofrecen información relevante sobre las variaciones ocurridas en las condiciones internas del lago.
Y, por último, los análisis de geoquímica permiten observar las variaciones químicas que sucedieron en los lagos y sus alrededores, así como los aportes de polvo sahariano a través del viento
Un trabajo internacional
Cada vez más árido y deforestado
Los datos de este proyecto de investigación están arrojando resultados muy reveladores. El análisis de polen, por ejemplo, indica que en el Holoceno temprano -es decir, hace 11.000 años, al final del último periodo glaciar y en el despertar de la humanidad moderna a lo largo del mundo-, en el sur de la Península había unas condiciones óptimas, con un clima cálido y húmedo.
Esto se deduce por la abundancia de árboles y de algas que prosperan en ese ambiente. Pero después acontece un proceso progresivo de aridificación que genera la deforestación y el aumento de hierbas adaptadas a la sequedad en la zona, un proceso que puede datarse desde hace 7.000 años hasta la actualidad.
Los datos de geoquímica muestran que el aumento de aridez en la región y en el Norte de África produce un claro aumento en el aporte de polvo sahariano transportado por el viento hacia esta zona. Pero este proceso de aridificación no es totalmente continuo, y estuvo interrumpido por periodos o bien más secos o más húmedos que, según los investigadores, probablemente tengan que ver con cambios cíclicos en la frecuencia del fenómeno de la oscilación del Atlántico Norte. Los periodos áridos se deberían a fases en las que predominaría la NAO positiva, y los periodos más húmedos, a fases más largas de NAO negativa.
“El periodo ibero-romano coincidió con un tiempo relativamente húmedo y cálido, con aumento de los bosques”
La oscilación del Atlántico Norte (NAO) es un fenómeno climático que acontece en el norte del océano Atlántico, derivado de las fluctuaciones en la diferencia de presión atmosférica entre la zona de bajas presiones de Islandia y las de altas presiones de las Azores o anticiclón de las Azores. Este fenómeno influye en la la fuerza y la dirección de los vientos del oeste que viajan hacia Europa y en la formación de frentes lluviosos. La oscilación del Atlántico Norte está relacionada en gran medida con lo que sucede al mismo tiempo con las presiones en el Ártico.
La investigación revela, además, que un periodo de tiempo relativamente húmedo y cálido en el sur peninsular es el periodo Ibero-Romano, en el que aumentan sensiblemente las especies forestales. Pero los ecosistemas en Sierra Nevada no sólo han variado por causas naturales, ya que el hombre ha poblado la zona desde hace milenios y su impacto se hace evidente en los testigos fósiles estudiados, señalan los autores de la investigación.
Los datos producidos por este proyecto muestran que en las lagunas del sur de la Península Ibérica se encuentra información muy valiosa aún por descubrir y que puede ayudar a comprender cómo responderán los ecosistemas frente al cambio global, concluyen los autores de este proyecto que no deja de alumbrar relevaciones sobre nuestro pasado.
