Un informe de los economistas de JP Morgan, uno de los mayores bancos de inversión estadounidenses y el principal financiador a nivel mundial de combustibles fósiles, asegura que la Tierra está en una trayectoria insostenible que pone en peligro la supervivencia humana



El mundo de las finanzas es cada vez menos ajeno al cambio climático y sus consencuencias potencialmente devastadoras para la economía mundial. Si los Bancos Centrales ya están buscando fórmulas para tener en cuenta el calentamiento global en sus estimaciones, la banca privada también está empezando a despertar ante la amenaza que podría suponer para sus balances de cuentas la falta de mitigación y adaptación al cambio climático. El último en hacerlo ha sido JP Morgan, uno de los mayores bancos de inversión estadounidenses y el principal financiador a nivel mundial de combustibles fósiles. Según un informe filtrado al diario británico The Guardian, los economistas de la entidad financiera creen que la crisis climática amenaza la supervivencia del ser humano.
El informe es muy claro en sus conclusiones: la política climática tiene que cambiar o el mundo se va a enfrentar a consencuencias irreversibles. Y, sobre todo, es crítico implícitamente con la propia estrategia de inversiones del banco estadounidense. JP Morgan ha proporcionado 75.000 millones de dólares en servicios financieros a las empresas que se expanden más agresivamente en sectores como el fracking y la exploración de petróleo y gas del Ártico desde el Acuerdo de París, según un análisis compilado por The Guardian el año pasado.
Sin embargo, la preocupación entre la instituciones de Wall Street sobre los posibles riesgos financieros y reputacionales de continuar invirtiendo en industrias intensivas en carbono puede empezar a cambiar el panorama. Este informe, escrito por los economistas de JP Morgan David Mackie y Jessica Murray, es un paso más en esta dirección, ya que asegura que la crisis climática tendrá un impacto en la economía mundial, la salud humana, el estrés hídrico y las migraciones globales.
Tampoco niega las predicciones más fatalistas. «No podemos descartar resultados catastróficos donde la vida humana tal como la conocemos está amenazada», señala el documento, que data del 14 de enero y toma como fuentes tanto literatura académica como pronósticos del Fondo Monetario Internacional y el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU.
Es más, el informe señala que la mayoría de las estimaciones sobre los costes económicos y sobre la salud están subrepresentadas, porque no tienen en cuenta la pérdida de riqueza, la tasa de descuento -la tasa de interés que un banco central cobra por sus préstamos y adelanta a un banco comercial- y la posibilidad real de un aumento de los desastres naturales.
Cambio de políticas
Los autores dicen que los políticos deben cambiar de dirección cuanto antes porque una política climática como la actual «probablemente empujaría a la Tierra a un lugar que no hemos visto en muchos millones de años», con resultados que podrían ser imposibles de revertir.
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Sin nombrar a ninguna organización, los autores dicen que se están produciendo cambios a nivel micro, que implican cambios en el comportamiento de individuos, empresas e inversores, pero es poco probable que esto sea suficiente sin la participación de las autoridades fiscales y financieras.
Por ahora, la presión pública y privada en el tema del cambio climático ha llevado a varias instituciones económicas importantes a afirmar que harán que el clima sea un tema más prioritario en su agenda. A principios de este mes, el influyente banco Goldman Sachs rebajó la calificación de ExxonMobil de una posición «neutral» a una posición de «venta». Y en enero, BlackRock, el mayor administrador de activos del mundo, dijo que reduciría su exposición a los combustibles fósiles antes de una «reasignación significativa de capital».
También los grandes fondos de inversión privados están haciendo movimientos. El fondo del petróleo noruego, el fondo de inversión soberano más grande del mundo, anunció el año pasado que destinaría miles de millones de dólares en la construcción de proyectos de energía solar y eólica. Una decisión calcada a la del fondo petrolero de Arabia Saudí que revela que el dinero ya empieza a preocuparse por el cambio climático. Las políticas tendrán que seguirlo.
