La UAB ha descubierto que la acidificación en los Pirineos se está extendiendo a diversas zonas de la cordillera. Ahora los expertos piden mayores investigaciones con el fin de acotar en detalle las causas y comenzar a diseñar estrategias preventivas y correctivas



La acidificación del agua no es una problemática exclusiva de los océanos o los mares, sino que también afecta a los recursos hídricos que se encuentran dentro de los continentes. En los Pirineos, por ejemplo, este fenómeno se lleva estudiando desde hace varios años y se pensaba que solo afectaba a algunas zonas concretas. No obstante, gracias a una nueva investigación liderada por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), con la colaboración de la Universitat de Girona (UdG), se ha descubierto que la acidificación se está extendiendo por diversas zonas de la cordillera.
Según el grupo de investigadores, encabezados por Mario Zarroca, miembro del Departamento de Geología de la UAB, el cambio climático está detrás de esta expansión en los Pirineos: “Nuestros resultados sugieren que el cambio climático es el motor desencadenante del fenómeno, pues es posible establecer una correlación entre episodios de sequía prolongada e incremento de temperatura, con el aumento de los procesos de drenaje ácido natural”.
Para poder llegar a esta conclusión, los expertos han hecho uso de técnicas de cartografía geomorfológica basadas en el trabajo de campo y estudios de series multitemporales de fotografías e imágenes aéreas y exploraciones geofísicas mediante tomografía eléctrica de resistividades y georradar, así como a partir de muestreos hidroquímicos, isotópicos y de bioindicadores, y análisis de series climáticas.


Gracias a estas técnicas, el grupo de investigadores ha podido analizar los sistemas fluviales de los Pirineos. En concreto, los expertos han focalizado sus esfuerzos en la observación de los recursos hídricos de diversas zonas de los Parques Naturales de Posets-Maladeta (Huesca), Alt Pirineu (Lleida) y Les Capçaleres del Ter i Freser (Girona).
Según la investigación, la observación del color del agua de esos lugares ha sido fundamental ya que, según la UAB, “la acidificación de los ríos se reconoce en campo por el color turquesa de las aguas y la formación de precipitados blanquecinos ricos en aluminio que cubren sus lechos”.
A pesar de las precisas conclusiones del estudio, los expertos han destacado la importancia de iniciar un estudio a mayor escala con el fin de acotar en detalle las causas y comenzar a diseñar estrategias preventivas y correctivas.
“La potencial toxicidad de metales y metaloides que son finalmente liberados al medio, como arsénico, aluminio y níquel, especialmente a través del agua, es sobradamente conocida”, han señalado en referencia a las consecuencias que tienen la presencia de estos contaminantes en el agua.
