La contaminación en China resurge con fuerza tras la vuelta a la actividad

La contaminación en China resurge con fuerza tras la vuelta a la actividad

El fin del confinamiento por la pandemia de coronavirus en China ha supuesto una espectacular recuperación de la polución derivada de las emisiones de gas de efecto invernadero del gigante asiático, que ya se encuentra por encima de la del año pasado en estas mismas fechas


China ha servido hasta ahora como espejo de lo que puede suponer la pandemia de coronavirus para muchos países europeos. El gigante asiático se vio afectado por la COVID-19 con un par de meses de antelación a lo sucedido en el resto del mundo, por lo que fue el primer Estado en imponer medidas de confinamiento y en iniciar la desescalada una vez se superó lo peor del brote. Este lunes, China puede habernos ofrecido una pista más de lo que espera tras estos meses de parálisis: desde que las restricciones a la movilidad y a la producción industrial comenzaron a relajarse, los niveles de contaminación detectados entre el 8 de abril y el 8 de mayo fueron mayores que los del mismo período del año pasado.

Esto tiene dos lecturas, una en cierto modo positiva y otra que puede ser muy negativa. Por un lado, indica que la recuperación de la producción ha sido inmediata e instántanea, lo que puede ser una buena nueva de cara a la casi segura crisis económica que van a tener que hacer frente la mayoría de países de Occidente. Pero también evidencia que la caída de la polución y las emisiones de gases de efecto invernadero no son más que un espejismo, una consecuencia secundaria del confinamiento que ha sido temporal.

«Hay claras señales tempranas de advertencia de que la recuperación de China de la crisis provocada por la COVID-19 está revirtiendo las mejoras en la calidad del aire«, afirma un nuevo informe realizado por el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA, por sus siglas en inglés), con sede en Helsinki.

El cambio ha sido drástico. Durante el momento álgido de la propagación del virus en China en el mes de febrero, los niveles medios de algunas partículas contaminantes se redujeron significativamente respecto al mismo periodo de 2019. Las medidas de confinamiento impuestas por el Gobierno chino, como el cierre de fábricas o el confinamiento de decenas de millones de personas, redujeron el consumo de electricidad y el tráfico rodado con el consiguiente descenso de la contaminación.

El 3 de febrero, la media nacional china de los niveles de partículas PM 2,5 (las más dañinas para la salud) cayó un 33%, mientras que los de dióxido de nitrógeno (NO2) lo hicieron un 40%. Si lo comparamos con el mismo periodo postvacacional de 2019, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) descendieron cerca de un 25%, al tiempo que caían la actividad de las centrales de energía de carbón, la manufactura de cemento y el consumo de gasolina.

Recuperación inmediata

Por desgracia, el espejismo de una China con una polución en niveles aceptables duró poco. Desde que las restricciones a la movilidad y a la producción industrial comenzaron a relajarse, los niveles de contaminación detectados entre el 8 de abril y el 8 de mayo fueron mayores que los del mismo período del año pasado, asegura el estudio, basado en datos de 1.500 estaciones de observación en toda China.

Se incrementaron especialmente los niveles de dióxido de nitrógeno, dióxido sulfúrico y las partículas finas, provocadas habitualmente por la actividad industrial. Esto se debe sobre todo a que las zonas del país con grandes complejos industriales mostraron mayores incrementos de emisiones, sobre todo de dióxido de nitrógeno, que las áreas urbanas densamente pobladas.

A pesar de esta diferencia entre zonas urbanas e industriales, lo que parece claro es que la preocupación por la transmisión del virus en el transporte público ha provocado que más personas hayan preferido utilizar los vehículos particulares, lo que ha contribuido también al aumento de la contaminación. Según el informe, el repunte era esperado, pero lo que «no es evidente» es que la polución del aire supere los niveles de antes de la crisis, especialmente cuando muchos sectores económicos todavía no han recuperado completamente la actividad.

«Esto significaría una recuperación ‘sucia’ liderada por los sectores más altamente contaminantes«, destacan los expertos, que achacan la estrategia en el énfasis que ha puesto el Gobierno chino en objetivos de reconstrucción que incluyen un crecimiento de la construcción y los proyectos de manufactura. El informe advierte de que algo similar ocurrió en 2008, cuando la política de estímulos china ante la crisis financiera global conllevó «una oleada sin precedentes de proyectos de construcción» con cifras récord de consumo de carbón, cemento y acero.

«El programa de estímulos culminó en los horribles episodios de contaminación del aire del invierno de 2012-2013, comúnmente conocidos como el airpocalypse (juego de palabras en inglés con las palabras aire y apocalipsis) en torno a Pekín», recuerdan. Parece que, con el argumento de la necesidad de salir de la crisis, el riesgo es que las medidas que se pongan en marcha vayan en detrimento de las políticas ambientales, presentadas como un freno o un límite a la recuperación económica. Por eso, las llamadas de la sociedad civil y empresarial a buscar una recuperación «verde» son más importantes que nunca.



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