La Ley de Cambio Climático que hará de España un país neutral en emisiones de carbono en 2050 pasa por el Consejo de Ministros para poder iniciar su tramitación Parlamentaria



La nueva realidad económica y social que nos dejará el coronavirus estará guiada por la Ley de Cambio Climático que el Consejo de Ministros ha aprobado este martes para lograr que España sea un país neutral en emisiones de carbono en 2050.
El Gobierno no sólo quiere alcanzar la neutralidad climática de España de aquí a 2050, sino que para entonces el sistema eléctrico sea cien por cien renovable, para lo que se darán unos pasos intermedios como alcanzar una rebaja de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) del 20% a 1990, según consta en el anteproyecto de ley de cambio climático del Gobierno.
El anteproyecto normativo será estudiado este martes por el Consejo de Ministros, donde «previsiblemente» obtendrá el visto bueno para su remisión como proyecto de ley al Congreso de los Diputados para su tramitación parlamentaria.
La ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha manifestado este lunes durante su comparecencia en el Senado, que confía en que así será porque está convencida que la propuesta será del agrado de sus «compañeros» en el Ejecutivo.
El texto incluye 36 artículos distribuidos en nueve títulos, e incorpora las aportaciones del proceso de participación pública que se inició en febrero de 2019, para que España cumpla el Acuerdo de París en línea con los compromisos de la Comisión Europea y con el Pacto Verde Europeo mediante las señales adecuadas para modernizar la economía.
Para alcanzar la neutralidad climática en 2050, se establece que en 2030 las emisiones de la economía española tendrán que reducirse al menos un 20% respecto a 1990, de acuerdo con el aumento de la ambición de la Comisión Europea que, en su conjunto se ha planteado reducir entre un 50 y un 55% las emisiones respecto a 1990.
Apuesta por la energía cien por cien renovable
Además, de aquí a 2030, al menos el 35%del consumo final de la energía tendrá que ser de origen renovable y en el caso del sistema eléctrico, establece que la presencia renovable en 2030 tendrá que ser, «al menos» de un 70%. Ya en 2050 el cien por cien del sistema eléctrico deberá ser de origen renovable y el consumo de energía primaria deberá ser un 35% menor.
Para lograr el cumplimiento de los objetivos propuestos se implantarán sucesivos planes de Nacionales de Energía y Clima (PNIEC), que marca la senda entre 2021 y 2030 y plantea una trayectoria que permitirá reducir las emisiones en un 23% respecto a 1990 al final de esta década y duplicar el porcentaje de renovables en el consumo final hasta el 42%.
En esa línea, la presencia de energías limpias en el sistema eléctrico llegará hasta el 74% y la eficiencia mejorará en un 39,5%.
De acuerdo con los modelos del Gobierno, para el periodo 2021-2030 prevé que la transición ecológica atraerá más de 200.000 millones de euros de inversión en los próximos diez años y generar entre 250.000 y 350.000 empleos netos al año.
El anteproyecto contempla que la movilización de inversiones, el ahorro de energía y la mayor presencia de renovables conllevarán que el Producto Interior Bruto (PIB) crezca en torno al 1,8% en 2030 respecto al mismo escenario sin las medidas del PNIEC, esto es, de 16.500 a 25.700 millones de euros.
Junto con los sucesivos PNIEC, desde el Ministerio para la Transición Ecológica apuntan que los objetivos de la senda de descarbonización y fijación de reducción de emisiones de CO2 se especificarán en la Estrategia a Largo Plazo 2050, que también está ultimando el Ejecutivo.
El texto mantiene la creación de un marco de gobernanza que refuerce la participación mediante la puesta en marcha del Comité de Expertos de Cambio Climático y Transición Energética que hará recomendaciones y evaluaciones que se recogerán en un informe anual que se debatirá en el Congreso de los Diputados.
Entre los plazos previstos en la propuesta normativa, también a partir del 31 de diciembre de 2021 las comunidades autónomas tendrán que informar de sus planes de energía y clima a la Comisión de Coordinación de Políticas de Cambio Climático.
Coches sin emisiones en 2040
Así, las administraciones locales y autonómicas junto con la Administración General del Estado deberán poner en marcha medidas para que el parque de turismos y vehículos comerciales ligeros en 2050 sean cero emisores de CO2.
Como paso previo, se adoptarán medidas para que los vehículos ligeros reduzcan de aquí a 2040 sus emisiones para que entonces sean cero gramos de CO2 por kilómetros.
El Ministerio añade que previa consulta con el sector se pondrán en marcha medidas para facilitar la penetración de estos vehículos, incluido el apoyo a I+D+i.
Ciudades con zonas de bajas emisiones en 2030


Asimismo, en las poblaciones de más de 50.000 habitantes, los Ayuntamientos deberán establecer «no más tarde de 2030» zonas de bajas emisiones en su planificación de ordenación urbana, así como medidas de mitigación para reducir las emisiones de la movilidad, y medidas para facilitar la movilidad a pie o en bicicleta, otros medios de transporte activo y mejorar el uso del transporte público.
En esa línea, también apuesta por impulsar la movilidad eléctrica compartida y el transporte eléctrico privado. Aún más, el anteproyecto establece que cualquier medida que se quiera adoptar y que suponga una regresión de las zonas de bajas emisiones que ya existan deberán contar con un informe previo del Ministerio y del órgano autonómico competente en la materia.
No más Fracking
A través de planes específicos, se fomentará el uso de gases renovables, incluido el biogás, el biometano, el hidrógeno y no se prevé autorizar nuevos proyectos en energías fósiles, al tiempo que los beneficios fiscales a los productos de origen fósil deberán estar justificados por motivos de interés social o económico.
El proyecto normativo no prevé la autorización de nuevas autorizaciones para explorar permisos de investigación o concesiones de explotación de hidrocarburos ni de fracturación hidráulica en toda España.
La ley llevará aparejados instrumentos como el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, que está en información pública y también contempla la integración de los riesgos derivados del cambio climático en la planificación y la gestión del agua y la costa, en las infraestructuras, la ordenación del territorio y los usos de suelo y la seguridad alimentaria.
En particular, se reconoce la relevancia de la política agraria común, la de desarrollo rural y la forestal. El texto introduce medidas para reducir la vulnerabilidad del cambio climático en los suelos agrícolas y forestales y en los montes y contempla la elaboración de un mapa de vulnerabilidad.
Educación ambiental esencial
Por otro lado, la ley buscará promover y reforzar el conocimiento del cambio climático en la sociedad para lo que revisará el tratamiento de esta materia en el currículo básico de la educación formal y no formal, así como en los planes universitarios y el Catálogo Nacional de Cualificación profesional.
Para Teresa Ribera, el texto sitúa la lucha contra el cambio climático y la transición energética en el centro de la acción de las administraciones públicas. «Se trata de un proyecto de país, responsable con nuestro presente, nuestra salud, nuestra calidad de vida, nuestro modelo de prosperidad y, sobre todo, nuestro futuro», ha celebrado.
A su juicio, en el momento en que se debe abordar el proceso de recuperación frente al COVID-19, la transición energética se va a convertir en «una fuerza motriz determinante» para generar actividad económica y empleo a corto plazo, y hacerlo de forma «coherente» con lo que se necesitará como país en el medio y largo plazo.
«Contamos con la certeza de que la transición energética tendrá impactos positivos sobre nuestra economía y nuestro bienestar, y sabemos pueden empezar a materializarse de forma inmediata», ha valorado.