Todo hace que la demanda suba. Una población en aumento, salarios crecientes, una urbanización en expansión y temperaturas promedio en verano en ascenso van camino a triplicar el número de sistemas de aire acondicionado en el mundo hasta casi los 6.000 millones a mediados de siglo, según un informe de la Agencia Internacional de la Energía. Esto supone uno de los problemas más espinosos que trae consigo el cambio climático; y una paradoja. Mientras los termómetros indican números cada vez más altos, también necesitaremos más aclimatación, no solamente por comodidad, sino también por salud.
No obstante, las máquinas producen suficiente calor para aumentar directamente la temperatura exterior a su alrededor, además de emplear en sus sistemas gases de efecto invernadero miles de veces más potentes que el dióxido de carbono y consumir altas cantidades de electricidad. Enfrían, pero también calientan el planeta.
En el preámbulo del documento titulado The Future of Cooling, Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía, expone la situación de forma sencilla: “La refrigeración es un punto ciego en las políticas energéticas actuales… uno de los problemas más críticos y a la vez ignorados de nuestro tiempo”. Las cifras apoyan su enunciado. Actualmente, los sistemas de refrigeración suponen alrededor de un 20% de la energía utilizada en edificios en el mundo entero: 2.000 teravatios hora (TWh), que son más del doble de la electricidad que se consume en el continente africano.
Esto no solamente se refiere al uso humano directo, incluye también la refrigeración utilizada para producir, almacenar y transportar todo tipo de bienes. En la trayectoria actual, para 2050, la energía para este fin se multiplicaría por tres, llegando a la cantidad que utiliza China entera hoy por hoy.
“La termodinámica dicta que no es posible enfriar artificialmente un espacio sin generar al mismo tiempo calor”
Producir toda esa electricidad adicional sin acudir a combustibles fósiles, en el contexto global presente, será extremadamente difícil. Por lo tanto, es previsible que para que funcionen los sistemas de refrigeración en el futuro se emita más CO2. Asimismo, la misma termodinámica dicta que no es posible enfriar artificialmente un espacio sin generar al mismo tiempo calor. En una ciudad esto significa que los sistemas de aire acondicionado expulsan aire caliente a la calle, aumentando la temperatura.
Pero además, las maquinas gracias a las cuales dormimos a gusto en medio de las más frecuentes olas de calor, utilizan refrigerantes que a la vez son potentes gases que retienen calor en la atmosfera. Los hidrofluorocarburos (HFC), los químicos más comunes en los aires acondicionados, pueden ser hasta 12,000 veces más potentes que el dióxido de carbono como gases de efecto invernadero. Incluso pequeñas fugas acumuladas en millones de máquinas podrían tener una repercusión terrible en el medio ambiente.
Una estrategia múltiple
El reto que todo esto supone para quienes diseñan y diseñarán las políticas públicas del futuro cercano es mayúsculo, pero por lo menos hay consenso en una cosa: no hay una única solución mágica, la estrategia debe ser múltiple. Además, debe estar acompañada de un cambio de percepción frente a la refrigeración. Aunque es un legítimo derecho de las personas querer tener aire acondicionado por su bienestar a medida que sus ingresos y condiciones de vida mejoran, es necesario un nivel de consciencia sobre qué implica depender de ellos para mantenernos cómodos en casa.
En ese sentido, la recomendación de mantener el termostato del aire acondicionado por encima de 25 grados en edificios públicos o centros comerciales en el más reciente plan de ahorro de la Unión Europea, es un paso en la dirección correcta, pues reduce sustancialmente el consumo energético con una medida muy sencilla. Esta misma semana, el Gobierno de España presentaba una normativa destinada a cumplir con los compromisos europeos. No obstante, en un panorama más amplio, es una medida tímida y motivada más por la guerra de Rusia que por las consecuencias climáticas de la refrigeración.


“Actualmente, los sistemas de refrigeración en el mundo 2.000 teravatios hora (TWh), más del doble de la electricidad que se consume en África”
Una estrategia más efectiva, aunque claramente mucho más difícil de implementar de manera inmediata, coinciden los expertos, es mejorar la eficiencia de los sistemas. Esto podría reducir marcadamente la demanda energética derivada de la refrigeración a largo plazo. Las principales empresas ya están sacando modelos que consumen menos electricidad, pero aunque a largo plazo suponen un ahorro en gastos, suelen costar bastante más inicialmente, por lo que el mercado sigue dominado por los sistemas menos eficientes. El objetivo es producir una máquina barata y eficiente. Hay decenas de start-ups en el mundo que están buscando irrumpir en el mercado con algo así, pero por ahora el precio de inicio continúa siendo comparativamente alto.
También hay otras maneras estructurales de reducir la cantidad de electricidad necesaria para enfriar interiores. Estos incluyen mejores sistemas de aislamiento, el sellado de fugas de aire, agregar cubiertas para ventanas o aplicar colores o materiales reflectantes a los techos, entre otros. Un estudio en Estados Unidos estimó que, si se usara ese tipo de techado en un 80% de los edificios comerciales del país, se podría reducir el consumo eléctrico anual en más de 10 teravatios hora y ahorrar hasta 700 millones de dólares. Si se aplicase en conjunto con las otras medidas, la eficiencia energética mejoraría significativamente.


“Las principales empresas ya están sacando modelos que consumen menos electricidad”
Para reducir el impacto ambiental directo de los aires acondicionados, hace falta reemplazar los altamente contaminantes hidrofluorocarburos por otros componentes. A nivel internacional, de hecho, en 2019 la enmienda Kigali del Protocolo de Montreal comprometió a los 135 países que la han ratificado a eliminarlos en un 85% para 2050. Los refrigerantes alternativos, como las hidrofluorolefinas o ciertos hidrocarburos, aunque también retienen calor en la atmosfera, tienen un impacto medioambiental mucho menor. Según un análisis de Project Drawdown, si se implementan de forma extendida se podría reducir el equivalente de 42.700 mil millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono hasta el 2050.
Limpiar, ampliar y reforzar la red eléctrica
En el mejor de los casos, aunque se implementen todas estas medidas y la eficiencia de los sistemas se potencie considerablemente, el incremento en la demanda de aire acondicionado será tal que inevitablemente crecerá también la demanda eléctrica global para la refrigeración.
Por lo tanto, la paradoja climática del aire acondicionado se enmarca dentro de un desafío energético más amplio. Con un crecimiento demográfico global, en especial en países en desarrollo, la necesidad de electricidad solamente aumenta año a año, entonces las naciones deben no solamente reemplazar la infraestructura existente por una basada en fuentes verdes y diversas, sino también construir una red más potente que nunca.


“La paradoja climática del aire acondicionado se enmarca dentro de un desafío energético más amplio”
Ante esto, la dificultad que agrega el problema de los aires acondicionados es que estos aumentarán la demanda, pero especialmente en momentos pico -las horas de más calor de los meses más calurosos-. Eso significa que las redes eléctricas tendrán que ser diseñadas de forma particularmente amplia y resistente, pensando en esos picos desorbitados que sucederán apenas unas horas al año. Asimismo, la incorporación de tecnología inteligente, como sensores o sistemas de control que pueden analizar el consumo y reaccionar de manera acorde, podría ayudar a lidiar con esos momentos del alto consumo.
Hay mucho trabajo por hacer, y si bien, como Fatih Birol señalaba, hasta ahora la refrigeración ha sido un punto ciego e ignorado de la realidad energética, la actualidad, ardiente y con su escasez de gas, ha iluminado como nunca el problema al que nos enfrentamos. Con la problemática claramente visible, ahora hace falta inversión, desarrollo y acción.
