Un proyecto en el que han participado 255 arqueólogos repartidos alrededor del mundo, entre ellos varios españoles, ha desarrollado unos mapas que reflejan los cambios globales ejercidos sobre la tierra que, según el trabajo, se realizaron hace ya 10.000 años



La evolución de la especie humana ha supuesto a su vez la transformación del planeta: al cazar, cultivar y urbanizar la Tierra, las sociedades humanas expulsaron especies, deforestaron el planeta e, incluso, alteraron el clima del mundo hasta formar el planeta que conocemos en la actualidad.
Ahora, gracias a un trabajo realizado con la contribución de 255 arqueólogos de todo el mundo, enmarcado dentro del proyecto ArchaeoGLOBE, se ha descubierto que esa transformación global comenzó mucho antes de lo que se ha estado pensando.
“Los datos revelan un planeta intensamente transformado por cazadores-recolectores, agricultores y pastores hace ya 3.000 años, mucho antes de lo que propone el paradigma tradicionalmente planteado de que los cambios medioambientales globales de origen antrópico son esencialmente un fenómeno reciente”, ha indicado Ferran Borrell, científico del CSIC y participante en el proyecto.
El trabajo, que ha sido publicado en la revista Science, consta de una serie de mapas en los que se han representado los cambios realizados por los humanos en los últimos 10.000 años. En cada uno de los mapas, los 255 arqueólogos, de los cuales 120 son autores, han aportado datos de las regiones de las que son expertos a partir de evidencias arqueológicas como restos de polen y carbón, huesos y otros hallazgos en excavaciones.
Por ejemplo, uno de los mapas ha reconstruido la historia del uso del suelo en la Tierra a lo largo de esos 10.000 años. Esta información ha permitido observar en una imagen el nacimiento y expansión de la agricultura extensiva e intensiva, la aparición del pastoreo, el largo declive de la caza y recolección y, finalmente, la aparición y auge de las sociedades urbanas.


Sin embargo, no se han construido unos mapas completos, tal y como ha apuntado Borrell. Según el científico, sigue habiendo zonas en las que se tienen escasos conocimientos arqueológicos, ya sea por falta de investigación en dicha región o porque ni con este formato de trabajo tan abierto e inclusivo se ha podido llegar a toda la comunidad científica. “No olvidemos que este es un proyecto ideado y liderado desde universidades de Estados Unidos y Reino Unido y por tanto muy vinculado a la comunidad científica angloparlante”, recuerda el experto español.
Aun así, para Ferran Borrell “los resultados de este proyecto masivo de colaboración abren las puertas a una mejor comprensión de la transformación de la Tierra por parte de las sociedades humanas, siendo éste un aspecto esencial para interpretar el origen del Antropoceno”.
Por otro lado, el experto ha querido aclarar que, aunque se han observado divergencias entre los resultados de ArchaeoGLOBE y otros obtenidos en otros modelos de reconstrucción del clima y vegetación del planeta, no los invalida, sino que los complementa. “Son modelos generados a partir de distintas disciplinas y datos que han de permitirnos comprender la relación entre la evolución del uso del suelo en los últimos 10.000 y los cambios globales pasados del sistema Tierra, lo cual es clave para mejorar las proyecciones del clima y medio ambiente en el futuro”, ha añadido.
Lucas Stephens y Erle Ellis, artífices del proyecto, esperan que esta iniciativa sea solo el primer logro de lo que se convertirá un nuevo enfoque científico masivamente colaborativo para comprender los cambios ambientales globales causados por los humanos a largo plazo.
ArchaeoGLOBE se trata de una iniciativa impulsada por la Universidad de Maryland que pretende unir el conocimiento de los numerosos arqueólogos que habitan el mundo con el fin de establecer una evaluación global de los cambios en el uso de la tierra desde la última edad de hielo.
La iniciativa está dirigida por Lucas Stephens y Erle Ellis, científicos de esa misma unievrsidad estadounidense. Para esta ocasión se ha contado con la participación de los investigadores del CSIC Ferran Borrell y José Antonio López-Sáez, de la Institución Milá y Fontanals (IMF-CSIC) en Barcelona, y del Instituto de Historia del CSIC, en Madrid, respectivamente.
