La Comisión Europea lanza una estrategia para generalizar el uso de hidrógeno renovable en 2050, producido principalmente con energía de origen eólico y solar. La electrólisis del agua apunta como la técnica mejor posicionada para obtener el gas, que se usaría después como un vector de almacenamiento de energía



La Comisión Europea ha puesto en marcha una doble estrategia para generar un hidrógeno 100 % renovable que se implemente a gran escala en la economía de la Unión Europea en 2050 y permita mejorar la integración de todo el sistema energético europeo contribuyendo a erradicar el CO2 de la UE.
«Mientras seguimos combatiendo la pandemia, tenemos que pensar en nuestra estrategia a largo plazo», afirmo el vicepreseidente de la Comisión Europea para el Pacto Verde, Frans Timmermans.
La CE quiere que se produzca hidrógeno renovable, principalmente con energía eólica y solar, e integrar su cadena de valor para reducir costes y hacerla más competitiva.
El hidrógeno (H2) es un elemento químico muy abundante que genera casi la totalidad de la energía producida por las estrellas y que en la superficie terrestre generalmente se encuentra integrado en otros compuestos como el agua o los hidrocarburos.
Para utilizarlo como fuente de energía lo primero es conseguir hidrógeno puro, por ejemplo, descomponiendo el agua (H2O) a partir de la corriente eléctrica a través del proceso de electrólisis.
«Entre 2030 y 2050 las tecnologías relacionadas con el hidrógeno deberían alcanzar la madurez y desplegarse a gran escala en todos los sectores difíciles de descarbonizar», defiende la Comisión Europea
Bruselas reconoce que, a corto y medio plazo, habrá que contar con «otras formas de hidrógeno bajo en carbono para reducir rápidamente las emisiones y apoyar el desarrollo de un mercado viable» para, más adelante, producir hidrógeno renovable a gran escala e integrar su cadena de valor desde la producción y su transporte.
El objetivo es que se emplee en multitud de sectores, incluidas en industrias intensivas como plantas químicas o metalúrgicas, donde tiene difícil penetración la energía eléctrica porque se necesitan altas temperaturas y demostrar «que el acero verde es posible», dijo Timmermans.
La estrategia se inspira en la Alianza de Baterías lanzada por la Comisión Europea en 2017 ante la pujanza de China en un mercado tecnológico clave en el desarrollo del vehículo eléctrico, con proyectos en una docena de países de la UE que van desde la minería de litio hasta el reciclado de las pilas.
Bruselas empezará por crear «una línea de inversión para aumentar la producción» con la creación de nuevas infraestructuras a través del plan de recuperación para superar la crisis económica generada por el coronavirus, e introduciendo estándares, terminología y certificaciones comunes que generen certidumbre para los inversores.
En primera instancia, entre 2020 y 2024, la estrategia del Ejecutivo comunitario aspira a desarrollar un sector en pañales hasta instalar «al menos seis gigavatios de electrolizadores de hidrógeno renovables en la UE» y «un millón de toneladas de hidrógeno renovable«.
En una segunda fase (2025-2030), la Comisión espera que el hidrógeno sea «una parte intrínseca» de un sistema energético europeo integrado, con «al menos 40 GW de electrolizadores de hidrógeno renovables y (…) 10 millones de toneladas de hidrógeno renovable».
En la tercera fase (2031-2050), las tecnologías relacionadas con el hidrógeno «deberían alcanzar la madurez y desplegarse a gran escala en todos los sectores difíciles de descarbonizar».
Transición energética
Junto con la del hidrógeno, la Comisión adoptó una segunda estrategia para mejorar la integración del sector energético europeo que facilite la generación de energía más limpia y barata con acciones que van desde la revisión de la legislación hasta mayor apoyo financiero o fiscal.
«No se puede construir el sistema energético del futuro utilizando las políticas y las normas del pasado», resumió la comisaria de Energía, Kadri Simson.
Esa estrategia cuenta con tres pilares. El primero busca hacer al sector más eficiente y «circular», por ejemplo, a través de «la reutilización del calor residual de plantas industriales, centros de datos y otras fuentes» o aprovechando «la energía producida a partir de biorresiduos».En segundo lugar, Bruselas quiere una mayor electrificación de los sectores de uso final, privilegiando en la medida de lo posible la energía generada con renovables en la climatización de edificios, los vehículos eléctricos o con hornos eléctricos industriales.
Por último, para los sectores donde la electrificación sea más compleja o costosa, el Ejecutivo comunitario promoverá fuentes de energía limpias como el hidrógeno, pero también los biocombustibles sostenibles o el biogás.
La propuesta sobre hidrógeno ha recibido una fría acogida entre parte de las ONG ecologistas, que creen que la CE vela más por los intereses de la industria que por la urgencia climática y temen que la lejanía del hidrógeno 100 % renovable sirva para abrir la puerta a un mayor consumo de gas fósil en Europa, ya que, de momento, una fuente de obtención de hidrógeno son los propios hidrocarburos como el petróleo o el gas natural, y extraer el hidrógeno de estos es menos costoso en gasto energético y costes económicos que hacerlo del agua.
Hay que tener en cuenta que para extraer hidrógeno se gasta mucha energía. En realidad el hidrógeno funcionaría, según los planes de la UE, como un vector o almacén de energía. La estrategia a largo plazo es convertir la electricidad procedente de la solar y eólica, que no son almacenables, en hidrógeno, que sí se puede almacena.
