Un estudio realizado en Estados Unidos sostiene que educar a los niños sobre el cambio climático incrementa la preocupación de sus padres sobre este tema. Los niños comparten la información recibida con su entorno y como consecuencia aumenta el interés general del núcleo familiar por este tema



«Hay una gran cantidad de trabajos que muestran que los niños pueden influir en el comportamiento y la posición de sus padres en temas ambientales y sociales, pero este es el primer estudio experimental que demuestra que la educación climática para niños promueve la preocupación de los padres sobre el cambio climático«, dice la autora de un artículo sobre el trabajo, Danielle Lawson, estudiante de Doctorado en la Universidad Estatal de Carolina del Norte (‘NC State’).
Los científicos que realizaron el estudio trabajaron como maestros de la Escuela de Ciencias para integrar un plan de estudios sobre el cambio climático en sus aulas. Los investigadores propusieron a 238 estudiantes y 292 padres que respondieran a una encuesta para medir sus niveles de preocupación antes de realizar formación sobre el cambio climático.
El estudio se dividió en dos grupos. Un grupo de control formado por 72 estudiantes (y 93 padres) que no participaron en el plan de estudios sobre el cambio climático y un grupo experimental compuesto por 166 estudiantes (y 199 padres) que sí recibieron la formación sobre el clima. Todos los alumnos y padres volvieron a realizar la encuesta después de que los alumnos del grupo experimental hubieran completado el plan de estudios.
«Encontramos que hubo un incremento en la preocupación por el clima tanto para los grupos experimentales como para los de control, pero que el cambio fue mucho más pronunciado en las familias donde a los niños se les impartió el plan de estudios«, dice Lawson.
La encuesta climática midió la preocupación en una escala de 17 puntos, que va desde -8 (nada en absoluto) a +8 (extremadamente preocupado). En promedio, los estudiantes en el grupo de control tuvieron un aumento en la preocupación de 0,72 puntos en la segunda encuesta, mientras que sus padres aumentaron 1,37 puntos. Por su parte, los estudiantes en el grupo experimental tuvieron un incremento de 2,78 puntos, mientras que sus padres aumentaron 3,89 puntos.
«También encontramos que los resultados fueron más pronunciados para tres grupos: padres conservadores, padres de hijas y padres hombres», explica Lawson. Esto fue llamativo porque los conservadores y los hombres suelen preocuparse menos por el cambio climático.
Brecha entre liberales y conservadores
En promedio, el nivel de preocupación de los padres conservadores aumentó 4,77 puntos; en los padres de las hijas subió 4,15 puntos; y en los padres hombres subió 4,31 puntos. Todos estos grupos clave pasaron de ser marginalmente no preocupados (-2,1 para los conservadores, -1,8 para aquellos con hijas y -0,9 para los padres, comparado con un punto medio cero) a moderadamente preocupados (2,5 para los conservadores, 2,5 para aquellos con hijas, y 3,6 para los padres).
Estos niveles de preocupación posteriores a la prueba fueron mucho más elevados que los del grupo de control (conservadores: 0,25; aquellos con hijas: -1,6, padres: -0,8). En particular, los padres liberales y conservadores en el grupo de tratamiento terminaron con niveles similares de preocupación por el cambio climático al final del estudio. La brecha de 4,5 puntos en la prueba preliminar se redujo a 1,2 después de que los niños aprendieron sobre el cambio climático.
«Este estudio nos dice que podemos formar a los niños sobre el cambio climático y que están dispuestos a aprender. Es emocionante ya que los estudios encuentran que muchos adultos son resistentes a la educación climática porque va en contra de sus identidades personales», señala Lawson. También destaca que «los niños comparten esa información con sus padres, especialmente si se les dan herramientas para facilitar la comunicación, y que los padres están dispuestos a escuchar«.
El documento, «Los niños pueden fomentar la preocupación por el cambio climático entre sus padres», se publica en la revista ‘Nature Climate Change’. El artículo fue coescrito por Nils Peterson, profesor de Recursos Forestales y Ambientales en la Universidad Estatal de Carolina del Norte; Sarah Carrier, profesora asociada de Educación Científica en ‘NC State’; Renee Strnad, educadora ambiental en ‘NC State Extension’; y Erin Seekamp, profesora asociada de Parques, Recreación y Gestión del Turismo en ‘NC State’.