Las regiones árticas solo tienen un soberano, el oso polar, que gobierna su territorio blanco y refulgente con zarpa de hierro. Cuando se zambulle en aguas heladas, el oso polar es capaz de nadar durante días y de alcanzar una velocidad similar al récord marcado por el campeón olímpico Michael Phelps. Sus garras son como remos y sus piernas como fuertes hélices. La mitad de lo que comen lo cazan, pero cazarlos a ellos es casi imposible. Según WWF, solo fructifican un 2% de los intentos.
Pese a todo, el carnívoro más grande del mundo, que llega a medir tres metros y pesar lo mismo que 10 hombres juntos, ve como su reino poco a poco mengua y se despieza. Su territorio de caza ha mermado un 64% desde finales de los años 90, lo cual puede haber reducido la población del oso polar en un 30%. Y los datos apuntan a que este solo es el principio. La pérdida de superficie del Polo Norte no deja de acelerarse, y los osos polares, simplemente, no pueden vivir en otras condiciones.
“Sabemos que los osos polares no pueden persistir sin el suficiente hielo marino”, dice a El Ágora el doctor Andrew Derocher, profesor de ciencias biológicas de la Universidad de Alberta y uno de los mayores expertos del mundo en osos polares. “El ‘experimento’ fue conducido al final de la última Edad de Hielo. El hielo marino disminuyó en el sur y los osos polares fueron extirpados de esas áreas: por ejemplo, de Suecia, Dinamarca y el sur de la Noruega continental. No se adaptaron a un estilo de vida terrestre. Se murieron”.


«La pérdida de superficie del Polo Norte no deja de acelerarse, y los osos polares, simplemente, no pueden vivir en otras condiciones», afirme Derocher
Si no hay hielo, no hay focas, y son las focas las que sustentan al oso polar, incapaz de saciarse únicamente de los alimentos que encuentra en tierra. Antes, varias zonas del Ártico permanecían heladas todo el año, lo que podía mantener una población estable de osos polares. Con el calentamiento global, sin embargo, algunas de estas zonas se derriten en la primavera y el verano. En aquellas donde ya se producía el deshielo, la temporada sin nieve no deja de extenderse, obligando a los osos a recorrer grandes distancias o a sufrir ciclos de ayuno peligrosamente largos.
Según Derocher, el límite que puede resistir un oso polar en un territorio sin hielo es de 200 días al año. Una vez se rebasa esa cifra, el animal perece de hambre, o, en el caso de las hembras, estas carecen de nutrientes suficientes para alimentar a las crías.
“Los patrones actuales de la pérdida de hielo marino varían en cada una de las 19 poblaciones de osos polares”, explica el científico. “A algunas les va bien porque no ha habido grandes cambios en el hielo marino, pero otras están en declive y muestran grandes caídas en abundancia: hasta del 50%”, añade. “Los años buenos son menos habituales, los malos son más frecuentes, y de la combinación resulta una bajada de la población”.


«Las regiones árticas solo tienen un soberano, el oso polar, que gobierna su territorio refulgente con zarpa de hierro»
Si bien no se tienen datos precisos de todas y cada una de las 19 poblaciones de osos polares que hay en el Ártico, como apunta Derocher, la tendencia general es a la baja, hasta el punto de que puede peligrar la misma supervivencia del animal. Un estudio de la Universidad de Toronto, publicado hace dos años por la revista Nature, analizó 13 de las 19 poblaciones y llegó a la conclusión de que, si el deshielo sigue al ritmo actuaL, el oso polar prácticamente se extinguiría para el año 2100.
“Hay muy pocas posibilidades de que los osos polares puedan persistir en algún lugar del planeta, excepto, quizás, en el muy alto Ártico, en una pequeña población”, declaró a The New York Times el coordinador del estudio, Péter K. Molnár. En la actualidad hay uno 25.000 osos polares. Aunque el calentamiento global se modere, según este estudio, aquellos que viven en las latitudes árticas más meridionales lo tienen difícil para sobrevivir.
El atolladero del oso polar, mientras tanto, se ha transformado una de las representaciones más gráficas del cambio climático. Las fotografías de osos polares famélicos y manchados de barro, corriendo por un paisaje sin nieve, dejan una huella creciente en las retinas y han pasado a inspirar ambiciosos documentales y exposiciones artísticas.


«El carnívoro más grande del mundo ve como su reino poco a poco mengua y se despieza»
El efecto del cambio climático
Situado en la localidad de Salem, en Massachusetts, el Museo Peabody Essex es uno de los más importantes de Estados Unidos. Una galería de la experiencia marina estadounidense y del progresivo conocimiento, mediante el comercio, de las culturas asiáticas del siglo XVII en adelante. Así lo atestiguan 1,3 millones de objetos custodiados en sus instalaciones.
Desde el pasado 12 de marzo, el Peabody acoge una exposición dedicada a las dificultades por las que pasan los osos polares como consecuencia del calentamiento global. La obra, titulada Hasta el hueso, une las fuerzas del premiado fotógrafo de naturaleza Stephen Gorman y del dibujante Edward Koren, famoso, entre otras cosas, por sus portadas de la revista The New Yorker.
Las fotografías de Gorman muestran al soberano del Ártico en baja forma. El oso polar ha perdido su cetro y se ve forzado a deambular sin rumbo por paisajes insólitos. En unas fotos, varios osos aparecen junto al esqueleto de una ballena, buscando alimentos entre las enormes costillas. En otras, una mamá oso se acurruca junto a sus escuálidos infantes, refugiados del cambio climático.


«El oso polar ha perdido su cetro y se ve forzado a deambular sin rumbo por paisajes insólitos»
Los dibujos de Koren, que ha descrito su rol en esta exposición como “dramatista del antropoceno”, retratan humanoides salvajes hechos de huesos temblorosos, en un estado de estrés e incertidumbre: son el espíritu del oso polar expulsado de su reino por fuerzas ajenas a su control, dividido entre el pánico y la resignación.
El doctor Andrew Derocher, que lleva 38 años haciendo expediciones al hábitat de los osos polares, corrobora las estadísticas con su experiencia. “Acabo de volver de una expedición de campo a la Bahía de Hudson, centrada en el hielo marino”, cuenta a nuestro diario. “Un aspecto muy notable es que los osos son mucho más pequeños de lo que solían ser. En torno a un 10% más bajos. Esta pasada primavera, sin embargo, tenían mejores condiciones corporales, es decir, estaban más gordos, que en los años antes de que la Covid nos confinase. Esta es la variación que vemos y, con suerte, 2022 será un buen año para los osos y la población podría reclutar nuevos individuos”.


«El territorio de caza del gran oso blanco ha mermado un 64% desde finales de los años 90»
Añade el científico que el hielo marino es “mucho menos predecible y mucho más dinámico” que antes. El reino del oso polar está hecho por un hielo más fino, fracturado y vulnerable a las tormentas. “Esta pasada primavera era extraña”, explica Derocher, “con un hielo marino que tenía un aspecto más de medio derretido que de los flujos planos, grandes y estables que uno esperaría en la temprana primavera, después del efecto espesante del invierno. Esto significa que los osos nadaban más de lo normal”.
Un ejemplar, de hecho, nadó tanto que apareció cerca del pueblo canadiense de Madeleine, en la provincia de Alberta, a principios de mayo. Era la primera vez que un oso polar cruzaba a la orilla meridional del río San Lorenzo, probablemente transportado a bordo de un pedazo de hielo procedente del Mar de Labrador.
“Era un joven macho y fue a un lugar al que no debió ir”, dice Derocher, que está preparando un estudio sobre los cada vez más comunes encuentros entre los osos polares y los seres humanos. “Algunos osos se pierden. Raramente sabemos lo que les sucede a estos animales, pero, lo más habitual, es que se les dispare para proteger a las personas y a sus propiedades. Estamos viendo, sin embargo, más osos polares entrando en comunidades por todo el Ártico. El problema, para los osos, es que están pasando más y más tiempo en tierra y esto agota sus reservas de energía”.
Las autoridades locales, que no tenían los recursos adecuados para atrapar y devolver a su hábitat a un oso polar, y que estuvieron esperando a que llegase ayuda, terminaron tomando una decisión letal. Localizaron al oso con drones y un helicóptero y lo mataron. Demasiados riesgos para la comunidad humana.
