La descongelación cuadriplica el gasto energético de los osos polares

El deshielo ártico cuadruplica el gasto energético de los osos polares

Un reciente estudio señala que el retroceso del hielo en el Ártico está obligando a los osos polares a nadar grandes distancias para buscar alimento, lo que implica mayores costes energéticos. Los narvales, por su parte, también están siendo amenazados por este fenómeno de dimensiones mundiales


El Ártico se podría considerar como una de las regiones más amenazadas por el cambio climático debido a que su tasa del calentamiento es dos veces superior a la media del resto del mundo. Este hecho ha provocado, entre otras cosas, que el hielo marino retroceda a una tasa del 13% por década desde el 1979, dando lugar a escenarios como el del 2012 cuando la extensión del hielo marino en verano apenas llegó al 50%.

Si bien estos datos son estremecedores tanto para clima local como el mundial, los expertos también se encuentran preocupados por sus posibles impactos sobre la fauna de la región, concretamente para los osos polares (Ursus maritimus) y narvales (Monodon monoceros), grandes dependientes del hielo marino a raíz de sus adaptaciones al medio.

Por ejemplo, los osos polares son cazadores especializados en emboscadas que adquieren la mayor parte de su alimento durante los meses de verano cuando las focas están destetando a sus crías. Los depredadores entonces esperan a que queden aisladas o emerjan del agua para atraparlas gastando la menor cantidad de energía posible.

Por el contrario, los narvales capturan su alimento durante los meses de invierno sumergiéndose hasta 1.500 metros por debajo de las placas de hielo. Mediante movimientos muy lentos atrapan a sus presas y vuelven a la superficie para tomar un oxigeno que pueden llegar a acumular largos periodos de tiempo, sobre todo cuando deben invernar.

Sin embargo, en el primero de los casos, a medida que el cambio climático provoca la ruptura del hielo y la reducción de su extensión, se ven obligados a desplazarse de sus lugares de caza habituales, mermando sus posibilidades de capturar alimento. “Los osos polares están viajando hacia tierra firme para encontrar un alimento que no es ni de cerca igual de valioso que las focas”, señalan los autores de un reciente estudio que aborda este tema.

Muchos osos han comenzado a buscar alimento en vertedores humanos para intentar sobrevivir

En este sentido, una foca anillada adulta (Pusa hispida) o una foca barbuda adulta (Erignathus barbatus) pueden sustentar las necesidades de energía de una oso polar hembra adulta -un 20% más demandante que el oso macho- en la primavera durante aproximadamente 11,7 o 60,1 días, respectivamente.

Para igualar la energía de la foca anillada, ese mismo oso necesitaría consumir 1,5 caribúes (Rangifer tarandus), 37 truchas blancas (Salvelinus alpinus), 74 gansos de las nieves (Chen caerulescens), 216 huevos de gansos de las nieves (es decir, 54 nidos con cuatro huevos por nidada) o 3 millones de arándanos (Empetrum nigrum). Esto, para los autores, es prácticamente inviable de sostener.

Como alternativa, se ha observado que algunos osos optan por alimentarse de los cadáveres de grandes mamíferos varados en las costas. No obstante, la tendencia más habitual es aquella que obliga a los osos a nadar durante varios días para capturar unas presas que no compensan la energía perdida en la travesía: “Nadar supone un coste energético para el oso 4,3 veces superior que el tasado cuando elige caminar”, advierten.

“En general, el desequilibrio energético provocado por la reducción del acceso al hielo marino se ha manifestado en la disminución de la condición corporal, la supervivencia y la abundancia de los osos polares en zonas como la Bahía de Hudson”, subrayan los autores.

Los narvales pueden llegar a sumergirse hasta los 1.500 metros de profundidad

Los narvales, por su parte, más que a una evidente reducción de sus presas, tienen que luchar por no quedar ahogados entre las placas de hielo y, sobre todo, por no ser presa de las orcas, que cada vez se animan a nadar más al norte por la desaparición del hielo.

“La presencia y estabilidad de los orificios de respiración para los narvales buceadores se ha vuelto menos predecible como resultado de los cambios en el hielo marino impulsados ​​por el clima, por lo que pueden llegar a quedar ahogados o atrapados a la espera de ser cazados por otros depredadores, como los humanos”

“Además, cabe recordar que sus movimientos lentos e inmersiones a veces se vuelven insuficientes para escapar de las orcas. Por no hablar de la perturbación antropogénica que también limita sus hábitats”.

Para los autores, los resultados de su investigación avalan otros trabajos que afirman la desaparición de estos mamíferos para finales de siglo, a la par que arrojan preocupación por los posibles impactos de su ausencia o porque otras especies puedan seguir sus mismos pasos.

“Es probable que la disminución de estas especies presagie la disminución de otros mamíferos marinos dependientes del hielo y algunas de sus principales presas, como el bacalao ártico que depende del zooplancton asociado al hielo marino. Las especializaciones fisiológicas de estos depredadores, ya sea que cacen en la parte superior o debajo del hielo marino, no son adecuadas para un Ártico que se calienta rápidamente”, concluyen.



Se adhiere a los criterios de transparencia de

Archivado en:
Otras noticias destacadas