De acuerdo con la nasa, la concentración de ozono sobre el Polo Norte fue de 205 unidades Dobson, un valor sin precedentes. Para los científicos, el origen de este fenómeno se puede achacar a unos eventos inusualmente débiles de olas en la atmósfera superior desde diciembre de 2019 hasta marzo de 2020



De forma casi instintiva, cuando hablamos de déficit en el ozono en la Tierra, nos remitimos al agujero que existe desde los años 80 sobre la Antártida. Sin embargo, hay que recordar que este elemento recubre todo nuestro planeta y existe la posibilidad de que surjan nuevos agujeros, aunque de menor relevancia, en otras regiones del mundo.
De hecho, en marzo de este año, el Observatorio de la NASA advirtió que las concentraciones de ozono en el otro Polo de la Tierra alcanzaron un mínimo histórico de 205 unidades Dobson. Sin duda, un valor muy reducido si tenemos en cuenta que el más bajo que nos podemos encontrar de forma habitual un marzo en el Ártico es de 240 unidades Dobson.


Para la NASA, solo en 1997 y 2011 se registraron unos valores similares y sin precedentes. No obstante, se tratan de unos valores muy alejados de los que nos podemos encontrar en la Antártida, aunque no por ello menos relevantes. Por ejemplo, según los datos de la agencia espacial americana, en el año 2000 y 2018, las concentraciones de ozono en el polo sur fueron de 89 y 102 unidades Dobson respectivamente.
“Si tenemos en cuenta los beneficios que reporta el ozono para nuestra salud, estos valores son preocupantes, y más sabiendo que entre marzo y abril los niveles suelen ser altos”, ha señalado Paul Newman, científico jefe de ciencias de la Tierra en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA y experto en capas de ozono.


El ozono y las unidades Dobson
Para medir la cantidad de ozono en la atmósfera se utiliza la unidad Dobson, que mide la cantidad de moléculas de este elemento necesarias para crear una capa de ozono puro de 0,01 milímetros de espesor a una temperatura de cero grados Celsius y una presión de una atmósfera (la presión del aire en la superficie de la Tierra).
Una columna de aire con una concentración de ozono de una unidad Dobson contendría aproximadamente 2,69×1016 moléculas de ozono por cada centímetro cuadrado de área en la base de la columna. Sobre la superficie de la Tierra, el espesor promedio de la capa de ozono es de aproximadamente 300 unidades Dobson o una capa de 3 milímetros de espesor.
Desde mediados de los años 80, esta capa se vio drásticamente reducida sobre la Antártida, formando lo que se conoce como «el agujero en la capa de ozono». Sobre el Ártico, los decrecimientos en los niveles de este elemento se conocen como «agotamientos» y no como «agujeros» debido a que los niveles que se registran en el Polo norte no son tan severos como en el sur.
Un agotamiento inusual
Tal y como ha explicado Paul Newman, esta disminución en el ozono ocurre aproximadamente una vez por década. En esta ocasión, la NASA ha señalado como origen a unos “eventos inusualmente débiles de olas en la atmósfera superior” desde diciembre de 2019 hasta marzo de 2020.
Estas olas conducen masas de aire a través de la atmósfera superior, al igual que los frentes climáticos en la atmósfera inferior, pero a una escala mucho mayor. En un año típico, estas olas viajan hacia arriba desde la atmósfera inferior en latitudes medias e interrumpen los vientos circumpolares que giran alrededor del Ártico. Cuando esas olas interrumpen los vientos polares, conducen el ozono de otras partes de la estratosfera y reponen el depósito sobre el Ártico.
Esta mezcla de masas de aire, además de reponer la región con ozono, tienen un efecto secundario positivo para el gas ya que calientan el aire que se sitúa sobre el Ártico que, a su vez, reducen las posibilidades de que surjan nubes estratosféricas polares. Según la NASA, estas nubes que promueven reacciones que agotan el ozono al liberar cloro.
Desde diciembre de 2019 hasta marzo de 2020, los eventos de olas estratosféricas fueron débiles y no interrumpieron los vientos circumpolares, por lo que se evitó que el ozono pudiera reponerse sobre el Ártico. Por su parte, la estratosfera también permaneció fría en la región, lo que condujo a la formación de las nubes estratosféricas polares que provocan reacciones que agotan el ozono.
«No conocemos qué causó que la dinámica de las olas sea débil este año. Sin embargo, sí sabemos que, sin las directrices del Protocolo de Montreal, el agotamiento del Ártico este año habría sido mucho peor», ha concluido Paul Newman.
