Un estudio ha revelado que, si las emisiones de gases contaminantes no se mitigan y continúan calentando la tierra y el agua, cerca de un 60% de las especies de peces se verán obligadas a cambiar sus patrones reproductivos y áreas de desove



Durante las últimas décadas, los océanos no han parado de incrementar su temperatura hasta límites nunca vistos en la historia reciente. En 2019, la temperatura media de estas masas de agua ha sido 0,75 grados Celsius por encima del promedio de 1981-2010, una cifra que, aunque parezca ínfima, ha ocasionado un gran impacto en la vida que contiene, sobre todo en los peces.
Esto se debe a que los peces son unos animales especialmente vulnerables a los cambios de temperatura. Cualquier variación, por pequeña que sea, influye en sus patrones de migración y etilo de vida. Incluso, tal y como ha expresado un reciente estudio, puede amenazar la reproducción de las especies.
“Ciertas etapas del desarrollo de los peces son altamente sensibles al aumento de temperatura. Precisamente un cuello de botella crítico en su ciclo de vida ocurre en el momento de apareamiento, cuando son más vulnerables”, ha destacado la investigación.Para descubrir este hallazgo, los científicos partieron de la base de que los peces, al igual que los humanos, necesitan respirar oxígeno para producir una cierta cantidad de energía. La cantidad de energía, y por tanto de oxígeno dependerá directamente de la temperatura del medio. En este sentido, se conoce que, cuanto más calor exista, más necesidad energética requerirán los cuerpos y, por tanto, también de oxígeno.
Sobre esta base, dedujeron que los organismos solo pueden adaptarse al aumento de la temperatura en sus inmediaciones al proporcionar a sus cuerpos más oxígeno. Pero hay ciertos límites específicos de especie en esta habilidad. Si se exceden esos límites, puede conducir al colapso cardiovascular.
Para comprobar esos límites, los expertos estudiaron la tolerancia de temperatura de distintas fases de vida en 694 especies de peces y analizaron los rangos de temperatura dentro de los cuales los peces pueden sobrevivir como adultos listos para aparearse, como embriones en huevos, larvas y adultos fuera de la temporada de apareamiento.
Los resultados arrojaron que, tanto como embriones en los huevos como los adultos listos para aparearse, los peces son mucho más sensibles al calor que en su estado larval o adultos sexualmente maduros fuera de la temporada de apareamiento.
“De media, los adultos fuera de la temporada de apareamiento pueden sobrevivir en aguas que son hasta 10 grados más cálidas que los adultos listos para aparearse o que los propios huevos”, ha aclarado el doctor Flemming Dahlke, primer autor de la investigación.
La razón de esta tolerancia a la temperatura variable radica en la anatomía de los peces, ya que los embriones no tienen branquias que les permitan absorber más oxígeno. Por el contrario, los peces que están listos para aparearse producen óvulos y espermatozoides. Esta masa corporal adicional requiere de más oxígeno, por lo que, incluso a temperaturas más bajas, sus sistemas cardiovasculares están bajo una enorme presión.
La temperatura del agua
Con estos datos sobre la mesa, el equipo de científicos se dispuso a analizar el incremento medio de temperatura que pueden sufrir las áreas de desove a consecuencia del cambio climático.
Sus conclusiones han confirmado que, con aumento máximo de 1,5 grados centígrados, estipulado en el Acuerdo de París, para 20110 solo el 10% de los peces se verían obligados a abandonar sus áreas de desove tradicionales con el fin de encontrar otras regiones menos cálidas.Por el contrario, si las emisiones de gases de efecto invernadero permanecen en un nivel alto o muy alto, es probable que produzca un calentamiento promedio de cinco grados o más que pondría en peligro hasta el 60% de todas las especies.
“Algunas especies podrían adaptarse al cambio, pero si se tiene en cuenta el hecho de que los peces han adaptado sus patrones de apareamiento a hábitats específicos durante períodos de tiempo extremadamente largos, y han adaptado sus ciclos de apareamiento a corrientes oceánicas específicas y a las fuentes de alimento disponibles, hay que asumir que ser obligados a abandonar sus zonas normales de desove significará grandes problemas para ellos«, ha explicado el doctor Flemming Dahlke.
Cabe destacar que los peces que viven en áreas de agua dulce tendrían aún más complicada la adaptación, ya que les sería imposible migrar hacia zonas más profundas o más frías. En cualquier caso, habrá nuevas interacciones entre especies y, en algunos casos, los ecosistemas experimentarán una caída en la productividad.
«Nuestros análisis nos ayudarán a comprender cómo estas especies están siendo afectadas por el cambio climático y en qué medida la pérdida de hábitats adecuados está siendo impulsada por la transformación de los ecosistemas relacionada con el clima», asegura Hans-Otto Pörtner, coautor del estudio.
