Un grupo de ocho expertos en cambio climático del CSIC diseñan una guía orientativa para que los políticos manejen con precisión los datos del clima y tomen decisiones. El mensaje es claro: hay que actuar ya de forma global y con medidas atrevidas, incluida la desaceleración económica. Y es que, como afirma la ONU, en 10 años hay que reducir el 55% las emisiones y eso significa consumir un 40% menos de energía



Al igual que el lema de la COP25 es Tiempo para actuar, los científicos afrontan la fase más importante de la Cumbre, la de las negociaciones, con este mismo espíritu. Al menos los que se han reunido en la Residencia de Estudiantes en el evento organizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y titulado ¿Qué debe saber un político sobre el cambio climático?
“Hasta ahora se ha trabajado en modelización, en el estudio y el análisis y ahora viene una situación en la que se necesita crear vínculos con medios y políticos para formar parte de las soluciones. Hemos vivido demasiado tiempo en un síndrome de Casandra, encendiendo las luces de alarma”, decía Pedro Jordano, investigador de la Estación Biológica de Doñana y premio nacional de Investigación en 2018.


Este debate con científicos del CSIC servirá para sentar las bases del que esperan sea un documento fácil y sencillo para acercar a la sociedad civil y a los políticos a los conceptos científicos y la complejidad del clima. Y si hay un consenso claro a día de hoy, dijeron, es que precisamos cambios urgentes. “Los científicos hemos hecho los deberes. El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) lleva varios ciclos con mensajes inequívocos para que los políticos tengan todo claro. Ya hay una evidencia y es que el cambio climático está sucediendo”, decía José Manuel Gutiérrez, investigador del Instituto de Física de Cantabria y uno de los artífices dentro del IPCC del mapa interactivo que muestra la evolución del clima. El ponente recordó que los científicos ya han alertado en sus últimos informes de las diferencias entre un mundo con 1,5 grados más, otro con dos y otro en el que la temperatura se sitúe por encima de los dos grados. “Ahora sólo hay que decidir en cuál queremos vivir” exclamaba.
Lo primero que tienen que saber, por tanto, es todo lo que dice la ciencia. “A mí me gustaría que supieran que sin océano, no hay clima”, afirmaba rotunda Emma Huertas, miembro del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía e investigadora de la interacción entre atmósfera y océano. “El mar nos ha comprado 15 años de calentamiento; ha absorbido un tercio del CO2 desde el inicio de la Revolución industrial, pero esto tiene un coste. La alteración del PH ha disminuido el “cemento” de los organismos calcáreos, alterando la base de la red trófica marina y todo el ecosistema. Este efecto no sólo se ve en la Gran Barrera de coral sino en todas partes, incluido el Atlántico norte”, continuaba. Todo el mundo conoce la contaminación de plástico, pero ya hay zonas del mar donde se está produciendo una desoxigenación. El político tiene que saber esto para seguir protegiendo área marinas y ayudar en la investigación.
Además los últimos informes del IPCC alertan de que Groenlandia se funde a una velocidad de 10 cm al año. Por otro lado, el permafrost, que ocupa el 20% del planeta también se derrite. “Es grave porque provocará inundaciones, pero sobre todo porque liberará lo que acumula y se calcula que encierra el doble de gases de efecto invernadero de lo que hay ahora mismo en la atmósfera. El metano sólo tiene 9 años de vida en la atmósfera pero tiene 30 veces más potencia que el CO2 en el cambio climático”, explicó.
En cuanto a las consecuencias en la biodiversidad, esta “está reaccionando y cambiando. En algunos casos sabemos cómo está afectando el cambio climático y en otros no. Cada organismo vivo (en España podemos tener más de 100.000) es un actor en el sistema. Nos falta mucho por saber sobre las interacciones con la biodiversidad y más estudio para ver de qué manera se pueden mitigar los peores efectos del calentamiento”, exponía Francisco Pando, científico del Real Jardín Botánico y especialista en medir los impactos del cambio climático sobre la biodiversidad.
Para hacer la transición hacia un modelo 100% renovable de forma rápida para 2050 primero tendríamos un incremento del CO2 por encima de los niveles que queremos contrarrestar
El experto quiso concluir su presentación haciendo una reflexión sobre el agotamiento de los recursos naturales. “La producción de petróleo convencional cae desde 2005 y lo hemos ido sustituyendo con el petróleo de fracking o la arenas bituminosas que no serán capaces de mantener la producción. La Agencia Internacional de la Energía alerta de que para 2025 si no se hacen las inversiones necesarias podíamos tener un déficit del 34% en esta materia prima. Este petróleo lo necesitamos para la transición y lo estamos sustituyendo por otros que producen más CO2. Tenemos que ir hacia el decrecimiento energético tanto si nos gusta como si no”, afirmaba Turiel.
Sustituir las fuentes combustibles que emitan carbono es parte de la solución, pero también reducir el consumo y el transporte. Volar menos, ir en bici y dejar de tener todos coche privado, entre otros… Cambiar nuestros hábitos, en definitiva.
“Dice la ONU que se tendrían que disminuir las emisiones un 7,6% anual hasta 2030; eso es un 55% en diez años. Con el conocimiento actual no existe ninguna manera de hacerlo si no se reduce un 40% el consumo de energía y eso tiene que ir con un descenso de la actividad económica. ¿Hasta que punto tenemos que seguir centrados en el PIB y crecer y crecer siempre en un planeta que es finito?”, exclamaba Turiel. “Mi opinión es que tenemos que decrecer. No podemos seguir consumiendo a este ritmo. No sé cómo se puede llevar a cabo pero tenemos que vivir en una sociedad más humilde”, coincidía Gabarro.
Otro aspecto que consideran importante es la financiación. “Si queremos mitigar el cambio climático tentemos que pagar un precio. Canadá desde 2019 cuenta con una cuota de 20 dólares por tonelada de CO2 producida. El Estado reparte luego esos ingresos entre la sociedad. Sé que es impopular pero se tendrá que hacer. En Estados Unidos ya hay propuesta de ley y aquí se están recogiendo firmas para llevarlo al Parlamento Europeo”, matizó Huertas durante su intervención.
