Hace exactamente un año el 75% de la superficie peninsular estaba cubierta por un manto de nieve de espesor y extensión histórica dejada por la borrasca Filomena. Aún quedaban dos días de ola de frío récord para complicar la prueba de resiliencia de las ciudades y sus pulmones verdes que todavía muestran sus cicatrices



Tal día como hoy de 2021 daba comienzo la ola de frío del manto de la borrasca Filomena que congeló, literalmente, el 75% de la superficie peninsular cubierta a esas alturas de la nieve dejada por la sexta borrasca de la temporada 2020-2021.
Una borrasca que batió todos los récords registrados por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), tanto en la copiosidad de la nieve caída como en la extensión de su impacto, que demostró su precisión en la previsión y la importancia de sus avisos que, en esta ocasión, desbordaron la capacidad de resiliencia de las principales ciudades afectadas, especialmente Madrid y Toledo.
Filomena fue nombrada por AEMET el martes 5 de enero de 2021 a las 10:00 UTC por avisos emitidos para el 6 de enero y siguientes días por temporal de viento, lluvias fuertes y/o persistentes y mar en Canarias, sur de Andalucía y Ceuta, y por nevadas copiosas en amplias zonas del interior peninsular.
Todos los fenómenos anunciados tuvieron lugar entre los días 6 y 10 de enero, pero lo más destacado fue la gran nevada ocurrida en el interior peninsular los días 8 y 9, que la propia AEMET califica como histórica, al acumular hasta 50 cm de nieve en Madrid capital y en otras zonas del centro y este.


Tras desaparecer Filomena, cesar las precipitaciones y despejarse los cielos durante el domingo 10 dio inicio una ola de frío que duró desde el lunes 11 hasta el domingo 17, que también se puede considerar histórica por los registros alcanzados y que complicó por congelación la retirada de la capa de nieve que colapsó carreteras y ciudades enteras afectando a servicios esenciales.
La tormenta perfecta
Filomena, un fenómeno al que los expertos dan un periodo de retorno de 50 años, de cien en la capital, tuvo su origen en una desestabilización del vórtice polar, fruto del calentamiento de las masas de aire, que impactó primero en Canarias los días 6 y 7, y luego en la Península, a partir del día 7.
Llegó cargada de vientos húmedos del sur, se encontró con una capa de aire frío desplazado de zonas árticas y el choque de ambas masas generó una nevada histórica seguida de un frente polar sobre España con temperaturas mínimas, que congeló la nieve y la hizo perdurar durante días.
En su recorrido por el Atlántico llegó en algún momento a características próximas a las de los ciclones tropicales. Al llegar la borrasca Filomena a la Península, el aire cálido y húmedo que traía sobrevoló el aire muy frío que tenía por debajo y, de Andalucía hacia el norte, toda la precipitación se dio en forma de nieve, lo que ocurrió durante casi todo el día 8 y la mayor parte del día 9, abarcando todo el centro y cuadrante noreste de la Península.


Aunque el impacto de la nieve fuera lo más destacado, la borrasca Filomena trajo también abundantes precipitaciones, tanto en Canarias, como en el sur y este de la Península, que en general fueron en forma de lluvia, no de nieve. En Málaga llovió en tres días lo mismo que en todo un año y dejó importantes daños en el litoral por el temporal marítimo que levantó con su viento.
La ola de frío posterior a la borrasca Filomena, causada por la gran capa de nieve en combinación con el anticiclón peninsular, duró entre el lunes 11 y el domingo 17 y se registraron numerosas efemérides, entre las que destacan los -13.4 ºC medidos en Toledo (el anterior registro era -9.8 ºC), los -21.0 ºC de Teruel (antes -19.0 ºC) y los -21.3 ºC de Calamocha (antes -20 ºC en su actual emplazamiento), todos ellos el día 12.
Se midieron -33.6 ºC en el lugar deshabitado de Checa-Vasequilla (Guadalajara, 1520 m), y entre los lugares habitados el valor más bajo fue de -29.9 ºC en Royuela (Teruel, 1200 m).
Una prueba de resiliencia para las urbes
Madrid: zona cero
[moreinfo1]Filomena dañó solo en Madrid, 800.000 árboles, el 46% del total de los 1.700.000 ejemplares que tiene. Unos 400.000 tuvieron que ser podados y un 5,5 % cayó durante la tormenta o tuvo que ser talado después, según el balance del ayuntamiento de la capital.
La zona cero del desastre arbóreo se localizó en la Casa de Campo, el mayor parque de la ciudad. Allí se concentran tres de cada cuatro árboles destruidos por Filomena, y es donde se prevé que la reforestación lleve más tiempo. Para que Madrid recupere la cobertura forestal previa, tendrán que pasar entre cinco y 10 años, mientras que el plazo será mucho más largo si se tiene en cuenta cada ejemplar individualmente, ya que muchos de los pinos destrozados tenían 50 o 60 años.
La cara amable de Filomena: la reserva de agua
Filomena dejó alrededor de 5.000 hm3 de agua en España, una cifra similar al consumo urbano durante todo un año
Después de los aportes de Filomena a la reserva hídrica, que duraron hasta el mes de marzo y supusieron una subida histórica de un 23% de los embalses en dos meses, el agua fue descendiendo sin remedio a causa de un déficit de lluvias de más del 40%.
Los mayores aumentos de los embalses los hizo la borrasca Filomena que dejó alrededor de 5.000 hm3 de agua en España, una cifra similar al consumo urbano durante todo un año.
De esta manera, Filomena, que cubrió de nieve unos 256.000 kilómetros cuadrados -aproximadamente la mitad de la superficie española peninsular- dejó hasta casi 2.000 hm3 en la cuenca hidrográfica el Ebro, algo más de 1.000 hm3 en la del Tajo y casi 900 hm3 en la del Júcar.
Como dato curioso cabe destacar que todas las cuencas, salvo la de Guadalete-Barbate, Miño y la de Tinto-Odiel y Piedras, recibieron aportaciones de nieve en mayor o menor cuantía.
Lecciones de resiliencia
Fuera de las urbes, el ámbito rural demostró mayor resiliencia a fenómenos de frío extremo. Aún así se produjo un solapamiento de los riesgos sobre un mismo cultivo (nieve, viento y helada), en especial sobre variedades de cítricos y hortalizas al aire libre de producción invernal, así como en producciones que se cultivan bajo cubierta y los invernaderos que las protegen.
Asimismo, la nieve acumulada en los árboles originó roturas de ramas de olivar y las temperaturas extremas afectaron a la madera estructural y a las yemas de invierno. Fuertes rachas de viento causaron daños en la producción de plátano y varias explotaciones ganaderas sufrieron daños en las instalaciones y pérdida de animales.
Una de las lecciones que dejó esta histórica nevada es la paradoja que esconde un fenómeno meteorológico extremo por bajas temperaturas en medio de un contexto climático de calentamiento global. Una llamada a rediseñar los planes de resiliencia de las ciudades frente a estos fenómenos que, antes tenían un periodo de retorno de 50-100 años y que, como vamos constatando en los últimos años, cada vez son y serán más frecuentes.
De momento, enero de 2022 no parece que nos vaya a dejar otra Filomena, los expertos estiman que las probabilidades e que se repita una tormenta así es del 1%. Así que, tomemos la tregua que el clima para avanzar en resiliencia y lograr ciudades más amigables con la naturaleza y los ciudadanos que las habitan.