El Banco Europeo de Inversiones ha dedicado 30.700 millones en 2020 a proyectos climáticos y ambientales, lo que supone el 40% de su inversión total. Su presidente alerta sobre la necesidad de alejarse del gas para alcanzar la neutralidad climática



Europa sigue trabajando para reverdecer su economía, empezando por su sistema financiero. El Banco Europeo de Inversiones (BEI) destinó en 2020 un 40% de su financiación a proyectos con impacto climático o medioambiental, lo que acerca a la banca pública europea a su objetivo de utilizar el 50% de sus activos a la lucha contra el calentamiento global e invertir un billón de euros en total para 2030. Sin embargo, el máximo responsable de la entidad, Werner Hoyer, ha reconocido que aún queda trabajo por hacer, sobre todo en el ámbito energético, ya que «si no se termina con el uso constante de combustibles fósiles, no seremos capaces de alcanzar los objetivos climáticos».
Para el presidente del BEI, esta banca pública ha demostrado además que «no hay que elegir entre financiar la recuperación o invertir en clima e innovación», ya que ambas apuestas son dos caras de una misma moneda. Eso sí, en una carta públicada que firma junto al máximo responsable de política exterior de la UE, Josep Borrell, Hoyer alerta de que la Unión Europea debe desplegar «enérgicamente todo su peso diplomático y financiero» para hacer de 2021 un año «decisivo» en la lucha mundial contra el cambio climático.
Y es que, aunque la inversión europea en mitigación y adaptación al cambio climático aumentó en 2020, la subida es aún demasiado «gradual e insuficiente» para cumplir los objetivos climáticos de la Unión Europea. De hecho, en el informe anual del BEI se apunta que, desde 2016, la inversión como porcentaje del producto interno bruto (PIB) ha disminuido ligeramente, una tendencia que dificulta lograr el objetivo oficial de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para 2030.
Sin embargo, hay algunos brotes verdes que permiten mantener el optimismo. Y no solo en el sector público, donde la inversión en proyectos sostenibles dentro de los diferentes planes de recuperación nacionales alcanza hasta un tercio del gasto total. También en el sector privado: el 23% de las empresas europeas afirman que el cambio climático y los fenómenos meteorológicos relacionados ya han tenido un impacto importante en su negocio, mientras que el 45% aseguran haber aumentado su inversión en medidas de mitigación o adaptación al cambio climático.
Además, la proporción de empresas de la UE que informaron haber invertido en medidas de eficiencia energética aumentó al 47%, casi 10 puntos porcentuales más que en 202o. Sin embargo, casi la mitad reconoce que esperan reducir este año la inversión en materia climática debido a la pandemia, algo que desde el BEI buscan compensar mayor con un mayor esfuerzo público. En concreto, según la hoja de ruta que el propio banco publicó a comienzos de 2020, el BEI planea utilizar el 50% de su actividad para apoyar la sostenibilidad climática y ambiental, desbloqueando 1 billón de euros en financiación verde de aquí a 2030.
«El gas está acabado»
Más allá de presentar los resultados del BEI correspondientes al año pasado, la entidad también ha aprovechado la ocasión para publicar sus principales perspectivas de futuro. Y, según deja claro el informe, los estados europeos deberán alejarse cuanto antes de combustibles fósiles como el gas si de verdad quieren cumplir con sus objetivos climáticos.
«Cómo decirlo suavemente: el gas está acabado», ha ironizado Hoyer al respecto, aunque también ha tenido que reconocer que mantendrán algunas inversiones en proyectos concretos con este combustible puesto que algunos países, como Polonia, dependen totalmente de él para que su transición energética sea posible. Aún así, solo las centrales que emitan menos de 250 gramos de CO2 por kilovatio-hora serán elegibles para recibir apoyo bajo las reglas del banco.
A cambio, el BEI promete que aumentará el financiamiento que se destinará a proyectos de eficiencia energética o de energía renovable, incrementándose también los fondos que sostengan iniacitivbas de innovación e investigación ecológicas. La hoja de ruta también apunta al hidrógeno verde, generado a partir de electricidad renovable, e incluso al llamado «hidrógeno de bajo contenido de carbono» producido a partir de energía nuclear o gas natural con tecnología de captura de carbono.
En cualquier caso, el informe del BEI asegura que «la pandemia representa una conmoción casi sin precedentes para las economías europeas y mundiales», que exige que Europa diseñe cuanto antes «una visión a largo plazo de la transformación verde y digital«.
