Europa se enfrenta en 2020 a retos ambientales sin precedentes - EL ÁGORA DIARIO

Europa se enfrenta en 2020 a retos ambientales sin precedentes

La Unión Europea se enfrenta a importantes retos ambientales en este nuevo año, en el que parte de los objetivos marcados para la década no se alcanzarán, según un reciente informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente


La Unión Europea comienza 2020 enfrentándose al reto global de este siglo, que focaliza en cómo lograr en todo el mundo un desarrollo que equilibre las consideraciones de índole social, económica y medioambiental o lo que es lo mismo, cómo lograr “vivir bien dentro de los límites del planeta”.

Según concluye el sexto informe sobre el Estado y Perspectivas del Medio Ambiente publicado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), existen graves lagunas entre el estado del medio ambiente y los actuales objetivos de las políticas de la UE, en un contexto social donde los ciudadanos aspiran a vivir en un entorno saludable y se debe atender a sus expectativas, lo que exigirá un nuevo enfoque que sirva de piedra angular tanto a las políticas de la UE como a las nacionales.

En 2020, Europa se enfrenta a retos medioambientales de magnitud y urgencia sin precedentes.

Aunque las políticas de la UE en materia de clima y medio ambiente han aportado importantes beneficios durante las últimas décadas, Europa se enfrenta a problemas persistentes en ámbitos como la pérdida de biodiversidad, el uso de recursos, el impacto del cambio climático y los riesgos medioambientales para la salud y el bienestar.

Las megatendencias mundiales, como el cambio demográfico, están intensificando muchos retos medioambientales, a la vez que el rápido cambio tecnológico conlleva nuevos riesgos e incertidumbres.

Teniendo en cuenta estos retos, la UE se ha comprometido con una serie de objetivos de sostenibilidad a largo plazo cuyo objetivo general es «vivir bien, respetando los límites de nuestro planeta».

No será posible alcanzar estos objetivos si no se produce un cambio rápido y fundamental sobre la naturaleza y la ambición de las respuestas europeas.

Europa necesita encontrar el modo de transformar los sistemas sociales clave responsables de las presiones sobre el medio ambiente y el clima, así como de los impactos sobre la salud, replanteando no solo las tecnologías y los procesos de producción, sino también a los patrones de consumo y los modos de vida.

Esto requerirá una acción inmediata y concertada, en la que participen diversos sectores políticos y agentes en el conjunto de la sociedad, permitiendo un cambio sistémico.

Coyuntura crítica

Sus dirigentes tienen ahora la oportunidad de configurar evoluciones futuras que no estarán al alcance de sus sucesores. Por consiguiente, la próxima década tendrá una importancia decisiva a la hora de determinar las oportunidades de Europa para el siglo XXI, según las principales conclusiones del informe.

«En 2020, Europa se enfrenta a retos medioambientales de magnitud y urgencia sin precedentes»

El informe destaca que estas políticas futuras deben basarse en las respuestas existentes a los retos medioambientales y climáticos y también deben responder a los conocimientos más actualizados, que reclaman enfoques fundamentalmente diferentes, en términos de qué debemos hacer y cómo hacerlo.

La AEMA insiste en que solo durante los últimos veinte meses, el Grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático (IPCC), la Plataforma intergubernamental científico-normativa sobre diversidad biológica y servicios de los ecosistemas (IPBES), el Panel Internacional de Recursos (IRP) y Naciones Unidas (ONU) han publicado importantes informes científicos de alcance global que apuntalan que las trayectorias actuales son insostenibles.

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Afirman que las trayectorias están interconectadas y vinculadas a los principales sistemas de producción y consumo; y se está acabando el tiempo para encontrar respuestas creíbles capaces de invertir la tendencia.

La AEMA resalta, además que el llamamiento a introducir transiciones sostenibles fundamentales en los sistemas centrales que configuran la economía europea y la vida social moderna, especialmente en la energía, la movilidad, la vivienda y los sistemas alimentarios, no es algo nuevo y en los últimos años la UE ha incorporado esta reflexión a importantes iniciativas políticas, como los paquetes sobre economía circular y bioeconomía, las políticas en materia de clima y energía para 2030 y 2050.

No obstante, Hans Bruyninckx, Director Ejecutivo de la Agencia Europea de Medio Ambiente, señala que una cosa es cambiar la forma de pensar y otra materializar un cambio real. “La atención debe centrarse en la ampliación, la aceleración, la racionalización y la puesta en práctica de numerosas soluciones e innovaciones, tanto tecnológicas como sociales, que ya existen, al tiempo que se estimulan aún más la investigación y el desarrollo, catalizando los cambios de comportamiento y escuchando e implicando a los ciudadanos de forma activa”.

Cambios globales

Desde 1950, la población mundial se ha triplicado, situándose en 7.500 millones de personas; el número de personas que viven en ciudades se ha cuadruplicado hasta alcanzar los más de 4.000 millones; la producción económica se ha multiplicado por doce, a la par que un aumento similar en el uso de fertilizantes que contienen nitrógeno, fosfato y potasio; y el uso de energía primaria se ha multiplicado por cinco.

energíaDe cara al futuro, estos cambios globales parecen abocados a seguir intensificando la presión sobre el medio ambiente. Se prevé que la población mundial crezca casi un tercio hasta alcanzar los 10.000 millones en 2050.

A escala mundial, el uso de los recursos podría duplicarse en el horizonte de 2060, con un aumento del 55 % de la demanda de agua ya en 2050 y un aumento de la demanda de energía de un 30 % de aquí a 2040.

La proporción de la población mundial que vive en situación de pobreza extrema ha disminuido considerablemente (pasando del 42% en 1981 a menos del 10% en 2015) y esta misma evolución ha causado también un daño generalizado a los ecosistemas.

A escala mundial, alrededor del 75% del medio ambiente terrestre y el 40% del medio ambiente marino se encuentran gravemente alterados en la actualidad.

Según el informe de la Agencia Europea las políticas han sido más eficaces para reducir las presiones medioambientales que para proteger la biodiversidad y los ecosistemas, y la salud y el bienestar de las personas.

“A pesar de los éxitos de la gobernanza medioambiental europea, persisten problemas y la perspectiva para el medio ambiente en Europa durante las próximas décadas es desalentadora”, añade.

La reducción de la contaminación ha mejorado la calidad del agua, pero la UE dista mucho de alcanzar un estado ecológico adecuado para todas las masas de agua para 2020.

La ordenación del territorio ha mejorado, pero la fragmentación del paisaje sigue aumentando, perjudicando a los hábitats y a la biodiversidad.

La contaminación atmosférica continúa afectando a la biodiversidad y los ecosistemas, y el 62% de la zona del ecosistema de Europa está expuesta a niveles excesivos de nitrógeno, provocando eutrofización.

La AEMA prevé que los efectos del cambio climático en la biodiversidad y los ecosistemas se intensifiquen, mientras que actividades como la agricultura, la pesca, el transporte, la industria y la producción de energía siguen causando pérdida de biodiversidad, extracción de recursos
y emisiones nocivas.

Nuevos retos

Europa ha logrado un cierto éxito a la hora de proteger a los europeos de los riesgos medioambientales para la salud y el bienestar. Por ejemplo, el agua potable y las aguas de baño son, por lo general, de alta calidad en toda Europa. Sin embargo, de nuevo, subsisten problemas persistentes en algunos ámbitos y las perspectivas son preocupantes.

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Vista de la boina de contaminación que muchas veces cubre Madrid.

Por ejemplo, algunas sustancias químicas persistentes y móviles resisten incluso el tratamiento avanzado del agua potable. De la misma forma, aunque las emisiones de contaminantes atmosféricos han disminuido, casi un 20% de la población urbana de la UE vive en zonas con concentraciones de contaminantes atmosféricos superiores a las recomedadas.

La exposición a partículas finas es responsable de unas 400.000 muertes prematuras en Europa cada año, y los países de Europa Central y Oriental se ven afectados de manera desproporcionada.



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