Bases argentinas en la península antártica han registrado a principios de febrero dos temperaturas máximas que marcan un récord en el continente. Para Andrés Barbosa, científico del CSIC, este fenómeno es un síntoma de la tendencia que está viviendo la Antártida durante las últimas décadas



La Antártida, que abarca una superficie de 14 millones de kilómetros cuadrados, se presenta como una región congelada, de fuertes vientos y sin apenas vida. De hecho, la temperatura media anual oscila entre los −10 °C en la costa antártica y los −60 °C en las partes más altas del interior. Sin embargo, y a pesar de esta climatología extrema, este continente experimentó a principios de este mes dos temperaturas de récord más propias de regiones cálidas como Canarias.
Así lo ha expuesto la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en un comunicado donde informan que durante el 6 y el 9 de febrero, varios grupos de científicos registraron unas temperaturas máximas de 18,3°C y 20,5°C respectivamente en distintas bases de observación argentinas cercanas entre sí.
Ante esta situación, los expertos se han mostrado escépticos y la OMM ha iniciado un proceso extraordinario para verificar si realmente si estos datos se corresponden con un récord en la región.
“Todo lo que hemos visto hasta el momento hace presagiar que el registro es, probablemente, auténtico. Sin embargo, como no puede ser de otro modo, iniciaremos un proceso de evaluación formal del registro en cuanto dispongamos de los datos completos y conozcamos las condiciones meteorológicas en las que se alcanzó ese valor de temperatura”, ha detallado Randall Ceverny, ponente de la OMM sobre fenómenos meteorológicos y climáticos extremos.


“Por ahora, sabemos que el récord de 18,3°C está relacionado a corto plazo con lo que se denomina un episodio regional de foehn en la zona: un rápido calentamiento del aire que baja de una ladera o montaña”, ha señalado.
De ser así, se levantaría el anterior récord registrado el 24 de marzo de 2015 cuando el mercurio estableció una máxima de 17,5°C.
“Es importante verificar ese récord de temperatura máxima porque ayuda a formarnos una idea del tiempo y el clima en una de las últimas fronteras de la Tierra”, ha concluido el experto.
Una cifra más
Independientemente de que la OMM certifique o no la veracidad de esos registros, en lo que sí están de acuerdo los científicos es que esas cifras no son sino un ejemplo más de la tendencia en las temperaturas que está experimentando la Antártida en la región donde se encuentra su gran icónica península.
“Estos dos registros son simplemente eso: datos. Lo que realmente nos debe importar es que la península de la Antártida ha sufrido un importante incremento en sus temperaturas durante las últimas décadas”, ha explicado a Él Ágora Andrés Barbosa, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
En este sentido, el científico español nos ha subrayado que la península antártica se trata de una zona donde las temperaturas habituales rondan los 0 grados centígrados de media durante el verano. Algo que, durante los últimos periodos, ha cambiado, llegando incluso a elevarse la temperatura de forma puntual hasta los 15 grados.
El Acuerdo de París marca un aumento máximo de 1,5°C global, pero en la Antártida la temperatura media se ha incrementado entre 2,5°C y 3°C
El artífice de estos cambios reside, según el científico, en la actividad humana intensiva, situada de media a unos 15.000 kilómetros de este inhóspito lugar y que se está encargando de alterar no solo este ecosistema, sino también las regiones árticas del mundo, que son vitales para el mantenimiento del clima en la Tierra.
A priori, ha explicado, se puede pensar que a nosotros nunca nos van a llegar las secuelas de esta transformación debido a esta gran distancia, pero lo cierto es que “ya las estamos viviendo” porque nuestras acciones son como un boomerang, aunque, en este caso, de escasa velocidad:
“Es difícil e imposible que a corto, medio o largo plazo la Antártida se derrita por completo, pero eso no quita que ya se esté fundiendo. Es un cambio sutil. A medida que se vierta más y más agua dulce en los océanos, el nivel del mar aumentará y destruirá ciudades, pero a largo plazo”, ha argumentado, añadiendo que, como esto nunca pasará mañana, «la humanidad le resta importancia”.
El glaciar Pine Island, como el cercano glaciar Thwaites, ha sufrido una drástica pérdida de hielo durante los últimos 25 años.
La razón principal de este fenómeno es el incremento de temperatura en la región este de la Antártida donde se ubican. En el caso del glaciar Pine Island, las imágenes captadas por el satélite europeo Sentinel 1muestran unas grandes grietas de aproximadamente 20 kilómetros que dividen el hielo.
El glaciar Thwaites, por su parte, ha estado en el punto de mira de los científicos por la enorme cantidad de hielo que ha perdido, que amenazan con aumentar el nivel del mar seriamente. Uno de los últimos grandes hallazgos relativo a él es la presencia de agua tibia en su base.
❄️?Cracks in the Pine Island Glacier in Antarctica ?? have been growing rapidly over the last days, as can be seen in this #Sentinel1 ?️?? comparison of 02 & 05 February 2020. The glacier has been losing #ice dramatically & experienced a series of calvings in the last 25 years. pic.twitter.com/uKcbZmp45F
— Copernicus EU (@CopernicusEU) February 6, 2020
