Según Aemet la pasada ola de calor ha dejado registros históricos en ciudades españolas, como en Melilla, donde se observaron las cuartas temperaturas mínimas más altas jamás vistas. Además, ha informado que dentro de poco viviremos una segunda ola de calor



Si el pasado mes destacó por presentar una quincena marcada por unas temperaturas por debajo de la media para un junio habitual, julio de 2020 se despide dejando tras de sí una mitad reinada por la primera ola de calor del año, que finalizó el pasado 1 de agosto.
Según ha destacado la Agencia Estatal de Meteorología, esta ola de calor ha provocado que junio se marche dejando algunos récords de temperaturas máximas, como los 42 grados centígrados registrados en Donostia/Aeropuerto el día 30, la más alta desde que comenzaron los registros en el año 1955.
En Burgos, por su parte, el día 27 se alcanzaron los 38 °C, su récord para un mes de julio, y en Lleida igualaron sus registros más elevados de temperatura máxima y mínima, con 40,6 °C y 23,3 °C el día 28 en ambos casos.
“En algunos puntos del Cantábrico, los termómetros alcanzaron, el pasado día 30, valores entre 15 y 17 °C por encima de lo normal, y las noches tropicales, aquellas cuya temperatura mínima es superior a los 20 °C, han sido frecuentes en muchas zonas de España durante el mes de julio”, ha aclarado la Aemet.
En Melilla se ha observado la cuarta temperatura mínima más alta de los registros de la Aemet
Junto a los datos de esta primera ola, la Aemet ha anunciado que no descarta una segunda ola de calor en los próximos días, después de que los termómetros hayan dado una ligera tregua a las tórridas temperaturas de las últimas jornadas.
“El próximo fin de semana, probablemente se mantengan los termómetros en valores muy altos y no se descarta la posibilidad de que se superen los umbrales de intensidad, extensión y duración de las altas temperaturas necesarias para hablar de ola de calor, algo que anunciaremos en caso de que dicha posibilidad se confirme”, ha adelantado hoy Rubén del Campo, portavoz de la Aemet.
Por tanto, a partir del jueves, “podemos hablar de un nuevo episodio cálido que dejará temperaturas entre cinco y diez grados por encima de lo normal en la mayor parte de España, al menos hasta el sábado, y se superarán los 35 grados en amplias zonas de la península y Baleares, y los 40 en los valles de los grandes ríos”, según el portavoz de la Aemet.
Una ola de muchas
Según ha detallado la Aemet, las olas de calor son fenómenos meteorológicos extremos cuya frecuencia está aumentando a medida que avanza el cambio climático antropogénico. De hecho, en España, el número de días al año en los que se superan los umbrales de temperatura de ola de calor en la Península es ahora el doble que a mediados de los años 80.
Las predicciones de la Aemet prevén un aumento de alrededor del 20% en el número de días cálidos para mediados de siglo
“Las proyecciones climáticas para el siglo XXI elaboradas por la Aemet, muestran un aumento de alrededor del 20% en el número de días cálidos para mediados de siglo”, ha asegurado la Aemet.
Asimismo, estos episodios, aunque se caracterizan por las temperaturas máximas extremadamente altas, también dan lugar a registros nocturnos muy elevados, que dificultan el descanso nocturno.
Son las llamadas «noches tropicales», aquellas en las que la temperatura no desciende de 20 ºC, o las «noches tórridas«, en las que los termómetros quedan por encima de 25 ºC durante toda la jornada. La frecuencia de estas noches extremadamente calurosas se ha multiplicado por 10 desde el año 1984 en las 10 capitales españolas más pobladas.
Las olas de calor tienen efectos en multitud de ámbitos, como el de la salud, el transporte, la energía y, por supuesto, el medio ambiente: el riesgo de incendios se dispara durante estos episodios como consecuencia de las elevadas temperaturas y la baja humedad relativa. De hecho, el riesgo de incendios previsto por Aemet, a partir de datos atmosféricos observados y previstos en el transcurso de esta ola de calor, es muy alto o extremo en la mayor parte de España.
En ocasiones, los episodios cálidos vienen acompañados de fenómenos atmosféricos que contribuyen a elevar dicho riesgo de incendios. Es el caso de las llamadas «tormentas secas«, es decir, aquellas que tienen muy poca o nula precipitación asociada, pero sí presentan actividad eléctrica. La caída de rayos en el transcurso de estas tormentas es una causa natural de incendios forestales.
