Una semana después de que 37 tornados dejasen un rastro de destrucción a lo largo de seis estados de EEUU, aplanando pueblos enteros y levantando detritos hasta los nueve kilómetros de altura, las autoridades y los científicos siguen tratando de responder a las siguientes preguntas: ¿era de esperar algo así en esta época y en esas regiones, entre el sur y el Medio Oeste? ¿Se podría haber hecho un mejor trabajo a la hora de predecir y evacuar a la población? Y, ¿tiene que ver la virulencia de estos tornados, como sucede con los huracanes, los incendios o las olas de frío ártico, con el cambio climático? En El Ágora hemos hablado con un meteorólogo experto en estas agresivas corrientes de aire para, en lo posible, aclarar estas dudas.
“Aunque los tornados se dan ocasionalmente en invierno, incluso en el área castigada este diciembre, son poco habituales”, dice por correo electrónico William Gallus, profesor de meteorología y especialista en fenómenos atmosféricos extremos de la Universidad Estatal de Iowa. Aunque no es algo que no se haya visto nunca, agrega, “es muy inusual que se den tornados tan poderosos con largos recorridos espaciados sobre una región tan grande en diciembre”.
Los tornados tienden a producirse en situaciones meteorológicas inestables. Cuando hay una masa de aire cálido y húmedo en tierra, con un sombrero de aire frío y seco por encima, sumado a fortuitos cambios de viento, se generan “mesociclones”: fuertes corrientes de aire ascendentes que giran en círculos y generan tornados. El tipo de tormenta que estimula los mesociclones se llama “súpercélula”. Las llanuras interiores de Estados Unidos, en parte por la falta de accidentes geográficos, son el terreno ideal para que se acumulen estas grandes cantidades de aire.


Desde finales de los años 80, gracias a la invención del radar Doppler, los meteorólogos han mejorado mucho en la predicción de tornados. Hasta el punto de que, según The New York Times, “en años recientes, los tornados poderosos han sido previstos el 97% de las veces”. El caso de esta última ola de tornados no ha sido una excepción: por ejemplo, en la localidad más afectada, Mayfield, en Kentucky, los habitantes fueron recibiendo advertencias de condiciones atmosféricas peligrosas durante varios días. La noche de los tornados, sus móviles recibieron una alarma con una precisión extraordinaria: dijeron que aparecerían a las 21:30. Y así fue.
“La confirmación de que se producirá un tornado llega, de media, 15 minutos antes de su aparición”
Pero hay una puntualización muy importante: a diferencia, por ejemplo, de con los huracanes, el margen de acción frente a los tornados es muy reducido. La confirmación de que se producirá un tornado llega, de media, 15 minutos antes de su aparición, lo que deja un margen de maniobra muy estrecho. Sobre todo cuando los tornados se producen ya en la noche cerrada.
Además, es difícil analizarlos, establecer patrones, predecir tendencias. “Los tornados son más difíciles de estudiar que la mayoría de los fenómenos meteorológicos porque tienen un tamaño muy pequeño, son inusuales y son tan poderosos que destrozan los instrumentos meteorológicos”, explica el profesor William Gallus. “Dada su talla pequeña, los investigadores tendrían que crear una red de instrumentos meteorológicos que estuviesen muy juntos, lo que quiere decir que sería muy caro, dado que tendrías que tener muchísimos instrumentos”.
Otro impedimento para su estudio, añade Gallus, es que son relativamente poco habituales, así que podrían pasar años antes de que un tornado pasase cerca de esa hipotética red de medidores. “Esto significaría que tendrías que intentar tener una red tan grande como fuera posible, pero eso significa incluso un mayor número de instrumentos, lo cual lo haría todavía más caro. Además, si son instrumentos meteorológicos normales, los detritos lanzados por el tornado probablemente los destruirán antes de conseguir los datos que necesitas”.
Para tratar de superar estos obstáculos, los científicos tratan de colocar los instrumentos en el camino del tornado, pero, dado el estrecho margen de tiempo, se trata de una tarea muy peligrosa. “Es muy difícil tener éxito con esto”, dice Gallus, “así que nos quedamos sin tener datos suficientes para estudiar los tornados con el grado de detalle que nos gustaría”.
Aun así, de manera rudimentaria, con los años se han identificado las llamadas “calles del tornado”: zonas del interior de Estados Unidos, comprendidas entre los estados de Texas en el sur y Iowa en el norte, que suelen actuar de pasarela o corredor para estos fenómenos meteorológicos y que causan la fascinación tanto de científicos como de aventureros.


Tornados destructivos
Los llamados “cazatornados” son la gente especializada en predecir, identificar y documentar la formación de tornados. Una tribu que va del arriesgado novato que lo hace por afición, a los periodistas locales que cubren las noticias meteorológicas, a los científicos e incluso a gente que hace un negocio de ello, ofreciendo a los curiosos un viaje por las “calles del tornado”, todoterreno y hoteles incluidos, para que puede sacarse una foto en presencia de la furia de la naturaleza. Es habitual, por ejemplo, que los miembros de esta tribu se pidan matrimonio en medio de una llanura del interior, con un tornado de fondo, rezando para que este aguante y no desaparezca tras un abrigo de lluvia.
Los tornados padecidos la semana pasada, sin embargo, no dieron ninguna razón para el romanticismo. Las autoridades de estados como Kentucky, que presenta el mayor número de fallecidos, por ahora 75, todavía siguen contabilizando las pérdidas personales y materiales. Un paisaje triturado, arrasado por vientos que pueden haber superado los 300 kilómetros por hora. Suficiente para tronzar los edificios y estructuras metálicas de los pueblos más castigados. Una fábrica de velas de Mayfield, operativa esa noche, se partió por la mitad y dejó el mayor número de víctimas. El tornado también hizo pedazos el “edificio multimillonario” de la corte del condado de Graves.


El presidente de EEUU, Joe Biden, hizo lo que hacen todos los presidentes desde Lyndon Johnson: visitó los lugares arrasados, se hizo fotos consolando a las víctimas y prometió la asistencia del Gobierno federal, que costeará el 100% de la reconstrucción en los 30 días posteriores a la catástrofe.
“Tengo previsto hacer lo que haga falta y durante el tiempo que haga falta, el tiempo que haga falta, para apoyar a vuestro estado y a vuestros líderes locales a medida que os recuperáis y reconstruís, porque os recuperaréis y os reconstruiréis”, declaró el comandante en jefe este miércoles, cuando paró en Dawson Springs, una localidad de 2.600 personas de Kentucky. Biden reconoció que la “escala de la destrucción es increíble”.
«Esta nueva remesa de estragos pone el broche a un año marcado por los fenómenos naturales extremos en Estados Unidos»
Esta nueva remesa de estragos pone el broche a un año marcado por los fenómenos naturales extremos en Estados Unidos. El golpe de frío ártico que puso a Texas de rodillas en febrero, dejando sin electricidad a nueve millones de personas y provocando colas kilométricas en las gasolineras, con temperaturas de hasta 20 grados bajo cero, fue seguido del verano más caluroso jamás registrado en la Costa Oeste, donde las señales de tráfico se derretían a 47 grados en Portland, Oregón, y de masivos incendios en California e inundaciones en Nueva York y alrededores.
Sin embargo, a diferencia de estos acontecimientos, la serie de tornados no tiene un vínculo tan claro con el calentamiento global. “Dado que los tornados son tan pequeños y poco habituales, realmente es imposible decir que el cambio climático juega un papel”, dice William Gallus. “Lo que sí podemos decir, sin embargo, es que el clima se calienta en todo el planeta, y es probable que habrá más áreas donde los tornados de invierno ocurran, y que habrá posibilidades de más tornados en invierno. Parte de mi investigación con mis colegas la doctora Emily Bercos-Hickey y la doctora Christina Patricula ha sugerido que los tornados nocturnos y de temporadas frías serán más comunes a medida que se calienta el clima”.
