Una investigación afirma que la zona más grande de turberas en la Amazonía peruana está cada vez más amenazadas por la deforestación y explotación de las tierras. Los hallazgos han hecho que Perú apruebe una legislación para protegerla de la explotación



Los humedales en las tierras bajas de la Amazonía peruana son ricos en turba, un carbón fósil formado de residuos vegetales apenas cubierto por agua y vegetación. La existencia de estas turberas está en peligro debido a la deforestación en la zona y, según los científicos, esto ha provocado un aumento de 11 veces en las emisiones de CO2 en la zona entre 2000 y 2016. En reconocimiento de estas amenazas, el gobierno peruano ha aprobado una legislación que ordena por primera vez la protección explícita de sus turberas para la mitigación del cambio climático.
La investigación en la que se basó esta legislación ha sido publicada en la revista de divulgación científica Nature Geoscience y realizada por las Universidades de Edimburgo y St. Andrews en colaboración con el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana de Perú. Los hallazgos publicados se basaron en datos de campo, satelitales y de cobertura del suelo para estimar las emisiones dañinas de gases de efecto invernadero. El trabajo también aportó mapas y los primeros modelos de espesor de turba basados en datos de las regiones tropicales de Perú.
Las turberas
En 62.714 kilómetros cuadrados, un área de aproximadamente dos veces el tamaño de Cataluña, los científicos descubrieron que las turberas del Amazonas peruano contienen el doble de carbono de lo estimado anteriormente. Los equipos de campo, incluidos científicos del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana de Perú, la Universidad de Leeds y otras instituciones, mapearon nuevos tramos de pantanos de turba y estimaron la distribución de este material en la Amazonía peruana por primera vez.
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Los hallazgos demostraron que en esa parte del Amazonas peruano se almacenan alrededor de 5.400 millones de toneladas de carbono, que es casi tanto como todos los bosques de Perú, pero en solo el 5% de su superficie terrestre, lo que demuestra cuán valioso es como sumidero de carbono y colchón ante el cambio climático.
«Sabíamos que Perú contenía turberas sustanciales, pero anteriormente solo teníamos datos terrestres de unas pocas regiones, y no nos dimos cuenta de cuán extensas eran las turberas. Nuestros mapas de alta resolución se pueden usar para informar directamente las políticas y acciones de conservación y mitigación climática. como las contribuciones determinadas a nivel nacional al Acuerdo de París, para evitar una mayor degradación y emisiones de CO2», afirma el autor principal de la investigación, Adam Hastie, de la Escuela de Geociencias de la Universidad de Edimburgo en un comunicado.
Bajo amenaza
Las turberas tropicales se encuentran entre los ecosistemas más densos en carbono del mundo, pero la expansión de la agricultura, el desarrollo de infraestructuras y la minería han provocado la pérdida de grandes áreas de este tipo de suelos. La deforestación y el drenaje inhiben la acumulación de materia orgánica esencial en los pantanos y promueven la rápida descomposición de la turba, que a su vez libera grandes cantidades de dióxido de carbono y óxido nitroso a la atmósfera.


Las turberas drenadas también son propensas a los incendios, lo que puede llevar a un aumento grande y rápido de las emisiones. «Las turberas se reconocen cada vez más como puntos calientes de carbono y un componente clave del ciclo de carbono del planeta. Almacenan la mitad de todo el carbono del suelo en el planeta, pero son vulnerables a las presiones humanas. Es importante para todos nosotros saber dónde se encuentran para que podamos protegerlas y ayudar a mitigar el cambio climático. Este trabajo es el resultado más reciente de más de una década de colaboración internacional sostenida», agregó Ian Lawson, líder del proyecto internacional de la Universidad de St. Andrews.
A pesar de tener una legislación aprobada, hacerla cumplir dependerá del mapeo continuo de la distribución de las turberas y de una mayor investigación de su almacenamiento de carbono.
Euridice Honorio Coronado, coautora y becaria de intercambio de conocimientos NERC de la Universidad de St. Andrews también afirma que «la conservación de las turberas también respaldará los medios de subsistencia y evitará una situación como la del sudeste asiático, donde casi el 80% de las turberas se han limpiado y drenado».
