Según un estudio, las épocas de fuertes lluvias aceleran la respiración del suelo, un proceso mediante el cual se libera CO2 a la atmósfera. Teniendo en cuenta que en un futuro se espera el clima se humedezca en los trópicos, este proceso tendrá graves implicaciones en la crisis climática



El aumento del número e intensidad de las lluvias que se prevén en los trópicos, fruto del cambio climático, prometen acelerar la liberación de dióxido de carbono de los suelos de esas regiones, según un artículo publicado en Nature. Este hecho, intensificará los efectos del calentamiento global al añadir más emisiones de efectos invernadero a la atmósfera.
“Descubrimos que los cambios hacia un clima más cálido y húmedo en la cuenca de drenaje de los ríos Ganges y Brahmaputra en los últimos 18.000 años aumentaron las tasas de respiración del suelo y disminuyeron las reservas de carbono del suelo», ha sentenciado Christopher Hein, autor del texto.
«Esto tiene implicaciones directas para el futuro de la Tierra, ya que es probable que el cambio climático aumente las precipitaciones en las regiones tropicales, acelerando aún más la respiración del carbono del suelo y agregando aún más CO2 a la atmósfera”, ha añadido el experto.
Los científicos han explicado que esto es posible porque la lluvia acelera la respiración del suelo. Este fenómeno se refiere a la liberación de dióxido de carbono por parte de los microbios cuando descomponen y metabolizan la hojarasca y otros materiales orgánicos en y justo debajo de la superficie del suelo.
Para llegar a sus conclusiones, el equipo estudió tres núcleos de sedimentos recogidos del fondo del océano, justo en las desembocaduras de los ríos Ganges y Brahmaputra, en Bangladesh.
Un estudio anterior señaló un aumento en las precipitaciones anuales en la cuenca del río Ganges-Brahmaputra desde la última Edad de Hielo
Sus resultados mostraron una fuerte correlación entre las tasas de escorrentía y la edad del suelo. Las épocas más húmedas se asociaron con suelos más jóvenes y de respiración rápida, mientras que las épocas más secas y frías estaban vinculadas a suelos más viejos capaces de almacenar carbono por períodos más largos.
«Descubrimos que un pequeño aumento en los valores de precipitación corresponde a una disminución mucho mayor en la edad del suelo», ha comentado Christopher Hein.
El problema de estos cambios en la cantidad de carbono almacenado es que su liberación puede desempeñar un papel “descomunal” en la modulación de las concentraciones de CO2 atmosférico y, por lo tanto, en el clima global.
Actualmente, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera de la Tierra es de 416 partes por millón, que equivalen aproximadamente a 750 mil millones de toneladas de carbono. Si tenemos en cuenta que los suelos de la Tierra contienen alrededor de 3.500 millones de toneladas, su liberación puede ser catastrófica.
Investigaciones anteriores han puesto de relieve la amenaza que representa el calentamiento global para los suelos de permafrost del Ártico, cuya descongelación generalizada libera hasta 0.6 mil millones de toneladas de carbono a la atmósfera cada año.
«Ahora hemos encontrado una retroalimentación climática similar en los trópicos y nos preocupa que una mejor respiración del suelo debido a una mayor precipitación, en sí misma una respuesta al cambio climático, aumente aún más las concentraciones de CO2 en nuestra atmósfera”, concluye Christopher Hein.
