Dublín, Sofía o Varsovia son algunas de las caras conocidas de este certamen que pretende elegir de entre un total de 16 candidatos la ciudad más sostenible y comprometida con el medio ambiente de Europa, eso sí, con dos años de antelación, puesto que se trata del candidato a Capital Verde Europea 2023



Como el buen vino, las ciudades tienen la obligación de potenciar sus cualidades con el paso del tiempo para lograr consolidar un éxito permanente. Las estrategias para lograr esa meta son diversas, siendo la apuesta por la sostenibilidad la más destacable por la cada vez mayor demanda de este intangible en unos entornos que son, de hecho, focos de vida.
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No exenta de responsabilidad, la Unión Europea (UE) quiso estimular hace 15 años la evolución de las ciudades hacia esa vertiente de sostenibilidad inspirada en una idea nacida en una conferencia que tuvo lugar en Tallin, la capital de Estonia, por iniciativa de su ex alcalde, Jüri Ratas.
Como explica la UE, dos años después 15 ciudades europeas y la Asociación de Ciudades de Estonia firmaron una declaración conjunta de intenciones para crear un premio materializado en el 2010 con el nombre de “Capital Verde Europea”, otorgado aquel año a Estocolmo. A partir de ese momento, cada año se elegiría a una ciudad europea para sostener este premio y así seguir impulsando la sostenibilidad.
“El galardón demuestra que una ciudad quiere y puede resolver problemas medioambientales para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos y reducir la carga sobre el medio ambiente mundial. También ofrece a las ciudades un incentivo para intercambiar ideas y mejores prácticas mientras participan en una competencia amistosa”, explica la UE.
En el 2020, el título recayó sobre la ciudad portuguesa de Lisboa, que aspira a ser 100% neutra en emisiones de carbono en 2050 y tiene como objetivo plantar 100.000 árboles a lo largo del año. Este año, Lathi, en Finlandia se ha coronado como la vencedora e, incluso, ya se conoce que Grenoble, en Francia, es la ganadora del año que viene, la edición de 2022.
Debido a esta frenética serie de nombramientos, no es de extrañar que la UE incluso haya mostrado la lista de las ciudades que aspiran a ostentar el premio para el año 2023, entre ellas una española: Logroño.


Según un comunicado del consistorio, el objetivo de la ciudad con el premio es “conseguir una ciudad más sostenible, segura y saludable mediante políticas que nos encaminen a ello”. “De hecho, trabajamos desde que iniciamos el mandato por una ciudad que persiga un desarrollo urbano sostenible”, añaden en el comunicado.
Junto a ella, otras 15 candidatas llevando luchando por el premio desde noviembre del año pasado, cuando un panel de expertos reconocidos internacionalmente, según la UE, comenzaron a analizarlas en base a 12 indicadores medioambientales, como lo son la contaminación, la mitigación, la adaptación, el ruido o movilidad urbana sostenible.
“Es un gran honor para una ciudad exhibir el título de ciudad verde, pero el camino que conduce hasta el galardón anual no es nada sencillo. Se aplica un proceso de selección muy riguroso en el que las ciudades deben mostrar un sólido historial de iniciativas ya realizadas y presentar el programa de las actuaciones concretas que todavía tienen previstas para ser más ecológicas”, comentan desde la UE.
Dublín, con 1,3 millones de habitantes es una de las ciudades más conocidas que encabezan esta lista. Su candidatura se basa en los esfuerzos por alcanzar las metas europeas y nacionales sobre neutralidad de carbono para el 2050 a través de la eficiencia energética.
No obstante, hay que destacar que la ciudad tiene enormes retos por delante, algunos tan importantes como la gestión de su suministro de agua, que solo por las fugas pierde alrededor de 77 millones de litros de agua al año.
Sofía, la capital de Bulgaria, es otra de esas ciudades que quieren introducir el verde en su ADN, dejándolo claro con su adhesión a iniciativas sostenibles como EBRD Green Cities, un programa que ayuda a las ciudades a localizar sus puntos débiles para potenciarlos mediante inversiones.
En el caso de Sofía, EBRD señala que su mayor desafío es la movilidad sostenible, al ser su actual modelo un foco de contaminación para la ciudad. En este sentido, Varsovia, otra de las candidatas y que también está dentro de esa iniciativa, tiene en su foco la modernización de su flota de transporte para evitar la contaminación de la ciudad.
Tallin, promotora precisamente de este evento, vuelve a presentar otro año más su candidatura bajo el paraguas de lograr ser una ciudad más verde y amigable con sus habitantes. Para el consistorio, el problema más imperante es lograr contrarrestar el rápido crecimiento de la ciudad con una estrategia urbanística más sostenible: “Debemos vincular las áreas verdes del exterior de la ciudad con el propio ecosistema urbano, así como dotar a la ciudad de más y mejores infraestructuras para resolver los problemas clásicos de movilidad y contaminación”, expresó uno de los responsables de la gestión de la ciudad en una entrevista.
Oportunidades para todas las ciudades
Tanto las ciudades polacas de Gdansk, Cracovia y Rzeszow, como las turcas Esmirna y Gaziantep o la italiana Cagliari, presentadas para ser capitales verdes europeas, tienen algo en común: todas ellas tienen más de 100.000 habitantes.
Esto es porque uno de los requisitos básicos para ser considerados como tales es superar esa cifra de población, por lo que para evitar que ciudades que no cumpliesen ese requisito se quedasen sin su correspondiente reconocimiento, la UE puso en marcha otro galardón para ellas
Este es el European Green Leaf, un galardón pensado para ciudades de entre 20.000 y 100.000 habitantes que lucharán amistosamente en base a seis criterios ambientales, a diferencia de los 12 de sus hermanas mayores.
“El objetivo es triple: reconocer a estas ciudades por su buen historial y visión de futuro verde, animar a nuevas ciudades a sumarse a la iniciativa y desarrollar activamente la conciencia y la participación de los ciudadanos en el medio ambiente”, señalan desde la UE.
Como curiosidad, el municipio catalán de Mollet de Vallès fue el primer galardonado con este premio en el 2015 gracias a sus esfuerzos por mejorar la movilidad peatonal, transporte público y, sobre todo, por una iniciativa colaborativa que implicaba a sus habitantes para aumentar la concienciación sobre la sostenibilidad.
“Es un mérito del esfuerzo de Mollet del Vallès que sea uno de los primeros en ganar una Hoja Verde europea. Son una prueba de que la buena movilidad urbana no es solo para las grandes ciudades. Las ciudades europeas Green Leaf actuarán como modelos a seguir e inspirarán a muchos otros a perseguir mejores gestiones medioambientales en el futuro”, dijo en la gala de premios Karmenu Vella, comisario europeo de medioambiente, asuntos marítimos y pesca.
A pesar de las intenciones que manifiesten, al final solo tres de ellas pasarán a la etapa final del concurso, que tendrá lugar entre abril y mayo de este año, donde un jurado, compuesto por miembros de la Comisión Europea, el Parlamento Europeo y la Oficina Europea del Medioambiente, entre otros, elegirán al ganador.
Su criterio se basará en el compromiso, la visión y el entusiasmo general de la ciudad en transmitir su empeño y la estrategia escogida para lograr la sostenibilidad, así como su capacidad para mostrarse como un modelo a seguir para otras.
“Las ciudades que soliciten el premio Capital Verde Europea no tienen que ser perfectas en todos los criterios. Es importante recompensar a las ciudades que están haciendo esfuerzos para mejorar el entorno urbano y avanzar hacia áreas de vida más saludables y sostenibles”, exponen los miembros del jurado en un comunicado.
A finales de verano, concretamente en septiembre de este año, se dará a conocer el ganador de este galardón que, ahora, deberá demostrar de verdad si su apuesta por la sostenibilidad perdurará a pesar del paso del tiempo.
