Investigadores de la Universidad de Córdoba desarrollan un hormigón hecho con materiales sostenibles que se mezcla con agua gasificada y que captura CO2. El material podría ser una alternativa para la fabricación de adoquines y mobiliario urbano



Un trabajo de investigación de la Universidad de Córdoba ha conseguido dosificar un hormigón a través de un nuevo procedimiento que elimina dióxido de carbono de la atmósfera y que es mezclado con agua carbonatada. El material emplea áridos reciclados provenientes de residuos de construcción y demolición, y es capaz de capturar 181% más de dióxido de carbono que el hormigón convencional. Esta alternativa podría usarse para la fabricación de adoquines, bordillos, bovedillas y otros tipos de mobiliario urbano sin armadura de acero
El estudio, desarrollado de forma conjunta en la Escuela Politécnica Superior de Belmez y la Universidad de Córdoba, ha elaborado una nueva receta de este material con dos ingredientes fundamentales: áridos reciclados (arena, grava) procedentes de residuos de construcción y demolición, y agua con gas, el típico refrigerio consumido en multitud de bares y restaurantes.
El empleo de agua carbonatada para mezclar y curar el hormigón, y el uso de áridos reciclados consigue capturar un 181% más de dióxido de carbono de la atmósfera comparado con el uso de áridos naturales y el mezclado con agua convencional. Tradicionalmente los materiales de construcción son mezclados con agua potable, lo que incrementa su huella hídrica. Los resultados de la investigación española fueron publicados en la web de divulgación científica Science Direct y la revista Journal of CO2 Utilization.
Reducir las emisiones de CO2 en la construcción
El trabajo avanza de esta forma en la consecución de uno de los grandes objetivos de la industria cementera, cuya hoja de ruta está marcada por la meta de reducir las emisiones de CO2 y alcanzar una neutralidad climática. Esto es debido a que el sector de la construcción es una fuente importante de emisiones de dióxido de carbono (CO2) en todo el mundo. Según calcula la Agencia Internacional de la Energía, el 8% de todas las emisiones globales de este gas están relacionadas con la industria del cemento.
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Por ello, el desarrollo de nuevos materiales y procesos de construcción sostenibles es uno de los grandes retos medioambientales del futuro. El investigador José María Fernández, uno de los autores del estudio, dijo en el comunicado que se trata «de una estrategia pionera que consigue mitigar el cambio climático y que además está basada en el paradigma de la economía circular, en la que los residuos y gases de efecto invernadero se vuelven a integrar en el proceso de fabricación».
Cuando el dióxido de carbono se convierte en piedra
¿Qué función tiene el agua con gas en todo este procedimiento? ¿Cómo es posible que un determinado material pueda descontaminar la atmósfera? La respuesta, tal y como suele ocurrir, está en la química que subyace a todo este proceso y, en este caso, en una reacción en cadena mediante la que el CO2 se convierte en piedra: El agua gasificada contiene el dióxido de carbono, que, a su vez, reacciona con uno de los componentes del cemento (portlandita) para formar carbonato cálcico. En otras palabras, el carbono en forma de CO2 desaparece de la atmósfera para adherirse al propio hormigón rellenando sus poros. «Lo que mejora la resistencia y propiedades mecánicas del material», explicó en un comunicado David Suescum Morales, autor principal de la investigación.
Se trata de un proceso denominado carbonatación acelerada, técnica que aún está en las primeras fases de investigación, sólo podía realizarse en cámaras de carbonatación, que son bastante costosas. La diferencia es que ahora la incorporación de CO2 puede implementarse en el proceso de amasado de hormigones y morteros «in-situ» a través de un procedimiento más barato, sin necesidad de usar cámaras especiales de carbonatación.
