El consumo de materias primas asociado a las baterías para coches eléctricos es mucho menor que el de los coches que funcionan con combustibles fósiles, según revela un nuevo estudio de Transport & Environment (T&E)



Los vehículos eléctricos son clave para descarbonizar el transporte, una de las actividades humanas que más emisiones de efecto invernadero genera: solo en Europa, el 40% de los gases que provocan el calentamiento de la atmósfera provienen de la movilidad. Sin embargo, a menudo se duda de la verdadera capacidad de transformación climática de este sector debido a la gran cantidad de minerales raros que se utilizan en su fabricación. Materiales como el cobalto, el litio o el manganeso son extremadamente difíciles de extraer y su producción, concentrada en un puñado de países, tiene algunos impactos dañinos en el medio ambiente y en los derechos humanos, además de escasas tasas de recuperación, factores que empañan el potencial «verde» de estas nuevas formas de transporte.
Eso sí, lo que no debería de plantear ninguna duda es que los vehículos eléctricos son, con sus defectos, una alternativa mucho más sostenible en todos los sentidos que cualquier transporte que funcione quemando combustibles fósiles. Así lo pone de manifiesto un nuevo estudio elaborado por Transport & Environment (T&E), una organización no gubernamental europea centrada en la promoción de la movilidad sostenible. Y es que, incluso a la hora de hablar de materiales, fabricar un coche eléctrico supone un desperdicio cientos de veces menor que producir un modelo tradicional.
Según los cálculos de T&E, el total de recursos utilizados para fabricar automóviles en relación con su peso es al menos 300 veces mayor para los automóviles alimentados con petróleo. En concreto, el volumen de materias primas que se necesita para fabricar una batería para un vehículo eléctrico, si se cuenta con una adecuada recuperación de materiales gracias al reciclaje, se reduce a unos 30 kilogramos, una cifra que palidece frente a los 17.000 litros de gasolina que quema un coche promedio de esta tecnología a lo largo de su vida útil.


“A menudo escuchamos historias muy hipócritas que exageran el consumo de materias primas necesarias para las baterías de los coches eléctricos y al tiempo obvian el enorme consumo de hidrocarburos para los coches con motores de combustión», ha explicado Lucien Mathieu, analista de transporte y movilidad sostenible de T&E. Sin embargo, en lo que respecta al uso materias primas, simplemente no existe comparación posible: a lo largo de su vida útil, un coche con motor de combustión interna consume el equivalente «a una pila de barriles de crudo de la misma altura que un edificio de 25 plantas». Por el contrario, para el mismo servicio con un coche eléctrico, si se tiene en cuenta el reciclaje de los materiales de la batería, solo se perderían unos 30 kg de metales, lo que equivale aproximadamente «al tamaño de un balón de fútbol”.
En términos generales, las conclusiones del estudio apuntan a que el impacto climático de los vehículos eléctricos también es mucho menor, puesto que a lo largo de su vida útil consumen un 58% menos de energía que un coche de gasolina. De hecho, tal y como demuestra una herramienta de análisis del ciclo de vida elaborada también T&E, incluso en Polonia, país que tiene el suministro eléctrico más contaminante de toda la UE por la importancia del carbón en su mix energético, los coches eléctricos emiten un 22% menos de CO2 que los coches de gasolina.
Una Europa autosuficiente
El estudio de T&E supone sin duda un espaldarazo a las políticas de la Unión Europea, que ha situado la producción de baterías como un elemento clave de su estrategia de transición energética y ecológica. De hecho, los autores estiman que ya este mismo año Europa probablemente será ya capaz de producir baterías suficientes para abastecer su propio mercado de vehículos eléctricos. Y es que, para la próxima década, ya están previstas 22 gigafábricas de baterías en toda la UE, con una capacidad de producción total que ascenderá a los 460 GWh en 2025, una cifra suficiente para fabricar más de 8 millones de coches eléctricos con batería.
En este sentido, el estudio revela además que la actual dependencia de Europa del petróleo supera con creces sus necesidades de materias primas para la fabricación de baterías. Es más, esta diferencia se irá acentuando cada vez más a medida que los avances tecnológicos previstos en los próximos diez años logren reducir la cantidad de litio necesaria para fabricar una batería para un vehículo eléctrico hasta la mitad de lo que se necesita actualmente. Unos avances que se verán también en otros minerales raros: la cantidad de cobalto disminuirá en más de tres cuartas partes y la de níquel en alrededor de una quinta parte.


Eso sí, para lograr este autosuficiencia en baterías será clave aplicar de forma estricta una mejor estrategia de economía circular para estos materiales. De acuerdo con la nueva normativa propuesta por la Comisión Europea, de aquí a 2035 más del 20% del litio y el 65% del cobalto que ahora se necesitan para fabricar una batería nueva tendrán que ser de origen reciclado, unos porcentajes obligatorios que según los autores del estudio reducirán significativamente la demanda de materiales nuevos para los vehículos eléctricos, algo que no puede lograrse en el caso de los coches convencionales.
“Desgraciadamente, en la actualidad el parque automovilístico europeo depende casi por completo de las importaciones de crudo, con las negativas repercusiones que su extracción y uso tiene para el cambio climático y el medio ambiente», ha declarado Isabell Büschel, directora de T&E en España. «Sin embargo», ha incidido, «gracias a la mayor eficiencia de las baterías y a las posibilidades del reciclaje, la Unión Europea logrará ser muchísimo menos dependiente en cuanto a la importación de las materias primas necesarias para la electromovilidad que lo que es ahora con respecto al petróleo».
