Un reciente informe sobre renovables de REN21 advierte que aun estamos lejos de alcanzar un cambio de paradigma con respecto a las fuentes de energía, a pesar del impulso de las renovables. Por ese motivo, señala que tanto gobiernos como empresas deben redoblar los esfuerzos



El cambio climático nos ha puesto sobre mesa la imposición de eliminar por completo las emisiones de gases de efecto invernadero para poder seguir viviendo en este planeta. Y para ello es necesario que la humanidad abandone las fuentes de energía tradicionales y empiece a apostar por las renovables.
Sin embargo, aun falta mucho para que la humanidad recorra ese nuevo camino, según el último informe de estado global de las energías renovables elaborado por el grupo de expertos de REN21. En concreto, en ese documento señalan que, si bien las energías renovables crecieron casi un 5% anual entre 2009 y 2019 frente al 1,7% de los fósiles, la proporción de combustibles no renovables en la combinación energética total es tan alta como hace una década, alrededor del 80%.
“La transición a la energía renovable está ganando ritmo porque tiene sentido comercial y ambiental. La electricidad renovable ya está creando millones de puestos de trabajo, ahorrando dinero a las empresas y brindando acceso a la energía a millones de personas”, comenta Sam Kimmins, director de RE100.


“No obstante, las empresas y los gobiernos deben ir más rápido, no solo por el medio ambiente, sino también para seguir siendo competitivos en una economía del siglo XXI impulsada por energías renovables. El mundo está quemando más combustibles fósiles que nunca”, añade.
En este sentido, el informe destaca que por primera vez en la historia, el número de países con políticas de apoyo a las energías renovables no aumentó. Es más, el número de estas políticas en apoyo al transporte lleva estancado desde el 2017, mientras que para la calefacción y refrigeración no solo se frenó en ese mismo año, sino que ha ido disminuyendo desde entonces.
Del mismo modo advierte que los paquetes de recuperación verde están proporcionando seis veces más inversión en combustibles fósiles que en energías renovables, a pesar “de todas las promesas realizadas a lo largo de la pandemia”.
“Desafortunadamente, la dura lección de la pandemia es que la mayoría de los gobiernos no aprovecharon la oportunidad única para reducir aún más la contaminación por carbono y romper la resistencia de los incumbentes de combustibles fósiles. Lo que cuenta para ellos son las ganancias corporativas, ni el clima ni la salud de las personas», lamenta Stephan Singer, asesor principal CAN International.


Por este motivo, desde REN21 recuerdan que “el cambio de los combustibles fósiles a las energías renovables es un paso necesario” y que hacer de las energías renovables una norma “no es una cuestión de tecnología o costos”. De hecho, es económico.
“El sector de la energía ya ha avanzado mucho. Hoy, casi toda la nueva capacidad de energía es renovable. Se agregaron más de 256 GW a nivel mundial en 2020, superando el récord anterior en casi un 30%”, agregan los expertos de REN21, a la vez que señalan que también el sector empresarial se está poniendo al día:
“La cantidad de electricidad renovable de los acuerdos de compra de energía ha crecido sustancialmente en los últimos años, con un récord de 23,7 GW provenientes de PPA corporativos en 2020. Este fue un crecimiento del 18% a pesar de los impactos de la pandemia COVID-19”, comentan.
Rastrear el desempeño
De acuerdo con los autores del documento, el informe muestra claramente que los gobiernos deben impulsar mucho más las energías renovables en todos los sectores porque, como destacan, solo cinco de las economías miembros más grandes del mundo en el G20 -la UE-27, Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido- habían establecido objetivos para 2020 para lograr una cierta proporción de energías renovables en el uso final de energía.


“Los gobiernos no solo deben apoyar las energías renovables, sino también desmantelar rápidamente la capacidad de combustibles fósiles”, observan los autores. Para lograr el éxito, apuntan a hacer del consumo de energía renovable un indicador de rendimiento clave para cada actividad económica, cada presupuesto y cada compra pública.
“No pasará nada a menos que midamos el indicador correcto. Teniendo en cuenta la urgencia de acelerar el cambio estructural de los combustibles fósiles a las energías renovables en todas las actividades sociales y económicas, ya no es suficiente hacer un seguimiento de los objetivos, las políticas y la inversión en energías renovable”, explican.
“Este indicador clave de rendimiento en particular permite a las personas medir el progreso y garantizar la participación a nivel mundial, nacional, en regiones, en ciudades, en cualquier sector económico e incluso en las empresas”, concluyen.
