Un nuevo análisis de conjuntos de datos globales muestra que los países de bajos ingresos tienen muchas más probabilidades de verse afectados tanto por la contaminación tóxica como por el cambio climático. Además, proporciona una lista de los países en riesgo con mayor y menor capacidad para combatir los desafíos



Los científicos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU llevan más de 30 años advirtiendo de la llegada del cambio climático a nuestras vidas. De hecho, gracias a sus esfuerzos se pudo dar vida al Acuerdo de París y más tarde a los informes que mostraban los peligros de exceder la temperatura media mundial en 1,5 grados Celsius con respecto a los niveles preindustriales.
El gran grueso de los trabajos de estos expertos y otros coinciden en que los países de bajos ingresos serán los que enfrenten los mayores desafíos por este fenómeno mundial, unido a otro de igual envergadura: la contaminación tóxica. Sin embargo, los efectos conjuntos de ambos factores han sido tradicionalmente poco explorado, según los expertos de la Universidad Universidad de Notre Dame.Por eso mismo, decidieron arrojar luz a este asunto analizando la distribución espacial de los ambientes tóxicos, la mortalidad total por contaminación y el riesgo climático, encontrando una fuerte interconexión.
«No es sorprendente encontrar que estos riesgos están altamente correlacionados, pero este artículo proporciona los datos y el análisis para informar las políticas, los datos y el análisis que anteriormente faltaban», comenta Debra Javeline, profesora asociada en ciencias políticas en la universidad.
Para completar sus datos, utilizaron en 182 países datos de tres clasificaciones del ND-GAIN, un índice que resume la vulnerabilidad y exposición de un país a los riesgos de impactos climáticos y su disposición para mejorar la resiliencia climática. Después usaron el índice EPI, que clasifica a 180 países en 24 indicadores de desempeño en 10 categorías de temas que cubren la salud ambiental y la vitalidad del ecosistema.
Por último, usaron el GAHP, que estima el número de muertes por contaminación tóxica para un país, incluidas las muertes causadas por la exposición a la contaminación tóxica del aire, el agua, el suelo y la contaminación química a nivel mundial.
Con el fin de que sus resultados fueran los más ventajosos para los formuladores de políticas, los autores crearon lo que ellos denominan “Objetivo”, una medida que combina el riesgo de impactos climáticos de un país, el riesgo de contaminación tóxica y su potencial disposición para mitigar estos riesgos.


Según estos criterios, los 10 principales países en los que recomiendan concentrarse son Singapur, Ruanda, China, India, Islas Salomón, Bután, Botswana, Georgia, República de Corea y Tailandia. Entre los países que aparecen al final de la lista se encuentran Guinea Ecuatorial, Irak, Jordania, República Centroafricana y Venezuela.
“En particular, nuestros resultados encuentran que el tercio superior de los países en riesgo de contaminación tóxica e impactos climáticos representan más de dos tercios de la población mundial, lo que destaca la magnitud del problema y la distribución desigual del riesgo ambiental. Dado que una gran parte de la población mundial vive en países con mayor riesgo de contaminación tóxica e impactos climáticos, comprender dónde y cómo apuntar en la mitigación del riesgo de contaminación es fundamental para maximizar las reducciones de posibles daños humanos”, exponen en el estudio.
Los autores también señalan que, al mitigar la contaminación tóxica en países grandes con poblaciones elevadas como China e India, los países vecinos también se beneficiarán: “El Plan de Acción de Control y Prevención de la Contaminación del Aire de China de 2013, que se enfoca específicamente en las emisiones tóxicas, está produciendo resultados impresionantes. Encontramos una reducción del 40% en las emisiones tóxicas desde que se promulgó el plan”.
“La idea de Target es resaltar dónde se pueden tomar medidas para reducir el riesgo para la salud humana y el florecimiento, pero cómo se realiza esa focalización, por ejemplo, incentivos versus sanciones, requiere una reflexión moral para determinar qué acciones deben tomarse y quién debe tomarlas. ellos. Esto es especialmente cierto dada la relación inversa general entre quién es más responsable de producir estos riesgos y quién está en mayor riesgo”, concluye Richard Marcantonio, coautor del estudio.
