La bicicleta, a pesar de tener más de 200 años de antigüedad, sigue más de moda que nunca. Simple, asequible, confiable, limpia y respetuosa con el clima, la bicicleta se ha convertido en un símbolo del transporte sostenible, así como del deporte y el tiempo libre. La ONU declaró, en 2018, el 3 de junio como el Día Mundial de la Bicicleta para fomentar la protección del medio ambiente y la salud a través de su uso. Este medio de transporte unipersonal es el más extendido en países como China o India y muy mayoritario en algunas zonas de Europa.
La bici está viviendo, a raíz de la pandemia de covid-19, un claro resurgimiento dentro de las preferencias de los usuarios. Después de los meses de confinamiento, la población vio en este medio la mejor manera de trasladarse manteniendo el distanciamiento físico, esquivando las aglomeraciones del transporte público, y de forma más económica y ecológica.
Así, muchas ciudades europeas como Londres, París, Milán y Bruselas han optado por ampliar carriles bici para facilitar a la población el uso de este medio de transporte, avanzar en movilidad sostenible e intentar mantener la calidad del aire conseguida a raíz de los meses de confinamiento.
En España también han sido muchos los que han apostado por la bicicleta en la nueva normalidad. Según un informe presentado esta semana por la Red de Ciudadanos por la Bicicleta, presentado en Conama 2020, los usuarios de este medio de transporte superaron los 7,7 millones durante la pandemia y se han ganado más de 700.000 nuevos adeptos. Un tercio de los nuevos ciclistas lo hace dejando atrás el coche y casi 3 millones de personas se están planteando cambiar su medio de transporte habitual por la bicicleta.


Según el informe, la reducción en la brecha de género entre los usuarios de la bicicleta es un hecho, aunque sigue habiendo más ciclistas hombre que mujeres en un porcentaje de 63 y 37%, respectivamente. Además, la gran mayoría de los que se acaban de incorporar al mundo de la bicicleta tiene menos de 40 años. Y, en cuanto a su localización, los nuevos usuarios aparecen sobre todo en Madrid y Andalucía.
Los datos de los usos también son reveladores: entre una cuarta parte y un tercio de las personas usuarias de la bicicleta la usan regularmente para la movilidad obligada, pero la mitad o más de los/las ciclistas coge la bicicleta para hacer deporte o pasear.
Reconstruir en bici
Naciones Unidas ha aprobado recientemente el primer Plan Director Paneuropeo para el Fomento de la Bicicleta, que según la propia organización supone “un acontecimiento histórico para la región en la senda hacia un sistema de movilidad climáticamente neutro”.
El Plan Director está diseñado principalmente para ayudar a las partes interesadas, tanto a nivel nacional como local, a promover el uso de la bicicleta y tiene siete objetivos clave que deben aplicarse de aquí a 2030, que van desde aumentar significativamente el uso de la bicicleta en la región hasta proporcionar un espacio adecuado en favor de la movilidad activa, pasando por ampliar y mejorar la infraestructura ciclista o elaborar y aplicar políticas, planes, estrategias y programas nacionales para el uso de la bicicleta. También se pretende aumentar significativamente la seguridad de los ciclistas y reducir el número de víctimas mortales y de lesiones en serie, integrar el uso de la bicicleta en las políticas sanitarias e incorporar el uso de las dos ruedas en la planificación del uso del suelo y de las infraestructuras urbanas, regionales y de transporte.


La puesta en marcha del Plan Director puede generar nuevos grandes beneficios, como duplicar el nivel actual de uso de la bicicleta, que evitaría 30.000 muertes prematuras (principalmente por el aumento de la actividad física), con unos beneficios económicos indirectos que ascenderían a 78.000 millones de euros al año. Además, la industria del ciclismo y el cicloturismo tienen un gran potencial económico: se calcula que en la región paneuropea hay unos 750.000 puestos de trabajo relacionados con la bicicleta. Por lo tanto, duplicar la cuota de uso de la bicicleta en la UE crearía 400.000 puestos de trabajo adicionales y un volumen de negocio adicional de 3.500 millones de euros en ventas al por menor de bicicleta.
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Por otro lado, duplicar el uso de la bicicleta en la región aumentaría la cuota de espacio público disponible para las personas al reducir la congestión, con unos beneficios económicos indirectos de 4900 millones de euros. Un coche aparcado necesita más de ocho veces, y un coche en movimiento 28 veces, el espacio que necesita una bicicleta en movimiento.
