El en el Día Internacional del Peatón se pide más seguridad para los viandantes, pero también una movilidad más sostenible en la que se vuelva a poner a las personas en el centro de la planificación de las ciudades para atajar los desafíos futuros que tienen su epicentro en las metrópolis



Reducir el ferrocarril a una escala más personal y utilitaria fue un deseo que no llegó a plasmarse hasta la invención de los primeros coches, que pronto vieron en las ciudades un vasto ecosistema en el que explotar todo su potencial. Y es que con tan solo unas gotas de combustible cualquier persona con un poco de destreza podía moverse en tiempo récord entre dos puntos de una urbe.
Este concepto de movilidad moderna fue toda una revolución y, a pesar de muchos ingenieros rechazaban la idea de una ciudad que mirase hacia ella, fueron muchos los que apostaron de lleno por dar a los coches un sitio privilegiado en las ciudades. Gritos de júbilo que, sin embargo, son ahora solo lamentos.
Porque lo que se desconocía por aquel entonces era que la separación espacial de los servicios como consecuencia del masivo uso de los automóviles iba a congestionar las ciudades y desplazarlas hacia una deriva en lo que lo humano y lo artificial hacían imposible su convivencia.
Informes elaborados por la Agencia Europea del Medio Ambiente (Aema) plasman esta enemistad cuando afirman que en el continente europeo mueren al año unas 630.000 personas por el mal estado de salud del medio ambiente, principalmente visible en las ciudades De ellas, 400.000 fallecen por la enorme cantidad de óxidos de nitrógeno.


Curiosamente, según esa agencia, los vehículos terrestres fueron responsables de aportar en el 2017 el 27% de los gases de efecto invernadero, como los óxidos de nitrógeno o el dióxido de carbono, lanzados por los 28 países de la Unión Europea. Aun así, un desafío minúsculo comparado con el que nos podemos encontrar en un escenario futuro.
Esto es porque la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que el 80% de la población mundial vivirá en las ciudades para mediados de este siglo, por lo que, de no forzar un cambio, es probable que las personas y el propio planeta alcancen un punto de inflexión que termine con resultados fatales.
El peatón en los ODS
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son conscientes de este paradigma al enfocar 110 de las 169 metas hacia los desafíos y oportunidades de las ciudades. Oportunidades que surgen en muchos casos por la apuesta de una movilidad centrada en los peatones en la que se invierta la actual pirámide de movilidad.
Ejemplo de los frutos de esas estrategias se encuentran en las ciudades de 15 minutos, un término desarrollado por el profesor Carlos Moreno, de La Sorbona de París, que pretendía abrazar de nuevo las cualidades de barrios y vecindarios como núcleos de vida en sí mismos, en los que los residentes pudieran satisfacer sus necesidades y actividades diarias utilizando solo 15 minutos de desplazamiento, ya sea andando o en bicicleta.Ahora bien, para poder llegar a esa meta, muchos expertos creen que es necesario planificar unos profundos cambios en la mentalidad de los residentes, así como actuaciones diversas dentro de la planificación de las ciudades que velen por la seguridad de los peatones y de aquellos que elijan medios de transporte no contaminantes, como la bicicleta.
En el Día Internacional del Peatón, que se celebra este martes, se pone de manifiesto la necesidad de realizar esa transición a través de acciones que poco a poco transformen las ciudades en espacios seguros para los peatones en todos sus sentidos.
Para favorecer ese cambio, desde la Dirección General de Trafico (DGT) proponen una serie de pautas que se pueden aplicar a corto plazo en las ciudades. Algunas de ellas pasan por dotar a los pasos de peatones de más seguridad, poner semáforos con cuentas regresivas o hacer las calles más estrechas para reducir la velocidad de los vehículos.
A largo plazo, España cuenta con la Estrategia de Movilidad Segura, Sostenible y Conectada, una estrategia que aspira a considerar la movilidad como un elemento de cohesión social y de crecimiento económico, al tiempo que coloca al ciudadano en el centro de la política para dar respuesta a sus necesidades reales de movilidad gracias a la colaboración y dinamismo de todos los agentes involucrados.
