En el Día Mundial de la Zoonosis se vuelve a recordar el enorme impacto en nuestras vidas que tienen estas enfermedades transmitidas por los animales. En vista de las consecuencias, los expertos claman por un cambio de paradigma que vele por la prevención con el enfoque de “Una Sola Salud”



Si un perro te mordía en el siglo XIX, lo más seguro es que al poco tiempo acabases muerto y no precisamente por la gravedad de las heridas, sino porque solían transmitir una enfermedad infecciosa que conocemos como la rabia. Hoy, sin embargo, este mal ha quedado exterminado en la mayor parte de los países del mundo, como España, que lleva más de 40 años libre de ella, y todo gracias a la hazaña Louis Pasteur.
En concreto, este bacteriólogo francés fue paso más allá con respecto a Edward Jenner, el inventor de la vacuna, debilitando agentes patógenos para crear con ellos respuestas inmunes en seres vivos. Su momento de gracia llegó el 6 de julio de 1885 cuando tuvo la oportunidad de probar sus estudios en un niño que había sido mordido 14 por un perro con la rabia.
Como la rabia solo es mortal una vez que el infectado desarrolla síntomas, decidió inocular al niño con un patógeno de la rabia debilitado antes de que esto sucediese. La experiencia fue un éxito hasta el punto de que ahora esa fecha se conoce como el Día Mundial de la Zoonosis.Curiosamente, 135 años después el mundo se ve enfrascado en la lucha contra otra potente enfermedad zoonótica, el coronavirus, que desde hace más de medio año parece estar perdiendo la batalla gracias precisamente al desarrollo de una vacuna contra él.
No obstante, y a pesar del avance, este enemigo parece estar dispuesto a no abandonar nunca la contienda al igual que otras muchas enfermedades zoonóticas que, a pesar de estar bajo el radar de los avances en medicina, cada año son responsables de al menos 2.400 millones de casos de enfermedades y de 2.200.000 de muertes al año, sobre todo registradas en las regiones más desfavorecidas del mundo. La rabia, por ejemplo, todavía provoca 59.000 fallecimientos al año y la pérdida de 3,7 millones de años de vida ajustados por la discapacidad (AVAD).
En vista de que la pérdida de la biodiversidad podría haber estado detrás del origen del SARS-CoV-2, los expertos creen que el coronavirus solo haya sido el principio de una cascada de zoonosis que contraeremos a medida que esta crisis natural sin precedentes avance hasta su control
De hecho, los antecedentes se observan con el nacimiento del SARS-CoV, que infectó a 8.000 personas en el 2003, el MERS-CoV del 2012 o más recientemente el ébola del 2014. Todos ellos ocurridos en un espacio de tiempo muy reducido que coincide justo con el periodo de mayor destrucción de biodiversidad.
Ante esto, organizaciones, como la Organización Colegial Veterinaria Española (OCV), claman por un cambio de paradigma que vele por la prevención más que por evitar el contagio una vez que haya nacido la enfermedad X, nombre por el que la Organización Mundial de la Salud (OMS) conoce una próxima epidemia internacional grave causada por un patógeno actualmente desconocido.


Una prevención que pasa necesariamente por la adopción de un enfoque que ponga al mismo nivel la salud del planeta, la salud de los animales y la salud de las personas, conocido como One Health, o una sola salud. Para la Organización de las Naciones Unidas, por ejemplo, esta novedosa visión sería el primer y gran paso para acabar con las enfermedades zoonóticas futuras.
La OMS por su parte aclara que para prevenir y detectar brotes de zoonosis y problemas de inocuidad de los alimentos y responder ante ellos, estos sectores deberían compartir los datos epidemiológicos y de laboratorio y, en definitiva, estrechar lazos de colaboración.
“Los funcionarios gubernamentales, los investigadores y los profesionales de todos los sectores de ámbito local, nacional, regional y mundial deberían responder de manera conjunta a las amenazas sanitarias”, informan desde la OMS.
Sin embargo, aun queda mucho por hacer. Durante la próxima década, la humanidad decidirá el futuro de su especie y del planeta mismo a través de un compendio de acciones que prometen acabar con la triple crisis: la contaminación, el clima y la biodiversidad. El éxito se decidirá cuando entendamos que la naturaleza, aunque a veces enemiga, es más bien nuestra aliada, y el coronavirus en este sentido parece haber servido como la vacuna que nos ha abierto los ojos.
