Un nuevo informe de la ONU alerta de que los sistemas de gobernanza fragmentados obstaculizan la reducción de los efectos negativos de las actividades realizadas en tierra en los recursos costeros y están retrasando la sostenibilidad de la economía azul



El planeta necesita una mejor coordinación de la gobernanza entre actividades terrestres y los recursos marinos según un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) sobre la gestión de los recursos costeros en una economía azul sostenible.
El informe parte del reconocimiento como un desafío particular en las zonas costeras de la gestión de las actividades realizadas en tierra que generan impactos perjudiciales sobre los recursos costeros en el medio marino. Muchas de estas presiones no se tienen en cuenta dentro de los marcos de gobernanza de recursos existentes. Por lo tanto, el desarrollo de enfoques mejorados para la gobernanza tierra-mar que tengan en cuenta cómo las actividades terrestres afectan la calidad y disponibilidad de los recursos costeros es una prioridad para Naciones Unidas.
Las costas proporcionan alimentos, energía y minerales, favorecen las oportunidades culturales, recreativas, de ocio y de
salud, y ofrecen espacio para la infraestructura esencial de transporte y comercio. Sin embargo, las costas están sujetas
a muchos factores de cambio interconectados que impactan gravemente en la calidad de vida de su población y en sus ecosistemas asociados.


Los recursos costeros son un elemento clave del programa emergente relativo a la economía azul sostenible. Se estima que la economía mundial basada en los océanos tiene un valor de tres billones de dólares anuales, lo que representa el 5% del PIB mundial. Se reconoce ampliamente que el crecimiento de la economía azul debe sustentar e, idealmente, mejorar el capital natural del que depende, así como generar beneficios económicos y sociales distribuidos equitativamente. Para alcanzar el pleno potencial de la economía azul sostenible es preciso reconocer y abordar las externalidades negativas de las actividades realizadas en tierra.
El informe destaca algunos ejemplos de estos impactos como los desechos plásticos que llegan a las zonas costeras a través de ríos y canales de drenaje; la eliminación de manglares para permitir el desarrollo de la hostelería o la acuicultura, que libera el sedimento almacenado y, a su vez, asfixia los delicados ecosistemas coralinos cercanos; los vertidos de residuos domésticos de las ciudades, ricos en nutrientes y que eliminan oxígeno de las aguas marinas y asfixian a los organismos que viven en ellas; y la demanda de proteínas de las poblaciones urbanas, que hace que el 33% de las poblaciones de peces del mundo se pesque sin respetar la sostenibilidad biológica, según la FAO.


Un análisis de los enfoques de gobernanza existentes demostró que las actividades realizadas en tierra se gestionan
actualmente mediante acuerdos sectoriales específicos, con escasa o nula consideración de sus efectos en los recursos costeros. Existen diferencias considerables en las instituciones, marcos y prácticas de gestión, así como en su eficacia, entre las naciones y sectores (y a menudo dentro de ellos), en los que se utiliza comúnmente la línea costera como frontera jurídica y administrativa, y se aplican a menudo sistemas de gobernanza radicalmente diferentes a los lados terrestre y marino de la línea divisoria.
Esto da lugar a sistemas de gobernanza fragmentados que obstaculizan la acción coordinada para reducir los efectos de las actividades realizadas en tierra en los recursos costeros. Este problema se agrava cuando las actividades en tierra tienen lugar en otros países, o contribuyen a la degradación de los recursos costeros a escala regional. Los modelos existentes de gobernanza de las costas no son capaces de hacer frente adecuadamente a los impactos generados por las actividades realizadas en tierra sobre los recursos costeros.
• La gobernanza costera deberá centrarse en las vías que conectan diversas actividades realizadas en tierra con los recursos costeros, y no estar limitada por fronteras arbitrarias, como las jurídicas o administrativas, que desconectan las causas de los efectos y obstaculizan las respuestas coordinadas de gestión.
• Deberán elaborarse marcos regulatorios regionales que impongan la obligación legal a las actividades realizadas en tierra de tener en cuenta los impactos sobre los recursos costeros, a fin de reducir los efectos de las actividades realizadas en tierra en los recursos costeros.
• La salvaguardia del capital natural en tierra y en el mar es un principio unificador que podría utilizarse como causa común para conectar sistemas de gobernanza que, de otro modo, estarían fragmentados.
• Es necesario cartografiar y proteger el capital natural costero, ya que actualmente existe una considerable laguna de datos.
• Se necesita un instrumento de apoyo a la toma de decisiones para respaldar la gobernanza de la tierra y el mar, centrado en las vías de impacto que tienen en cuenta los diferentes contextos geográficos.
