Un nuevo informe apunta a que se deben prohibir las exportaciones de desechos plásticos y aplicar medidas para reducir el uso de estos productos si se quiere proteger el medio ambiente y la salud



Si en las clases de historia se estudia la Edad del Hierro y la Edad del Bronce, quizás en las escuelas del futuro se enseñará esta época como la Edad del Plástico. No podemos vivir sin él: la producción mundial de este material ha aumentado de 1,5 millones de toneladas en 1960 a casi 400 millones de toneladas al año en la actualidad. Y, de esa gigantesca cantidad de plástico, se estima que casi 12 millones van a parar al mar anualmente, contaminando el agua con micropartículas y matando fauna y flora.
Parece evidente que este modelo de producción es insostenible para el planeta y cada vez se toman más medidas para reducir nuestros residuos plásticos. Los de uso único, como vajillas o pajitas, están prohibidos en cada vez más lugares y en países como Francia ya hay en marcha una estrategia global para acabar con el despilfarro de este y otros materiales. Pero para los científicos que integran el Comité Científico Asesor de las Academias Europeas (EASAC), esto no es suficiente: hay que repensar y revolucionar todo el sistema.La clave está en una transición «progresiva pero decidida» hacia la economía circular. Esa es la conclusión del informe presentado esta semana, que servirá de guía a la Comisión Europea para elaborar su propia normativa. Los académicos de EASAC advierten de que los esfuerzos actuales para resolver la crisis de los plásticos son «ineficaces y engañosos», ya que en realidad deben abordarse los posibles conflictos en todo el sistema, desde la producción hasta el final de la vida útil. Es decir, no limitarse a medidas cosméticas como prohibir las pajitas.
El informe apunta a que, en materia de Objetivos de Desarrollo Sostenible, el modelo lineal actual es incompatible con los Objetivos 11 (ciudades y comunidades sostenibles), 12 (producción y consumo responsables), 13 (acción climática), 14 (vida bajo el agua) y 15 (ecosistemas terrestres).
Uno de los mayores problemas, según el estudio, está en que una gran parte de los residuos plásticos no son reciclables de ninguna forma. Mucha de esta basura se acaba exportando a otros países, generalmente del llamado tercer mundo, y termina «en factorías ilegales o se escapa al entorno y acaba en los océanos». Para solucionarlo, el EASAC pide que se prohíba la exportación de desechos plásticos a terceras partes en todo el territorio europeo.
Impuesto al plástico
Dentro de la batería de medidas que propone el informe están evitar el uso de resinas y aditivos en la fabricación de plásticos para facilitar el reciclado, establecer un etiquetado obligatorio en toda Europa en el que se refleje si un producto es reciclable o no y fomentar la responsabilidad de los productores a través de incentivos si usan técnicas que incorporen plásticos reciclados. También se pide una mayor inversión en investigación y desarrollo de técnicas de almacenamiento y destrucción de residuos.
Pero sobre todo, se propone que se elimine el gran atractivo del plástico: su ridículo precio. El informe asegura que las externalidades negativas del material deberían incluirse en el precio final. Es decir, que a través de un impuesto se tuviera en cuenta los costes totales en emisiones de gases de efecto invernadero y contaminación residual que actualmente están a cargo de la sociedad.
El cambio debe comenzar en la producción. El EASAC propone que se introduzcan normativas para que los fabricantes tengan planes de finalización de vida útil y reciclaje integrados tanto en sus cadenas de valor y como en el diseño e ingeniería de productos.
Por supuesto, los científicos autores del informe dan la bienvenida a los nuevos «bioplásticos», pero piden que antes de introducirse en el mercado se realicen «tests realistas sobre su biodegradabilidad real en diferentes condiciones».
Por el lado del consumidor, el informe propone «fomentar la devolución de los envases como «prestados» para su reutilización o reciclaje», es decir, extender el sistema de la consigna a todos los países europeos. Para lograr el éxito, el EASAC recomienda también que sen los minoristas «los que acepten la responsabilidad de la recolección y el reciclaje efectivo de los contenedores después de su uso».
«Los legisladores europeos tienen que adoptar normativa e iniciativas para alcanzar la economía circular de este material. Hay que reutilizar plásticos y embalajes y desarrollar de forma drástica nuestro reciclado», asegura el profesor Michael Norton, director del programa de desarrollo del comité.
EASAC es la asociación de las Academias Nacionales de Ciencia de los Estados miembros de la UE, Noruega y Suiza. El órgano rector y encargado de elaborar los informes de la EASAC es el Consejo, compuesto por representantes de las academias miembro.
