La eficiencia energética busca impulso en su Día Mundial - EL ÁGORA DIARIO

La eficiencia energética busca impulso en su Día Mundial

En el Día Mundial de la Eficiencia Energética se pone de manifiesto la importancia de esta estrategia para caminar en sintonía con los objetivos expuestos en el Acuerdo de París. Sin embargo, la crisis parece haber frenado un impulso que ahora busca rejuvenecerse con las lecciones aprendidas de la pandemia


La entrada en vigor del nuevo etiquetado sobre eficiencia energética en los aparatos electrónicos no solo supone un respiro para los bolsillos de los usuarios que ahora pueden elegir con mayor exactitud el aparato que menos energía demande, sino todo un soplo de aire limpio para un planeta que busca desintoxicarse.

Puede parecer exagerado, sin embargo, lo cierto es que buscar reducir los consumos energéticos de los productos que utilizamos en nuestro día a día constituye el pilar base de una de las cinco estrategias del Acuerdo de París para mitigar nuestras emisiones de gases de efecto invernadero.

De hecho, para la Plataforma tecnológica Española de Eficiencia Energética (PTE-EE), la eficiencia energética se encuentra al mismo nivel que el impulso de las energías renovables dentro del marco de la Transición ecológica debido a que “es la única opción a nuestro alcance por reducir los consumos en una sociedad en expansión que cada demanda más recursos”.

Sin embargo, a pesar de su importancia, no fue hasta la primera conferencia internacional sobre eficiencia energética, celebrada el 5 de marzo de 1998 en Australia, cuando por fin se revindicó el papel el papel de este modelo de ahorro en un mundo que comenzaba a buscar soluciones a sus problemas de contaminación.

Buscar la eficiencia en los electrodomésticos nos ayudará a reducir la factura de la luz y emisiones

Tal fue la repercusión de aquellos actos en este sector, que desde ese momento y cada 5 de marzo el planeta celebra el Día Mundial de la Eficiencia Energética, una jornada “propicia para recordar los beneficios que conlleva la implantación de medidas de ahorro y eficiencia energética”, tal y como recuerda la PTE-EE.

“La eficiencia energética no implica renunciar a la calidad de vida, sino la obtención de los mismos bienes y servicios energéticos empleando para ello menos recursos a través de la mejora de los procesos, el uso de productos menos contaminantes y un consumo inteligente de la energía, es decir, utilizando solo aquella energía que realmente necesitemos”, subraya la PTE-EE.

España, en las manos de 17 medidas

A nivel europeo, la Directiva 2018/2002 -modificada de la anterior a 2012/27/UE- es la encargada de adaptar los objetivos de eficiencia energética a los nuevos expuestos para el 2030 que, entre otras cosas, aspiran a alcanzar un mínimo de eficiencia del 32,5% y, como cifra óptima, el 40%.

Dentro de este marco normativo común, corresponde a cada Estado miembro la fijación de un objetivo nacional orientativo de eficiencia energética, basado bien en el consumo de energía primaria o final, en el ahorro de energía primaria o final o en la intensidad energética.

Ahorro energético esperado mediante la aplicación de estas 17 por sectores (Clic para ampliar) | Foto: Miteco

En el caso de España, ese objetivo está dentro del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC), que pretende alcanzar el mínimo aprobado por la UE para el 2030, aunque dentro de él se aclara que “con las medidas puestas en marcha y de acuerdo con el ejercicio de modelización realizado, se espera alcanzar un 39,5% de para finales de esta década”.

En esencia, ese porcentaje cercano al 40% situará el consumo de energía primaria en 98,5 megatoneladas equivalentes de petróleo para ese año, o lo que es lo mismo, la reducción de los consumos mejoraría la intensidad – uso de energía por unidad de actividad- de la energía primaria en un 3,5% para el 2030.

Para alcanzar ese objetivo, en materia de eficiencia energética el plan presenta 17 medidas, algunas tan llamativas como la enfocada a mejorar la eficiencia de los edificios presentes en el sector residencial, que pretende un ahorro acumulado de 4.755,9 kilotoneladas equivalentes de petróleo acumuladas para finales del 2030.

Mejorar los hoteles

Según un reciente estudio de la plataforma Acierto.com, los hoteles necesitan una gran cantidad de energía para garantizar el confort –térmico, acústico y lumínico– de sus huéspedes en sus instalaciones que podría reducirse hasta en un 40%.

“El consumo energético de los hoteles supone entre el 14% y el 15% de los costes de explotación –pudiendo alcanzar el 20%-22%–. Un gasto nada desdeñable, sobre todo si tenemos en cuenta las circunstancias actuales”, señalan los autores.

Las medidas para mejorar la eficiencia energética de los hoteles pueden ser muchas y muy distintas: en cuanto al aislamiento térmico, las pérdidas pueden suponer hasta el 30% de la factura energética, por lo que utilizar mejores sistemas de aislamiento en ventanas o puertas, por ejemplo, podría suponer un ahorro del 12%.

“Para al ahorro de agua, la detección y eliminación de fugas, trabajar con presiones moderadas, instalar sistemas de reducción de caudal en duchas y grifos es importante”, indican los autores.

A pesar del desembolso económico, los autores comunican que podrían compensarse con la llegada de unos turistas dispuestos a pagar más a condición de unas condiciones eficientes que, además cuidan el entorno. De hecho, el 80% considera que es importante que el hotel aplique prácticas ecológicas.

Entre otras cosas, el 60% de las viviendas en España se construyeron antes de que fuera publicada la primera normativa sobre eficiencia energética, provocando que en su conjunto consuman cerca del 40% de la energía y emitan el 39% del dióxido de carbono del total del país.

Son, como señaló el Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE), unas “auténticas depredadoras de energía”.

Para Felipe Pich-Aguilera, director del área de Sostenibilidad de UIC Barcelona School of Architecture, este simple hecho está provocando que “muchas personas tengan que soportar condiciones adversas por no poder pagar las facturas que supone el excesivo uso de energía”, a pesar de que “sería relativamente fácil reducir esos consumos a la mitad”.

Por ejemplo, el experto arquitecto propone realizar una rehabilitación de edificios atractiva y rentable, por ejemplo, mediante una recomposición del sistema tarifario que compense sustancialmente el ahorro, un ‘plan renove’ de las antiguas instalaciones o incentivos fiscales para fomentar la rehabilitación.

Todo ello en un marco en el PNIEC estipula la necesaria intervención en 1,2 millones de viviendas para el periodo de 2021-2030, donde tan solo este año tienen que ser rehabilitadas 30.000 -300.000 viviendas/año para el 2030-.

Una carrea manchada por la COVID-19

A pesar de los esfuerzos, la Agencia Internacional de la Energía (IEA) destacó en un informe lanzado a principios de esta década la progresiva frenada sufrida en la tasa de mejora de la eficiencia energética. Por ejemplo, en el 2018 esta cifra se situó en el 1,2%, la más baja desde el 2010 y un 0,5% menor que la del 2017.

El 2019, aunque se situó un punto porcentual por debajo de la media indicada por la IEA, mostró que los países estaban recobrando su interés por mejorar la eficiencia de la energía, sobre todo impulsados por la bonanza económica y la necesidad de acabar con el cambio climático.

Un impulso que, no obstante, parece haberse topado con un muro que promete echar por tierra esa inercia adquirida en el 2019. Según la IEA, la crisis del coronavirus está provocando retrasos en las inversiones en las rehabilitaciones de locales, cambios en el comportamiento de los mercados y mucha incertidumbre que, según su criterio, puede llegar a influenciar negativamente en los Gobiernos desde el punto de vista de la eficiencia.

“Se espera que las inversiones en nuevos edificios, equipos y vehículos energéticamente eficientes disminuyan en 2020, ya que el crecimiento económico cae aproximadamente un 4,6% y la incertidumbre de los ingresos afecta la toma de decisiones de los consumidores y las empresas”, comentan desde la IEA, que advierte que la intensidad energética promete subir como contramedida para reactivar la economía.

Aun así, la IEA señala que las oportunidades derivadas pueden terminar por nublar las desventajas de la crisis, precisamente por la cara positiva de los anteriores factores. Por ejemplo, nuestros cambios en la movilidad pueden impulsar la materialización de muchas medidas en este campo.

“No hay que olvidar que invertir en eficiencia energética es invertir en salud de las personas y del planeta, dos factores que la pandemia nos ha obligado a cuidar para evitar futuros brotes similares”, recuerda la IEA.

Las medidas y las intenciones están sobre la mesa. El tiempo dirá si los humanos somos igual de eficientes actuando que la energía que queremos utilizar.



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