Siguiendo la metáfora del eterno retorno y homenajeando la circularidad que lo motiva, celebramos un año más el Día Mundial del Reciclaje, una de las acciones de sostenibilidad más cercanas a la ciudadanía y que más efectos tiene en el cuidado del planeta. Por ello, un 17 de mayo más trataremos de concienciar sobre la importancia de este gesto que nos beneficia a todos.
Pero ¿qué es el reciclaje? Muy simple: es el proceso de tratamiento de materiales desechados para reintroducirlos en el ciclo de producción. Y para lograr cerrar este círculo todos debemos hacer nuestra parte y trabajar de manera colaborativa. Así, el reciclaje empieza con la efectividad de la sociedad al desechar los residuos de una manera adecuada, sigue con la acción de los Gobiernos para implementar y legislar una gestión oportuna de estos desechos y termina en las empresas de producción que vuelven a fabricar con estos materiales reciclados, reduciendo la necesidad de materias primas vírgenes.
Porque no podemos olvidar que a nivel mundial se producen más de 2.100 millones de toneladas de desechos cada año y que tan solo un 16% (323 millones de toneladas) de esa basura es reciclada. Lo que supone un triple castigo para nuestro planeta: los residuos ahogan los ecosistemas y acaban con la biodiversidad; seguimos consumiendo recursos cada vez más reducidos y explotando una tierra agotada; y finalmente continuamos consumiendo energía y emitiendo gases de efecto invernadero para producir más y más objetos nuevos.
Y es que reciclar ahorra más de 700 millones de toneladas en emisiones de CO2 al año. ¿Te imaginas lo que se ahorraría si subiera la tasa de reciclaje de ese pobre 16% a nivel mundial?
Pero la demanda de recursos naturales es más alta que nunca y continúa creciendo: comida, ropa, agua, aparatos electrónicos… La extracción de recursos y el procesamiento de materiales ha aumentado más del triple desde 1970, y ya es responsable de la mitad de las emisiones mundiales y de más del 90% de la pérdida de biodiversidad y el estrés hídrico.
Si la población mundial continúa creciendo como se prevé y alcanza los 9.600 millones en 2050, podríamos necesitar el equivalente a casi tres planetas para disponer de los recursos naturales que harían falta para sostener el estilo de vida actual. En países de alto ingreso, la huella material per cápita, es decir, la cantidad de materias primas necesarias para satisfacer nuestras necesidades, es más de diez veces mayor que en países de bajo ingreso, según Naciones Unidas.
El reciclaje de los materiales es el único camino para detener esta explotación sin control de un planeta que ya está exhausto y al borde del colapso.
España suspende en reciclaje de residuos
Un total de 16 entidades sociales de ámbito nacional y territorial denunciaron a España ante la Comisión Europea el pasado mes de febrero por el incumplimiento del objetivo de reutilización y reciclaje del 50% para 2020 marcado por la Unión Europea, ya que la cifra actual de reciclaje de residuos no alcanza ni el 35%.
El último dato oficial disponible para España —que aparece como estimado en Eurostat, la oficina estadística de la UE— sitúa la tasa de reciclaje y reutilización de los residuos municipales del país en el 34,7% en 2019, más de 15 puntos por debajo del objetivo fijado para 2020. Y el gran problema es que no solo estamos por debajo sino que empeoramos de un año a otro: en 2017 la tasa estaba en el 36,1%, un año después cayó al 34,8% y en el 2019 se estancó en el 34,7%.
Nos situamos por tanto muy lejos de Alemania (con la tasa más elevada de la Unión, el 66,7%) y de Italia (49,8%) y Francia (46,3%) que rozan el objetivo del 50%.
Para lograr una ciudadanía con hábitos sostenibles en materia de residuos, el reciclaje («papel al azul, plástico al amarillo, vidrio al verde»…) no es suficiente: debe ir acompañado también de las otras dos «erres»: reducir y reutilizar.
Estos dos gestos son primordiales, en especial en aquellos desechos más contaminantes como el plástico o los aparatos electrónicos. Gestos tan simples como pasarse a las bolsas de tela que podemos reutilizar nos harán reducir los residuos plásticos o utilizando un año más nuestro teléfono móvil en vez de renovarlo podríamos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en cuatro millones de toneladas anuales.
Sin duda, salvar el planeta pasa por reducir nuestros hábitos de consumo y no adquirir bienes de manera indiscriminada y poco reflexiva. A más consumo, más explotación de materias primas, más emisiones, más residuos, más peligro para los ecosistemas.
En países como Estados Unidos, la palabra reducir sería el objetivo principal a cumplir. Y es que el país norteamericano produce un 12% de los desechos mundiales o cerca de 239 millones de toneladas, con solo el 4% de la población global. En comparación, China o India, que juntos constituyen alrededor de un tercio de la población mundial, generan 27% de los residuos globales. Estas cifras revelan que un estadounidense produce en promedio tres veces más desechos que una persona que vive en China y siete veces más que un residente en Etiopía, por ejemplo.
Reciclaje del agua
Y como no podía ser de otra manera en El Ágora, no nos olvidamos del agua, el recurso más preciado y más escaso del planeta. ¿Es posible reciclar el agua? Por supuesto, y España es uno de los países líderes en el mundo en este proceso que permite reutilizar el agua para otras necesidades y reducir por tanto su consumo.
La mejora en las últimas décadas del tratamiento terciario en las Estaciones de Depuración de Aguas Residuales (EDAR) ha permitido que el agua que salga de estas instalaciones tenga una calidad altísima que posibilita su nueva utilización. Los usos más extendidos son el riego agrícola y de zonas verdes, su uso contra incendios o en operaciones de limpieza (lavado de automóviles, limpieza de ventanas en grandes edificios), utilización en fuentes ornamentales, uso en refrigeración y procesos industriales, regeneración de ecosistemas y llenado de estanques recreativos… Un sinfín de nuevos usos en los que el agua tiene una segunda oportunidad, reduciendo así el gasto de este recurso.
Pero el aprovechamiento del agua regenerada no queda aquí. En el proceso de depuración de las aguas residuales se pueden obtener subproductos con múltiples beneficios ambientales, como estruvita, lodos fertilizantes o biocombustibles.
Todo un proceso de reciclaje en el que el agua vuelve a ser ejemplo de circularidad y aprovechamiento de recursos para avanzar en sostenibilidad.
En nuestros hogares también podemos darle un segundo uso a mucha del agua que consumimos. Aquí tienes algunos consejos para que tu casa sea más circular:
- En la ducha, solo con el agua que dejamos correr esperando que se ponga caliente podemos llenar un cubo que podremos utilizar para regar las plantas, fregar o rellenar la cisterna del retrete.
- Las aguas grises, que puedes recoger tras lavar ropa a mano o después de darte un baño (aunque siempre es mejor ducharse porque se gasta menos agua), se pueden utilizar para regar el jardín o un pequeño huerto urbano.
- También se puede recoger el agua que generan los aires acondicionados para volver a utilizarla en la limpieza o el riego, por ejemplo.
- El agua en la que se cuece la pasta también puedes utilizarla para regar las plantas.
- O puedes colocar varios cubos o un bidón en el exterior cuando llueva y utilizar esta agua para riego o limpieza.
