La mala gestión de los materiales plásticos ha permitido que se introduzcan en los cursos de agua y, a su vez, en los mares y océanos. Ahora contaminan cada rincón del planeta, desde la Antártida hasta el interior de los seres vivos. La invasión silenciosa se ha convertido en un grave problema global



Ha sido una larga batalla, pero al final lo han conseguido: los plásticos han conquistado la Tierra. Los que un día fueran uno de los materiales más beneficiosos para el progreso humano, ahora se han convertido en un enemigo por una incontrolada expansión de sus residuos. Lamentablemente, han invadido lugares que creímos imposibles, como la Antártida o el interior de los seres vivos.
Jennifer L. Lavers y Alexander L. Bond, autores de un estudio que aborda esta problemática alrededor de los plásticos, explican que existen áreas específicas en los océanos, como las zonas de convergencia oceánica y los giros oceánicos, en los que la densidad de plásticos puede alcanzar cifras de 890.000 piezas por Km2. Unas cifras que se suman a las de microplásticos, uno de los elementos más abundantes de la superficie de los océanos.
“Esta proliferación de residuos en nuestros océanos ha llevado al reconocimiento de la contaminación plástica como un problema ambiental global importante”, subrayan.
Por otro lado, este y otros estudios apuntan que el problema de esta expansión se debe a la mala gestión de este material que, unido a sus características, le han permitido introducirse dentro de los cursos del agua. Una vez en ellos, los plásticos se transportan a lo largo del globo y se rompen en pequeños pedazos, lo cual les posibilita aún más su invasión en los ecosistemas.
Isla Henderson
El alto nivel de concentración de este material en el planeta y en las aguas ha producido que ningún rincón del planeta se salve de ellos. La isla Henderson, una formación situada en medio del Océano Pacífico y Patrimonio de la Humanidad desde 1988, es un claro ejemplo.
En el estudio elaborado por Lavers y Bond, explican que, en el 3,7% de la superficie de la isla que analizaron, encontraron 53.100 elementos de desecho antropogénico. Una cifra que los llevó a estimar que en las playas de esa isla podría haber 37,7 millones de residuos plástico, con un peso de 17,6 toneladas.
A pesar de la crudeza de los datos, los investigadores subrayan que la situación es aún peor: “No pudimos analizar las zonas más rocosas, por lo que estimamos que la cantidad de plásticos total debe ser aún mayor”.
La Antártida
Por su parte, Greenpeace llevó a cabo una investigación en la que analizaron muestras de agua y nieve en la Antártida. Al igual que en la isla Henderson, la ONG detectó la presencia de microplásticos y productos químicos peligrosos.


“Podemos pensar en la Antártida como un espacio aislado y prístino, pero no lo es. Los resultados muestran que incluso los hábitats más remotos de la Antártida están contaminados con residuos de microplásticos y de sustancias químicas peligrosas persistentes”, indica Pilar Marcos, coordinadora del área de biodiversidad de Greenpeace España.
En un comunicado, Greenpeace explica que “en las muestras de agua que consiguieron había, al menos, una pieza de microplástico por litro de líquido”. Un problema que se sigue observando si se adentra en la superficie del continente. Según ellos, “en siete de nueve muestras tomadas en la nieve se encontraron concentraciones de sustancias químicas persistentes, entre ellas per y polifluoroalquiladas».
Además de estos, la ONG advierte también de la existencia de desechos de la industria pesquera en la Antartida, como boyas, redes o lonas. “Aunque los sacamos del agua, esto evidencia la necesidad de proteger de la actividad humana este océano y su increíble vida salvaje”, destaca Frida Bengtsson, uno de los tripulantes del barco que participó en los muestreos.
De los océanos al interior de los peces
Además de en la superficie terrestre y en los océanos, las consecuencias de esta invasión sintética también se están haciendo visible dentro de los organismos vivos, sobre todo en aquellos que habitan los entornos marinos.
Existen numerosas pruebas de que los peces y mamíferos más grandes han empezado a ingerir significantes cantidades de estos materiales. No hace mucho que en Filipinas encontraron a una ballena con 40 kilos de plásticos en el estómago, hecho que le causó la muerte.
Sin embargo, el mayor riesgo se encuentra en los peces más pequeños que han comenzado a alimentarse de microplásticos y nanoplásticos, ya que son la base de la cadena trófica. Esto provoca que, con mucha posibilidad, los humanos terminen por ingerir este tipo de materiales.
Según La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el riesgo en los humanos por consumir este tipo de materiales no puede ser aún evaluado, aunque, en laboratorio, han comprobado que la ingesta de plásticos menores de 150 µm puede causar daños al ser absorbidos por el aparato digestivo.
La situación no deja de ser un toque de atención y una visión de lo que puede deparar el futuro a la humanidad. Un mañana en el que los plásticos dominen el mundo y las personas vivan condicionadas por su propia creación.
España y sus costas no están exentas del problema de los plásticos. Según un estudio coordinado por la Universidad de La Laguna, la playa de El Porís, en el municipio tinerfeño de Arico, no es «apta para el baño”. El motivo es la presencia de microplásticos que alcanzan una magnitud de 99 g/m2 lo que supone cerca de 3.000 fragmentos por metro cuadrado de la playa.
Según el profesor Hernández Borges, la playa del Porís recibe periódicamente cantidades importantes de basuras marinas y sobre todo de microplásticos, que hasta el momento no se habían cuantificado. Todo parece indicar que es debido a su orientación y a las corrientes que llegan a la zona.
El grupo de investigación también ha identificado mediante espectroscopía infrarroja el tipo de plástico de un buen número de dichos fragmentos y un 69% se corresponden con fragmentos de polietileno; un 18% con polipropileno; y un 4% con poliestireno.
