Dice la Agencia Internacional de la Energía que para 2030 podría haber hasta 30 millones de vehículos eléctricos transitando por las carreteras de todo el mundo. Quizá la previsión es desproporcionada habida cuenta de que ahora mismo hay 7,2 millones de eléctricos circulando (2,3 millones solo en China).
La realidad refleja que la movilidad con electricidad va más lenta que las estadísticas… También en España, donde la cifra no alcanza las 100.000 unidades. Y eso que las previsiones de hace menos de una década apuntaban a que en 2020 recorrerían las calles unos 2,5 millones de eléctricos. Los expertos siempre concluyen que el precio, la falta de infraestructura de recarga, la desconfianza de los usuarios, y cierta reticencia al cambio de movilidad están detrás de estas diferencias numéricas.
Sin embargo, a efectos de clima y de los Acuerdos de París, el transporte es uno de los sectores clave para la descarbonización de la economía. Basta recordar que solo en Europa el 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provienen de la movilidad.


Otra de las trabas de los coches eléctricos tiene que ver con las baterías. Más concretamente con los materiales que se utilizan para su fabricación. “Las baterías recargables jugarán un papel importante en la transición energética, siempre que los minerales críticos se obtengan y se sometan a sistemas de producción sostenible”. Estas consideraciones pertenecen al informe sobre materiales estratégicos para baterías que acaba de presentar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad). En él hace un repaso por los cuatro elementos de la tabla periódica (litio, cobalto, grafito natural y manganeso) que están robándole el protagonismo al hasta ahora “sempiterno” petróleo.
Litio, cobalto, grafito natural y manganeso están robándole el protagonismo al “sempiterno” petróleo
Estos minerales, a los que denomina críticos, no lo son tanto en cuanto a sus reservas (que también), sino porque se encuentran en un número limitado de países y, en muchos casos, en una situación geopolítica compleja.
El 50% del cobalto de mundo está en la República Democrática del Congo; el 58% de las reservas de litio, en Chile, mientras que el 80% del grafito natural se divide entre China, Turquía y Brasil. Por su parte, el manganeso viene en un 75% de Australia, Brasil, Sudáfrica y Ucrania.
Reservas globales por materiales
Cobalto: 25 millones de toneladas.
Litio: 62 millones de toneladas en todo el mundo. El 66% de los recursos se encuentran en depósitos de salmuera o salinas
Grafito natural: 300 millones de toneladas
Manganeso: los recursos en tierra alcanzan los 760 millones de toneladas. Los recursos de manganeso en el fondo marino, que son los mayores de la tierra, no están cuantificados
Cobalto y trabajo infantil
En 2018, Congo aumentó la producción un 23% hasta alcanzar las 90.000 toneladas -duplicando los números de 2010- y las previsiones estiman que la demanda de cobalto alcanzará las 185.000 toneladas para 2023. El problema de la actividad extractiva en Congo radica en que el 20% de las minas del país son artesanales y se nutren en muchos casos de mano de obra infantil. Según Unicef, hasta 40.000 niños trabajan en condiciones “extremadamente peligrosas” (las minas den trabajo para unas 100.000 personas en total).


Una de las consecuencias de la escasez de puntos de origen y la inestabilidad en la oferta tiene que ver con la volatilidad de los precios. Ya es famoso el subidón que pegó el cobalto entre 2016 y 2018, cuando su precio se disparó desde los 26.000 dólares por tonelada a más de 90.000. Si la subida fue de vértigo, la bajada también: el precio se desplomó hasta un 71% en tan sólo un año. ¿Qué explica este suceso? Básicamente el exceso de oferta y la escasa demanda de coches eléctricos.
La BBC lo explicaba así entonces: “Varias empresas de procesamiento del cobalto, principalmente en China y África, acapararon el mineral con la esperanza de hacer fortuna a medida que aumentaba el precio, pero comenzaron a deshacerse de su stock justo cuando los inversores se dieron cuenta de que la demanda de vehículos eléctricos no era tan grande como se esperaba”.
Ahí radica otro de los problemas a los que alude el estudio. Esa escasez de productores para una demanda mundial en crecimiento podría parecer una buena noticia en términos económicos para los países que concentran la extracción. Sin embargo, dice la ONU, en el caso del cobalto, la extracción, muchas veces irregular, no reporta grandes beneficios al país. A pesar de que Congo concentra dos tercios de la producción global de este mineral, el refinado se hace principalmente en China, Bélgica, Finlandia, Noruega o Zambia. Otro dato interesante, recuerda el informe, es que ocho de las grandes minas del país pertenecen a empresas chinas.
El litio que seca Chile
El informe recuerda que las baterías de ion-litio no son las únicas que existen en el mercado, aunque sí las más comunes por su reducido tamaño y su ligereza. De hecho, el mercado del litio “podría alcanzan los 58.800 millones de dólares en 2024. En 2018 su valor se estimaba en 7.000 millones. Es más, su demanda prácticamente crece a un ritmo de un 13% anual desde 2015. Además, se pronostica que aumentará más de seis veces para 2028 si las peticiones de vehículos eléctricos persisten.


Una roca con diversos minerales, entre ellos el litio extraída de una cantera en Finlandia. | FOTO: Henri Koskinen
Si el cobalto está unido a la guerra, el litio chileno, que se concentra en el desierto de Atacama, es sinónimo de sequía. Cerca del 65% del agua de esa región, que además es una de las más secas del mundo, se emplea para bombear las salmueras de los pozos explotados en las extracción de mineral. Sólo por tener una dimensión: se necesitan 1,9 millones de litros de agua para producir un tonelada de litio. De hecho, son constantes las protestas de los indígenas de Chile, en gran parte productores de quinoa, sobre los problemas que les crea la falta de agua, Si en 2010 se producían 28.100 toneladas de litio, en 2018 la tasa mundial alcanzaba las 85.000 toneladas. “Sólo entre 2015 y 2018 la producción aumentó un 170%”, confirma este estudio de Unctad.
Problemas ambientales
La producción de manganeso también ha crecido en un 29% respecto a 2010. “La producción global total aumentó en casi un 15%, desde las 15.700 toneladas en 2016 a 18.000 toneladas en 2018 en respuesta a los altos precios y la fuerte demanda. El sector del hierro y el acero han sido históricamente los principales consumidores, pero la creciente demanda de baterías ha contribuido al aumento de la producción de los últimos años”, señala el informe.


En cuanto al grafito, más de lo mismo. “La producción mundial de grafito natural fue relativamente estable entre 2011 y 2016, pero se redujo drásticamente en un 22% en 2017 (hasta llegar a 897.000 toneladas) debido en gran medida a las preocupaciones ambientales en China, el país productor más grande, que ha terminado cerrando minas. Las inspecciones de plantas siguen su curso y pueden conducir a más cierres si no se cumplen los estrictos objetivos de contaminación”. Y es que los problemas ambientales generados por la minería, advierte el estudio, son similares a las del cobalto. Además de las explosiones que lanzan polvo y partículas finas a la atmósfera, hay que sumar la contaminación de las aguas y de los suelos con metales tóxicos.
Pero todavía hay más. El final de cualquier proceso acaba en China. El gigante asiático acapara el 39% del mercado mundial de fabricación de componentes para baterías de coches eléctricos. Le siguen Japón con el 19% y Corea con un 7%. Eso explicaría en parte que algunos analistas crean que, por ejemplo en Europa, merezca más le pena invertir en otras alternativas al eléctrico. Sin ir más lejos, combustibles como el hidrógeno o otros de tipo sintético, fabricados a partir de CO2 capturado de la atmósfera. Por un lado, estos combustibles no requerirían cambios en la configuración de los motores de combustión, como les pasa a los eléctricos. Por otro lado, invertir en movilidad eléctrica significa para los defensores de las alternativas, generarle los beneficios a China. De hecho, para plantar cara al dominio asiático a finales de 2019 arrancó un gran proyecto en Europa, con el que se quiere invertir 3.200 millones de euros en la fabricación local de baterías eléctricas.
Afirma la ONU que si bien el reciclaje tiene cada vez más importancia para recuperar estos materiales y reducir los impactos ambientales de la extracción, actualmente se reciclan principalmente el cobalto (en un 68%) y el manganeso (el 53%). Sin embargo, estos porcentajes se reducen al 1% tanto del litio como del grafito al final de su vida útil.


En el caso del litio se deba a la imposibilidad de producir por segunda vez un litio los suficientemente puro para usar en baterías y en el caso del grafito natural falta tecnología para la recuperación.
¿Pero cuánto material hay en cada batería? El informe estima que para un coche de pasajeros, hay unos 7,4 kilos de carbonato de litio y unos 12 kilos de cobalto. La ONU admite que si bien el reciclaje ayuda a la economía circular, el reto es los altos costes de inversión para construir plantas. “si la tasa de crecimiento de la producción mundial de la materia prima es mayor que el consumo, el reciclaje puede no ser capaz de retrasar el agotamiento inevitable de los depósitos”.
