Un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente apunta que, si no se toman medidas que impulsen la economía circular y la sostenibilidad, las urbes de Latinoamérica y el Caribe consumirán en 2050 entre dos y cuatro veces más recursos que en la actualidad



El consumo anual per cápita de recursos en las ciudades latinoamericanas en 2015, último año del que se tienen datos, oscilaba entre las 12,5 y 14,4 toneladas, con más de la mitad del stock material urbano de la región encontrándose en las ciudades de Brasil (38,1%) y México (21,1%). Sin embargo, esta cifra podría aumentar hasta las 25 toneladas per cápita en 2050, muy por encima del rango de entre seis y ocho toneladas per cápita que se considera sostenible, sobre todo si no se toman medidas urgentes para impulsar la economía circular. Esa es la principal conclusión de un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) publicado esta semana, en el que se incluye un paquete de recomendaciones para aumentar la eficiencia de recursos a través de la circularidad, la conectividad y la restauración de ecosistemas.
“Muchos de los habitantes de América Latina y el Caribe sufren hoy los efectos del uso insostenible de recursos: degradación ambiental, falta de acceso a los servicios y, como resultado, un futuro sombrío”, ha asegurado en la presentación del informe Jacqueline Álvarez, directora regional del PNUMA en América Latina y el Caribe. “Planificar una transformación sostenible es crucial si aspiramos vivir en una región más limpia, en armonía con la naturaleza y sin dejar a nadie atrás. Ahora que urge una recuperación sostenible de la COVID-19, este informe alumbra el camino en la dirección correcta”, ha añadido.
Según el informe, titulado El peso de las ciudades en América Latina y el Caribe: requerimientos futuros de recursos y potenciales rutas de actuación, es imprescindible que las ciudades latinoamericanas apuesten por un modelo circular, ya que solo gracias a él podrían reducir a la mitad su consumo de recursos como combustibles fósiles, minerales y alimentos, al tiempo que combaten la pobreza y la desigualdad. Y lo deben hacer siguiendo un modelo concreto: el informe incluye un paquete de medidas en cuatro ejes —transporte y movilidad sostenible, edificaciones eficientes y sostenibles, residuos, y agua y saneamiento— con el fin de reducir el consumo de recursos, los residuos, el daño ambiental y las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
En concreto, los autores llaman a apostar por una “intensificación estratégica” de ámbito regional, que, contrariamente a la expansión horizontal de las ciudades, consista en aumentar la densidad de población, puestos de trabajo y servicios en un conjunto de centros urbanos conectados por un transporte público eficiente y asequible. Igualmente, piden edificar de una manera más sostenible, impulsar la circularidad, aprovechar los residuos orgánicos y una gestión hídrica que incluya el tratamiento y la reutilización de aguas, así como la restauración de los ecosistemas asociados.
Si se logra implementar todas las acciones propuestas en el informe, las ciudades latinoamericanas podrían reducir su consumo material anual a entre seis y siete toneladas per cápita para 2050. En este sentido, el estudio también destaca algunas medidas que ya se están tomando en esta línea como son las mejoras del transporte público en el municipio brasileño de Fortaleza, que incluyeron un mayor espacio para bicicletas y peatones, la “cosecha” de agua de lluvia en la Ciudad de México y el proyecto de calefacción por distritos de la ciudad de Temuco, en el centro de Chile.
Ciudades en permanente expansión
Según analiza el informe, el espacio construido en la región durante 40 años creció un 99%, casi el mismo número que experimentó el aumento de la población urbana en ese período (95%). Sin embargo, la incapacidad de la mayoría de las ciudades para absorber ese crecimiento exacerbó la inequidad social y la injusticia ambiental. Cerrar la brecha de desigualdad conllevará resolver la situación de precariedad a la que se enfrentan las poblaciones más vulnerables; por ejemplo, la lejanía en muchas ciudades latinoamericanas de los servicios urbanos, pero también la infraestructura deficiente, las condiciones de violencia y la contaminación.
Los autores del estudio llaman a tratar estos desafíos mediante “una transformación sostenible” e invitan a “orientar mayores esfuerzos hacia las ciudades intermedias”, que crecen de una forma más acelerada que la media. También recomiendan potenciar la cooperación e implementar alianzas más sólidas a nivel subnacional, subregional y regional.


Y es que, según apunta el informe, Las altas tasas de urbanización en Latinoamérica también son una oportunidad para mejorar el consumo y la producción sostenibles desde el plano urbano. La transformación de las ciudades a través de modelos integrales de planificación y un uso innovador del suelo podría maximizar la eficiencia y sostenibilidad del uso de los recursos en todos los sistemas urbanos de la región y revertir las desigualdades que actualmente caracterizan a muchas de sus ciudades.
«Es necesario construir nueva infraestructura para las comunidades desatendidas de América Latina y el Caribe y así facilitar el acceso a los servicios básicos. Consecuentemente, será necesario equilibrar el consumo de los hogares más ricos para garantizar que los recursos se puedan compartir de manera equitativa», asegura Álvarez.
