La Alianza de Pequeños Estados Insulares ha conseguido ya el apoyo de más de 75 países para reclamar a Naciones Unidas un acuerdo vinculante a escala global con el fin de combatir la polución plástica que actualmente sufren los mares y océanos de todo el planeta



Los pequeños países insulares se sitúan, sin duda, entre los más vulnerables del planeta al cambio climático. Al peligro existencial que supone la subida progresiva del nivel del mar por el aumento de las temperaturas, se suma su extrema dependencia de una economía oceánica que cada vez se encuentra más degradada por la contaminación marina y la explotación de sus recursos. Como demuestran las terribles imágenes que llegan estos días desde una pequeña nación isleña como Sri Lanka, cuyas playas están anegadas por plásticos y residuos tóxicos tras incendiarse un buque frente a la costa, la limitación de la polución océanica es una auténtica cuestión de supervivencia para estos países.
Conscientes de lo precario de su situación, la Alianza de Pequeños Países Insulares presentó hace un mes ante la ONU un documento que defiende el establecimiento de una auténtica legislación vinculante en materia de plásticos. Estos estados defienden en cualquier caso que no es una cuestión que les ataña sólo a ellos, ya que para poder cumplir con las metas de protección de los mares acordadas por la comunidad internacional dentro de la Agenda 2030 hace falta una respuesta más contundente. Por eso, esta semana más de 75 países se han unido a la petición para reclamar un nuevo acuerdo a escala global con el fin de combatir la polución con plásticos en respuesta al “alarmante” aumento de este tipo de contaminación.
En una declaración conjunta, los Estados subrayan el impacto de la polución en el medio ambiente, la salud y la economía, y defienden la necesidad de acciones urgentes para frenar los vertidos de plásticos. Entre los países firmantes –que actualmente son 76 pero otros podían aún sumarse– figuran España y el resto de miembros de la Unión Europea, así como muchas naciones latinoamericanas, entre otros. Eso sí, las grandes potencias económicas como Estados Unidos y China y otros grandes países como la India, Rusia o Brasil no ven con tan buenos ojos un proyecto que consideran limitaría su independencia normativa y su capacidad de crecimiento económico.
«Este asunto es global por su naturaleza y no puede resolverse país por país«, señala la declaración, que reclama el desarrollo de «un nuevo acuerdo vinculante global sobre polución plástica». En este sentido, durante la reunión del lunes en Naciones Unidas, dedicada en particular a la vida submarina, la organización internacional advirtió de la necesidad de impulsar nuevas soluciones para proteger los océanos. «Sencillamente, nuestra relación con los océanos del planeta debe cambiar«, señaló en la apertura de la cita el presidente de la Asamblea General de la ONU, Volkan Bozkir, que pidió una «recuperación azul» que mejore la situación de los mares y de los sectores que dependen de ellos.
La reunión buscaba, entre otras cosas, preparar el terreno para la II Conferencia sobre los Océanos, una cita clave para la protección de los ecosistemas marinos que estaba prevista originalmente para el año pasado en Portugal y que se ha pospuesto hasta 2022. El ministro portugués del Mar, Ricardo Serrão Santos, ha confiado en poder «reavivar el tono» de la Conferencia del próximo año y aumentar las acciones y mejorar la coordinación a todos los niveles para la protección de los océanos.
Supervivencia en peligro
Más allá del reto que supone la contaminación plástica y el aumento del nivel del mar, los pequeños países insulares temen también que el cambio climático afecte mucho a su medio de vida más tradicional e importante: la pesca. Y es que, según señala un estudio publicado recientemente en la revista académica PNAS, en respuesta al aumento de las temperaturas marinas por la subida de la nivel del mar, varias especies de peces se están alejando del ecuador, algo que podría poner en peligro ingresos vitales para las islas del Pacífico como la pesca del atún.
“Demostramos que la riqueza de especies marinas se nivela o disminuye por encima de una temperatura media anual de la superficie del mar de 20 grados centígrados. Esto da como resultado una caída en la riqueza de especies alrededor del ecuador que se ha vuelto más pronunciada a medida que el clima se calienta, especialmente para las especies pelágicas”, afirma el informe.


Los cambios en el comportamiento de los peces podrían dañar profundamente las economías de la región, incluso más allá de la pesca. Para muchos países insulares del Pacífico, la diversidad biológica marina del medio ambiente también atrae al turismo, y varias naciones insulares dependen del turismo como motor económico. Sin embargo, según el estudio, incluso especies como los tiburones, las mantarrayas y las tortugas marinas, especialmente buscadas por submarinistas y turistas, se alejarán de los trópicos.
“Nuestro trabajo muestra que el cambio climático causado por el hombre ya ha afectado la biodiversidad marina a escala global en todo tipo de especies. El cambio climático está con nosotros ahora y su ritmo se está acelerando ”, asegura uno de los autores principales del estudio, Mark John Costello. «Podemos predecir el cambio general en la diversidad de especies, pero debido a la complejidad de las interacciones ecológicas, no está claro cómo la abundancia de especies y la pesca cambiarán con el cambio climático», puntualiza.
