Un equipo de científicos ha descubierto que la acción del mar en las rocas de la costa provoca que el plástico que permanece en el agua se estrelle y se incruste en lla. La principal consecuencia de este fenómeno es su ingestión por parte de algunos seres vivos



La contaminación plástica es un hecho. Todos los rincones del planeta están siendo invadidos por esos materiales, sobre todo los ecosistemas marinos ya que son su principal vía de transporte. Debido a esto, las costas se han convertido es una especie de vertedero plástico en el que el agua deposita toda la basura de este tipo que arrastra, como bolsas, tapones y, como novedad, una especie de masa permanente presente en las rocas que ha sido bautizada como plasticrust o polvo de plástico.
Hasta ahora, el principal efecto de la incidencia del agua sobre los plásticos ha sido la creación de los conocidos microplásticos. Sin embargo, gracias a un estudio que ha sido encabezado por Ignacio Gestoso, ecologista marino del Centro de Ciencias del Mar y el Medio Ambiente (MARE) de Portugal, se ha podido comprobar que, además, la fuerza del agua es capaz de no solo pulir el plástico, sino incrustarlo en las superficies rocosas.


Este fenómeno fue observado por primera vez en 2016 en la isla portuguesa de Madeira. Ignacio Gestoso y su equipo creyeron que se trataba de un hecho aislado, sin embargo, al año siguiente se percataron que esas masas de plástico permanecían intactas, por lo que decidieron investigarlas.
Para ello, delimitaron varias zonas rocosas para un posterior análisis que duraría tres años en el que los expertos observaron como la presencia del plasticrust estaba invadiendo las superficies rocosas hasta contaminar aproximadamente el 10% de ese terreno.
Además de este descubrimiento, los científicos revelaron en la investigación sobre este tema, publicada en la base de datos Science Direct, el material del que estaba compuesto el polvo de plástico.
Tras un análisis de espectroscopía en 10 muestras recolectadas al azar, cinco submuestras de 2016 y cinco de 2019, descubrieron que se trataba de polietileno (PE). Este tipo de plástico es uno de los más abundantes en el mundo. Se utiliza, entre otras aplicaciones, para fabricar botellas de plástico, envases o tuberías de agua.
Las consecuencias del plasticrust
Las consecuencias directas de este fenómeno son similares a las que poseen los microplásticos ya que, al igual que estos últimos, el polvo de plástico puede ser consumido por algunos seres vivos.
En este sentido, el equipo de Ignacio Gestoso observó a una especie de caracol marino que se alimenta de algunas algas que se depositan en las rocas. El problema deriva en que también examinaron que los caracoles se estaban alimentando de la vegetación que creció en el plasticrust, por lo que dedujeron que, además de obtener los elementos de esas algas, era muy posible que también estuvieran comiendo microplásticos.
Sin embargo, el equipo de expertos destacó que “aún es necesario seguir investigando sobre este fenómeno para poder comprender mejor su origen y, sobre todo, sus consecuencias”.
Plasticrust también en Hawai
En la otra punta del mundo, en Hawai, un equipo de científicos se encontró con un caso similar hace cinco años. En esa ocasión, el grupo encabezado por la geóloga Patricia L. Corcondan se topó con un estrato en el que el plástico no solo estaba presente, sino que era el principal material de esa roca.
El plastiglomerado, nombre con el que bautizaron al conglomerado, está formado, según la investigación, por “la mezcla de plástico derretido, sedimentos de playa, fragmentos de lava basáltica y desechos orgánicos de la playa Kamilo, en la isla de Hawai”.


En principio, el equipo de científicos pensó que la actividad volcánica pudo ser el artífice de esta inusual mezcla. Sin embargo, observaron que el origen del plastiglomerado era, en realidad, la quema de plásticos en las áreas costeras de la isla.
En el documento, por otro lado, se indicó que su peso impedía que pudiera ser transportado por el agua o el aire. No obstante, su masa sí le permitía hundirse en el suelo y permanecer ahí “por siempre”.
“La agregación de los sedimentos naturales al plástico derretido durante la quema de una fogata ha aumentado la densidad general del plastiglomerado, lo que inhibe el transporte por el viento o el agua, aunque aumenta el potencial de entierro y su posterior conservación”, señalaron los investigadores.
Para los autores, la consecuencia de este fenómeno es la creación de un horizonte o una especie de marcador que señale en un futuro la aparición del Antropoceno, la no oficial nueva era geológica definida por la presencia de evidencias de la actividad humana en el registro fósil.
