Si en las clases de historia se estudia la Edad del Hierro y la Edad del Bronce, quizás en las escuelas del futuro se enseñará esta época como la Edad del Plástico. No podemos vivir sin él: la producción mundial de este material ha aumentado de 1,5 millones de toneladas en 1960 a casi 400 millones de toneladas al año en la actualidad. Y, de esa gigantesca cantidad de plástico, se estima que casi 12 millones van a parar al mar anualmente, contaminando el agua con micropartículas y matando fauna y flora.
Pero puede que estemos también ante el principio del fin de esta Edad tan contaminante. Cada vez somos más conscientes de que este modelo de producción es insostenible para el planeta y las autoridades están empezando a tomar más medidas para reducir nuestros residuos plásticos. De hecho, la Comisión Europea lanzó en marzo un nuevo Plan de acción para la economía circular, que obliga a los países miembro a ir eliminando los plásticos de uso único, como vajillas o pajitas, un objetivo para el que ya existen leyes en naciones de nuestro entorno como Francia.
Ahora, España se suma también a la causa. Esta semana, el Consejo de Ministros ha aprobado la Ley de Residuos y Suelos Contaminados que tiene como medida estrella la guerra a los plásticos de un solo uso. Su consecuencia más inmediata si se aprueba: a partir del 1 de julio de 2021, una gran cantidad de objetos de plástico que consideramos parte de nuestra vida cotidiana tendrá que desaparecer. Estos son los más importantes.
Pajitas


Las pajitas, cañitas o popotes son objetos prescindibles e innecesarios, sin embargo, son el quinto residuo más habitual en las playas, tras las colillas, los envases, las botellas y los tapones de plástico. Tan solo los utilizamos unos minutos, pero pueden tardar hasta 500 años en descomponerse en nuestro medio ambiente, causando importantes daños en los ecosistemas marinos.
Además, España es el país de la Unión Europea que más utiliza las pajitas: unas 5.000 millones unidades de este plástico desechable se consumen al año. Las opciones para sustituirlas son múltiples: de acero inoxidable, de madera, de papel, de cristal, de pasta, de bambú… Hoy en día se comercializan hasta pajitas comestibles.
Bastoncillos de algodón


Este utensilio, al contrario que las pajitas, tiene su utilidad, sobre todo en la higiene de los oídos, aunque una incorrecta utilización también puede dañar el tímpano. En cualquier caso, estos productos desechables también contaminan mucho el medio ambiente: según afirma programa de limpieza de las playas británicas de la Sociedad de Conservación Marina de Reino Unido su cantidad se ha duplicado de 2012 a 2016 y ya son el primer residuo plástico localizado en mares y ríos de Gran Bretaña.
Por otro lado, muchas personas siguen tirando estos objetos directamente al váter, a pesar de que está totalmente prohibido, lo que acaba perjudicando gravemente a las plantas de tratamiento de aguas residuales. La Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS) asegura que cada vez encuentran más estos productos en las depuradoras, un problema que además de dificultar las labores de depuración, supone un sobreesfuerzo económico de entre el 10% y el 18% del coste público de depuración de aguas residuales.
Cubiertos y platos


El uso de vasos, platos y cubiertos de plástico es muy común, ya que son una opción muy práctica cuando se celebran reuniones o fiestas, además de usarse profusamente en el reparto de comida a domicilio. El problema es que la mayoría de estos productos de plástico desechables contienen toxinas peligrosas como los PCBs, ftalatos colorantes, Bisfenol A o PBDE, sustancias que suponen un riesgo tanto para la salud como para el medio ambiente.
Además, cada vez existen más alternativas a estos productos de plástico, como platos y cubiertos biodegradables o que incluso pueden germinar plantas si los cubres con tierra una vez hayas terminado de usarlos. O, simplemente, volver a la costumbre de los platos reutilizables de loza, cerámica, cristal o metal de toda la vida.
Agitadores de bebidas


Las varillas para cócteles o agitadores de bebidas son un elemento que normalmente es puramente decorativo. La única función real que tienen, remover la bebida para mezclar de nuevo los ingredientes después de un tiempo de reposo, se puede realizar también con objetos tan cotidianos como una cuchara de metal.
Además, y a pesar de su manifiesta inutilidad práctica, los agitadores de bebidas se encuentran entre los 10 artículos de plástico que, junto con los aparejos de pesca perdidos y abandonados, contaminan más a menudo las playas y los mares de Europa.
Poliestireno expandido


El unicel, poliestireno o corcho blanco es un material plástico que utilizamos casi todos los días, sobre todo para transportar productos frescos como el pescado, aunque también sirve para fabricar tablas de surf o como aislante térmico. Sin embargo, su presencia se ha vuelto casi ubicua: envuelve las frutas y verduras de los supermercados, contiene la comida para llevar de muchos restaurantes y transporta toneladas de productos frescos cada día, con los consiguientes problemas en generación de residuos.
En más de 70 ciudades estadounidenses se ha prohibido su utilización, y en España también llegará el fin de este material para vasos y platos en julio de 2021. Aunque el famoso corcho blanco podría volver muy pronto bajo otra forma, ya que cada vez más investigadores están buscando la forma de producir poliestireno orgánico a gran escala.
Tapones separados


Cualquier persona que utilice habitualmente una botella de plástico para beber agua, sabe lo fácil que es perder el tapón que la suele acompañar. El desperdicio de estos productos, a parte de contaminar el medio ambiente y causar obstrucciones en las vías respiratorias a muchos animales marinos, supone una pérdida económica importante.
Los tapones se suelen hacer de polietileno de alta densidad, un plástico de alta calidad y de muchísima demanda en el mercado ya que es limpio y ocupa poco espacio. Sin embargo, una gran cantidad de tapones de botellas van a parar a los vertederos, ya que a veces se tiran por separado y aún no se tiene plena capacidad de recuperación en las plantas de recolección de basura. La Ley de Residuos obligará a unir estos tapones a las botellas, para facilitar su reciclaje.
