La demanda de un ranchero local paraliza por el momento la excavación de una gigantesca mina de litio en una zona desértica de Nevada (EEUU), vista como prioritaria para el Gobierno dentro de su plan para hacer despegar la industria del coche eléctrico nacional



Como si volviéramos al siglo XIX, la minería vislumbra una nueva Edad de Oro, o de “oro blanco”, en una región particular de Estados Unidos: el norte de Nevada. Los operarios y las máquinas ya están preparados para abrir una zanja profunda en la tierra: una mina de litio necesaria para hacer despegar la industria del coche eléctrico y para garantizar la seguridad energética estadounidense. Tardarán unos dos años, trabajando las 24 horas del día, en excavarla. El entorno natural, las poblaciones nativoamericanas y los rancheros van a sufrir. Pero, paradójicamente, lo harán por el bien del medioambiente y de la seguridad nacional.
Esas son las razones por las que el Gobierno de Estados Unidos incluyó en 2018 el litio en la lista de “minerales importantes” y ha facilitado desde entonces el proceso de adquirir una licencia para extraerlo. Por un lado, se trata de la piedra angular de un mercado creciente. El sector de los vehículos eléctricos es una de las claves que permitirá a la actual administración Biden acelerar la transición de los combustibles fósiles a la electricidad, y reducir así las emisiones contaminantes.
Por otro, actualmente Estados Unidos produce solo una pequeña fracción del litio del planeta: un 1%. En una economía global que circula por objetos con batería de litio, como los ordenadores y los teléfonos móviles, es una proporción demasiado baja. Sobre todo cuando el gran rival, China, explota el 10% y procesa dos tercios del litio del mundo.
Estas circunstancias han llegado a converger en un lugar bello e inhóspito del Oeste americano. En los últimos días de la Administración Trump, la empresa Lithium Nevada, subsidiaria de la canadiense Lithium Americas, recibió el permiso para empezar a extraer el litio en el Desierto de la Gran Cuenca: un espacio volcánico que se extiende desde Nevada hasta el sur de Oregón, tocando partes de Idaho y California. En marzo, sin embargo, Lithium Nevada fue demandada por un ranchero local, pero la empresa tiene confianza en superar el lance. El actual Gobierno de EEUU, si bien ha quitado protecciones a las industrias de los combustibles fósiles, parece interesado en priorizar la explotación del litio.
La zona norte de Nevada es, desde hace 200 años, una caja de sorpresas para los geólogos y las mineras americanas. Cada generación vuelve por allí con sus nuevas herramientas para descubrir otros yacimientos minerales en las numerosas grietas que se ramifican bajo su árida superficie: como el feldespato y el cuarzo presentes en las rocas volcánicas. En esta ocasión, el proyecto de Lithium Nevada ha movilizado defensores y detractores.


La región en la que se explotará el litio, el Paso de Thacker, en el condado de Humboldt, es una de las más humildes de Estados Unidos. El salario medio de allí ronda los 21.000 dólares brutos, aproximadamente la mitad del salario medio nacional. La compañía, según la web Hight Country News, ha ofrecido pagar cuatro veces más dinero a sus empleados. Los dos años que pasará preparando la excavación contratará a unas 1.000 personas; de hecho algunos lugareños ya han empezado un programa de adiestramiento en su construcción. Una vez abra la mina, el personal operativo rondará los 300 empleados. Y no será una empresa cortoplacista. El Gobierno ha otorgado a Lithium Nevada los derechos de explotación durante 40 años, de manera que podría suponer una inyección económica a las familias de la zona y las pequeñas localidades vecinas.
Parece además una demanda garantizada. Uno de los objetivos del Gobierno demócrata es ampliar el número de estaciones de recarga eléctrica: de las 28.000 actuales a 500.000 en el año 2030. Solo así se podría abastecer una potencial flota de 25 millones de vehículos limpios. La corporación Tesla encabeza el sector, pero las clásicas automovilísticas llevan tiempo ganando terreno. La número uno de las grandes, General Motors, ha prometido transicionar totalmente al coche eléctrico en 2035. Las baterías de litio, además, tienen una vida limitada, y reciclarlas suele resultar más costoso que seguir sacando de la tierra este mineral extremadamente ligero.
Una de las razones por las que no se habían iniciado, hasta ahora, proyectos como el del condado de Humboldt, es que las técnicas de extracción no eran lo suficientemente sofisticadas. El litio se obtiene tradicionalmente en las zonas altas salinas, donde está situado a unos diez metros de profundidad. Se excava la sustancia salina que lo contiene y se deja destilar entre 12 y 18 meses hasta que se puede extraer de ella el carbonato de litio. Un método común, sobre todo, en el llamado Triángulo del Litio: entre Argentina, Bolivia y Chile. Según los cálculos del U.S. Geological Survey, solo esta región contiene el 65% del litio del mundo.
Las características del Paso de Thacker, en cambio, son distintas. Y la extracción del metal se va a poder hacer con una técnica relativamente nueva: la obtención del litio contenido en la arcilla aplicando ácido sulfúrico. Está previsto, de hecho, que la mina precise más de 5.000 toneladas diarias de este compuesto químico sensible y corrosivo. Esto es, entre otras cosas, lo que más inquieta a los residentes.
“No hay nada como el olor a artemisa después de la lluvia”, escribía un periodista de Deseret News, presente en una zona cuyos habitantes temen por los efectos de la mina en el paisaje y el medioambiente. Cuando esta esté operativa, los camiones cargados de ácido sulfúrico efectuarán 200 viajes diarios desde localidad de Winnemucca, que recibirá por ferrocarril miles de toneladas de productos químicos. Solo esto perturbará la quietud sobrenatural de la que disfrutan los nativos americanos y los rancheros, y no está del todo clara la manera en que el polvo, el ruido y el uso masivo de productos químicos castigarán su región y su actividad primaria. Temen, por ejemplo, que la trucha Lahotan, que nada en los riachuelos de la zona, acabe siendo afectada.


Los ganaderos, que en cuestiones ecologistas suelen caer del lado de las industrias y las prioridades económicas, tienden aquí a defender el medioambiente. Dicen que lo que está haciendo Lithium Nevada es “verdear” su proyecto. Es decir, envolver una actividad intrusiva en los lustrosos ropajes de la lucha contra el cambio climático.
El principal problema, más allá del potencial impacto local, es que la mayoría de los vecinos dicen no haber tenido la oportunidad de participar en el proceso de aprobación de la licencia o en la discusión de sus condiciones. Así lo han expresado varios rancheros, ecologistas y miembros de la cercana reserva india, la Tribu de Fort McDermitt Paiute Shoshone, descendientes de los habitantes que durante miles de años vivieron en estas regiones. Estos grupos variopintos han formado el Great Basin Resource Watch: una organización que representa los intereses locales y presiona a Lithium Nevada. De momento, según Deseret News, han denunciado a la empresa y están acampando de forma intermitente en la zona donde empezarán las excavaciones.
La compañía, que se habría beneficiado del interés gubernamental en acceder al litio y también de las circunstancias de la pandemia, donde se han resaltado las necesidades económicas de los estadounidenses, habría logrado la licencia de una manera comparablemente rápida y opaca. Aunque ellos aseguraron, en un comunicado, que llevaban 10 años estudiando la zona y que han estado en contacto con sus residentes para hablar de sus futuras actividades.
“No puedo decirte cuántas noches he pasado tumbada en la cama, por la noche, simplemente mirando al techo, preguntándome cuántas cosas horribles van a hacer”, decía una residente, Wendelyn Muratore, de Kings River Valley, sobre la futura mina.
Mientras, los albores de la industria del coche eléctrico son cada vez más brillantes. Es posible que para 2030, en menos de una década, este tipo de vehículo llegue a representar la mitad del parque móvil del planeta. “El mercado del litio está en su infancia. Va a explotar en sentido positivo”, declaró Andrew Bowering, fundador y director de American Lithium, al portal Power. “El litio va a ser el principal componente de la flota eléctrica global. Eso es porque es ligero, pequeño y se deshace fácilmente de los electrones externos. Nada reemplazará el litio en nuestras vidas en donde se requiera movilidad”.
Otra empresa que ha comprado más de 4.000 hectáreas en Nevada, cerca de su famosa “gigafábrica”, es Tesla. Su plan, según la agencia Reuters, es mezclar la arcilla con sal y añadir agua. Como resultado, la sal chorrearía conteniendo el litio. Y la arcilla sería devuelta a la tierra, mitigando el impacto medioambiental. Un plan que, sin embargo, ha sido tachado como uno de los ambiciosos y en ocasiones simplistas sueños del magnate, Elon Musk.
Una demanda separa a Lithium Nevada de comenzar la excavación, en busca de un metal blanco cada vez más estratégico y más codiciado.
